Thursday, 28 de March de 2024


Laura Bozzo vino a Puebla a remover conciencias (hasta de periodistas que nunca se enteraron de Karla)




Escrito por  Arturo Rueda
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Tamaña desgracia para los reporteros, columnistas, conductores de radio y televisión poblanos: a la hora de la verdad, los padres prefirieron ir a tocar la puerta de la conductora más polémica de México, no las de ellos. ¿Será que Laura Bozzo tenga más credibilidad que estos asustados santones del periodismo poblano? ¿Será que “Laura” merezca más confianza que cualquier diario, portal de noticias, radiofusora o televisión de Puebla?

“Nada lastima más a la polis que la justicia mal aplicada”, escribió Platón hace más de 2 mil años en el célebre diálogo de La República. El hombre es el lobo del hombre, afirmó Hobbes, y el Leviathán estatal es el único ente capaz de detener el estado de guerra perpetuo. En Puebla, pues, hay justicia mal aplicada, y al no ser capaz de atender correctamente la desaparición de la joven Karla López Albert, el cuerpo social de Puebla se mueve para incomodidad del gobierno que nos mantiene anestesiados ante la indiferencia, el dolor, la indefensión por la muerte de una hija de familia que ni la debía ni la temía.

 

 

Ante ese hecho, sólo cabe la indignación de la pregunta: ¿y a mí, cuándo me desaparezcan, quién va a encontrarme? Seguramente no la Procuraduría de Víctor Carrancá Bourget.

 

 

Pero algunos quieren inducirnos a ver el árbol y no el bosque. Quieren que nos indignemos por la presencia en Puebla de Laura Bozzo para lucrar con el caso de Karla López Albert y el dolor de su familia, y no nos centremos en la indignación misma del feminicidio de la joven, un crimen de odio horroroso, sin sentido. Quieren que nos indignemos pese a que fue la misma familia la que pidió a la peruana que los ayude a obtener justicia, porque antes le pidieron que los ayudara a encontrar, por lo menos, el cadáver de su hija. Y les cumplió.

 

 

Un mundo raro. Esos padres no le piden ayuda a Mario Alberto Mejía, probablemente ni lo conozcan, ni les interese la ayuda de un columnista que sólo escribe cosas de política que apenas les interesa a unos pocos políticos. No le pidió ayuda a ningún locutor de la radio poblana, ni a los conductores de la televisión, ni a los reporteros santurrones, ni a los columnistas sicarios que en los mismos días en que Karla López Albert era buscada afanosamente por los tuiteros, ellos se entretenían disparando balas pagadas en contra del alcalde Eduardo Rivera Pérez.

 

 

Tamaña desgracia para los reporteros, columnistas, conductores de radio y televisión poblanos: a la hora de la verdad, los padres prefirieron ir a tocar la puerta de la conductora más polémica de México, no las de ellos. ¿Será que Laura Bozzo tenga más credibilidad que estos asustados santones del periodismo poblano? ¿Será que “Laura” merezca más confianza que cualquier diario, portal de noticias, radiofusora o televisión de Puebla?

 

 

Muy dura verdad, difícil de digerir.

 

 

La presencia de Laura Bozzo en Puebla, que amenaza a ser más permanente de lo que muchos quisieran, además de una cuestión de credibilidad, también lo es de rating. A la hora de buscar a una persona extraviada, a quién prefiere recurrirse: a un columnista que a duras penas genera mil entradas a su texto diario, o a un programa que es visto por 10 millones de mexicanos al día, por lo menos. Yo no lo pensaría dos veces.

 

 

La peruana Laura Bozzo es un espejo doloroso para los medios poblanos: pese a su amarillismo, mierda, telebasura y demás calificativos que le adosen, realizó un mejor trabajo periodístico que todos ellos. Entrevistó a los padres antes que ninguno. Se apersonó en la PGJ antes que ninguno. Se enteró de la aparición del cadáver antes que ninguno. Tiene los documentos probatorios de las irregularidades y el “tortuguismo” antes que ninguno. Se ganó la confianza de las fuentes antes que ninguno. Por último, se atrevió a llamar mentiroso al procurador Víctor Carrancá ante el cúmulo de irregularidades, algo que ningún periodista de Puebla sometido a la línea oficial se atrevería a hacer.

 

 

¿Y todavía se preguntan por qué a Laura Bozzo la ven a diario 15 millones de mexicanos, mientras que al docto Mario Alberto Mejía apenas lo leen mil politiquitos? Las diferencias son muy claras.

 

 

Por ello, en su punto culminante, cuando la conductora Laura Bozzo calificó como mentiroso al procurador Víctor Carrancá Bourget y exhibió el acta de defunción de Karla López Albert para desmentir que la joven poblana hubiera muerto antes de que sus padres denunciaran la desaparición, la cuota de audiencia del talk-show de Televisa alcanzó los 50 puntos de share, lo que significa que alrededor de 18 millones de mexicanos vieron la más dura golpiza de la televisora favorita del gobierno morenovallista. O ex favorita. No lo sabemos.

 

 

Una tunda que se extendió durante 45 minutos, en los que la peruana mostró sí, el rostro dramático del caso, pero también realizó una reconstrucción de los hechos que ningún medio poblano se atrevería a hacer. De ese tamaño es el dolor de algunos puristas de los medios poblanos, pasivos ante la tragedia pero hipercríticos por la presencia de Laura Bozzo en Puebla para ayudar a la familia.

 

 

Allá quien quiere creer más en la indignación por Bozzo que en la indignación por la ausencia de respuestas del aparato de justicia en Puebla en la triste historia del feminicidio de Karla López Albert. Además de un mejor periodismo, Bozzo mostró más calidad humana que ningún otro periodista aldeano.

 

 

Le duela a quien le duela. El periodismo poblano está en crisis. Como ocurrió en 2006 con el escándalo Cacho, alguien de fuera tuvo que hacer el trabajo que los medios de Puebla no hicieron.

 

 

 

 

 

 

 

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