En una fecha indeterminada de 2002, el señor Treviño y su familia llegaron procedentes de Monterrey a vivir en el residencial La Escondida en Cholula. El empresario regio, había decidido mudarse ante la falta de seguridad en su tierra natal. El señor Treviño, cuyos negocios estaban en el DF, era calificado por sus vecinos como un hombre atento, no hacía fiestas, pagaba con puntualidad el mantenimiento. En su cartera, el señor Treviño, además de las fotos familiares, llevaba estampas religiosas, lo que a ojos de los poblanos que convivieron con él les dio la impresión de un hombre que tenía temor a Dios. Sin escándalos, sin excesos, pero en realidad el señor Treviño era Benjamín Arellano Félix, el temible capo del cártel de Tijuana, capturado el 6 de marzo 2002 por las fuerzas especiales del Ejército en Cholula.

Siempre creí que Arellano Félix había inaugurado la era de los capos del crimen organizado que, por alguna razón, han elegido Puebla para traer a sus familias, sus empresas fachada, sus coches de lujo, y que se mezclan entre nosotros con la respetabilidad que el dinero da. “Poderoso caballero es Don Dinero”. Si se vive en un residencial de lujo, se poseen automóviles de las marcas más caras, se porta la mejor ropa, indudablemente se es un hombre de bien. No importa de dónde viene ese dinero, lo importante es el respeto que genera.

Con dinero por delante, narcos y secuestradores se han mezclado con los poblanos de prosapia en los últimos años. Les pasó a los colonos de Puerta de Hierro con Sergio Villareal, alias “El Grande”, sorprendidos cuando la mañana del domingo 12 de septiembre de 2010 un impresionante operativo de la Marina detuvo al sicario de los Beltrán Leyva, responsable de las matanzas en Cuernavaca y Acapulco. Sus vecinos lo describieron como una “persona seria”.

Les pasó también a los residentes de El Cristo, en Atlixco, cuando se enteraron que Arturo Beltrán Leyva, el jefe de jefes, tenía ahí una casa de la que salió un 9 de diciembre de 2009 que derivó en una balacera con los cuerpos policiacos en la zona de Zavaleta. Unos días después, el 15 de diciembre, fue abatido por la Marina en un conjunto departamental en Cuernavaca.

Ahora nos enteramos también que las colonias de abolengo como El Mirador y Las Ánimas fueron refugio de Joaquín “El Chapo” Guzmán entre julio y noviembre de 2001, luego de fugarse del penal de Puente Grande. Vino acompañado de su esposa Griselda López Pérez, aunque sus condiciones económicas distaban mucho de las actuales en las que fue capturado en Mazatlán.

Según su guardaespaldas, Jesús Castro Pantoja “El Chabelo”, durante su estancia en las colonias de El Mirador y Las Ánimas, no tenía muchos recursos y hasta pensó en suicidarse en caso de que lo recapturaran. Solamente tenía cuatro vehículos, algunas armas y nada más. Una década después, de acuerdo con la revista Forbes poseía una riqueza calculada en mil millones de dólares. Los aires de Puebla le sentaron bien.

Más acostumbrados a los operativos policiacos y a los escándalos viven los colonos de La Vista, el residencial más caro de Puebla. En el oasis concebido por Carlos Peralta conviven políticos corruptos, empresarios estafadores, traficantes de influencias, y dos que tres poblanos de bien. En medio de esa fauna, el temible secuestrador “Pelacas” se mimetizó bien en otra versión del señor Treviño. Más de cinco meses pasó ahí desde que Alberto Amador Leal le rentó su casa, sin que nadie notara un comportamiento extraño, ni mucho menos que las autoridades policiacas que ahí se encontraba un operador de “El Chapo” y responsable del rapto de Diego Fernández de Cevallos. Su detención arrancó la cacería para acorralar a Guzmán Loera.

Ni siquiera las colonias de clase media como San Manuel han escapado. En septiembre de 2009, Sergio Ruiz Tlapanco, “El Z 44” o “El Tlapa”, miembro del grupo delictivo Los Zetas fue detenido por elementos de la Procuraduría General de la República (PGR) en San Manuel ante el estupor de sus vecinos.

¿Cuántos narcos más y sus lavadores de dinero se han aposentado en Puebla con sus familias en la última década? ¿Cuánto de la economía local está soportado por ellos?

Pero ahora, bienvenidos sean los narcos más buscados de México: Puebla los recibe con los brazos abiertos pues, según el secretario de Seguridad Pública, Facundo Rosas Rosas, si deciden venir a vivir aquí nada puede hacerse. Simplemente y sencillamente, que no vengar a operar. Ajá.

Por eso pone los pelos de punta que en este sujeto, Facundo Rosas Rosas, descansa el mando coordinado que los 14 alcaldes de la zona metropolitana aceptaron ayer. A nadie se le olvida que Edgar Valdéz Villareal, “La Barbie”, lo acusó directamente en una carta publicada en Reforma de recibir dinero del narcotráfico, junto con todo el equipo de Genaro García Luna.

En una de esas, hasta “El Mayo” Zambada y “El Azul” Esparragoza también andan por aquí.

Gracias Facundo. Pronto tendremos más narcos, secuestradores y homicidas viviendo aquí. Pero que no operen, eh, chicos malos.