Friday, 26 de April de 2024


Amadrinada por Peschard, Blanca Lilia va al nuevo IFAI




Escrito por  Arturo Rueda
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En el enfrentamiento con el régimen, Blanca Lilia Ibarra ganó credibilidad, especialmente fuera de Puebla y en el ámbito académico. Su presencia permanente en los foros nacionales de transparencia le permitió trabar relación con la entonces presidenta del IFAI, la reputada académica Jacqueline Peschard, quien compró la guerra solitaria de la comisionada contra el Ogro de la Opacidad morenovallista.

La comisionada poblana Blanca Lilia Ibarra Cadena no le falló a su madrina, la académica Jacqueline Peschard: su comparecencia en el Senado resultó todo un éxito, incluso el presidente de la comisión que interroga a los candidatos a ocupar un asiento en el nuevo Instituto Federal de Acceso a la Información, Pablo Escudero, le pidió extenderse más allá de los 25 minutos que cada aspirante tenía. Unánimemente fue una de las más felicitadas, y junto a candidatos como Arcadio Sánchez Henkel, Ernesto Villanueva y Rogelio Gómez Hermosillo, se encuentra en la recta final para que sea designada una de los siete consejeros que lo integrarán. A su favor corre, además de su experiencia en la CAIP poblana, indudablemente la equidad de género.

 

 

Por supuesto que al gobierno morenovallista no debe hacerle ninguna simpatía que Blanca Lilia Ibarra Cadena tenga un pie dentro del nuevo IFAI. El enfrentamiento con ella empezó en el origen del sexenio a partir de que, desde la CAIP, la ex conductora empezó a impulsar fallos que afectaban los intereses del régimen, así como a criticar las tácticas dilatorias de las dependencias estatales para negar la entrega de información pública. Encontró a un enemigo serio en el titular de Finanzas, Roberto Moya Clemente, quien acusó acuerdos incumplidos.

 

 

Antes incluso de que arrancara el sexenio, el morenovallismo asumió el control de la CAIP cuando el Congreso local se negó a ratificar a Lilia Vélez Iglesias y nombró a un absoluto ignorante en la materia, Javier Fregoso. La difícil andadura del morenovallismo por el camino de la transparencia comenzó a torcerse cuando le negaron el cargo a una académica que construyó un grupo de presión alrededor de su persona.

 

 

Cuando Samuel Rangel —otro impresentable de la transparencia— terminó su periodo, el morenovallismo dejó en desventaja eterna a Blanca Lilia Ibarra con la designación del dócil Federico Gómez Magaña. Desde entonces los fallos siempre son 2-1 a favor del gobierno estatal, además de que el presupuesto de la CAIP apenas le da a la institución lo necesario para subsistir.

 

 

En el enfrentamiento con el régimen, Blanca Lilia Ibarra ganó credibilidad, especialmente fuera de Puebla y en el ámbito académico. Su presencia permanente en los foros nacionales de transparencia le permitió trabar relación con la entonces presidenta del IFAI, la reputada académica Jacqueline Peschard, quien compró la guerra solitaria de la comisionada contra el Ogro de la Opacidad morenovallista.

 

 

Peschard introdujo a Ibarra Cadena en el mundo académico de la transparencia. Y la jugada salió redonda porque Peschard, junto con Mauricio Merino del CIDE, preside el Comité de Notables que definirá a los finalistas. Y ahí, seguro, encontrará el nombre de Ibarra Cadena.

 

 

No se sabe qué sea mejor para el gobierno morenovallista: que Blanca Lilia se vaya de la CAIP para integrar el nuevo IFAI, o que se quede en realidad a terminar su periodo. Si se queda, siempre será mayoriteada por los comisionados Fregoso y González Magaña. Si llega el nuevo IFAI —que tendrá facultad para resolver asuntos estatales— tenga por seguro que desde allá vendrán resoluciones que romperán los candados locales de la transparencia.

 

 

Cualquiera que sea el resultado, Blanca Lilia ya ha hecho un gran papel. Ahora a esperar el dictamen que se votará a más tardar el 25 de abril. ¡Suerte!

 

 

*** Otro aspirante poblano al nuevo IFAI hizo un papelazo.Seguro lo recuerda: Antonio Juárez Acevedo, destituido como comisionado de la CAIP por el Congreso poblano en 2010 por mentiroso, tuvo la supina idea de aspirar a integrar el órgano nacional en materia de transparencia. Su comparecencia en el Senado fue un ridículo histórico, otra vez, por mentiroso.

 

 

Resulta que Juárez Acevedo omitió de su currículum la destitución como miembro de la CAIP. Pensó que nadie se iba a enterar (como si viviéramos en la Edad Media). Pero el senador Pablo Escudero, presidente de la Comisión Anticorrupción, lo cuestionó directamente sobre el tema y el por qué lo había omitido en su solicitud.

 

 

Juárez Acevedo tuvo una respuesta por demás supina. Contestó que no lo había ocultado, sino que para él se trataba de una experiencia “personal” y nada más. La sorpresa de las comisiones evaluadoras fue grande: ¿una destitución del Congreso una experiencia “personal”? ¿¿WTF??

 

 

El ex comisionado se explicó: afirmó que dio todos los elementos para su defensa, pero nadie los quiso tomar en cuenta. Que su destitución había sido una decisión política —usted sabe cómo es esto, senador Escudero— y que por ello lo consideraba una experiencia “personal”.

 

 

Miau, diría la Diosa en el Poder.

 

 

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