Friday, 26 de April de 2024


Israel Pacheco, el tumor cancerígeno en el Ayuntamiento que había que extirpar




Escrito por  Arturo Rueda
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El régimen morenovallista cuidó a la perfección la estrategia jurídica y mediática necesaria para extirpar el tumor cancerígeno. El alcalde Antonio Gali Fayad nunca cayó en la confrontación mediática pese a las muchas provocaciones del líder sindical. La estructura de derrocamiento comenzó cuando la LVIII legislatura del Congreso local aprobó en diciembre de 2013 una nueva ley para regular las relaciones laborales del Ayuntamiento capitalino con su burocracia

En la política, como en la vida, hay personajes que aprenden de las derrotas y otros que no. Luego de los resultados adversos del 7 de julio de 2013, Enrique Agüera Ibáñez se fue a un retiro apacible y se comió sus rencores. Gracias a eso hoy continúa en libertad para disfrutar sus millones. Por el contrario, Israel Pacheco Velázquez no entendió que su buena estrella se había terminado, que era el momento idóneo para dejar atrás el liderazgo de la burocracia municipal. Se propuso ser el contrapeso al interior de la administración pública de un nuevo gobierno legitimado por los votos. Todos los días se despertaba en pie de guera en contra del morenovallismo. Durante 10 meses, día tras día, desafió, desafió y volvió a desafiar. Creía que el sindicato podía convertirse en la oposición de Antonio Gali Fayad. Se volvió un tumor cancerígeno que había que extirpar.

 

 

Tuvo el líder sindical de los burócratas municipales siete meses para cambiar su actitud, dar vuelta a la página de la derrota agüerista y convertirse en un aliado de Antonio Gali Fayad para trabajar por Puebla. Pero su soberbia no le dejó ver lo precario de su situación política, aislado de cualquier tipo de aliado. Agüera Ibáñez dio por zanjada su alianza con el pago de 5 millones de poderosas razones. Pablo Fernández del Campo le compró dos semanas la idea de constituir sindicatos priistas en los ayuntamientos gobernados por el morenovallismo. Antes ya había traicionado al grupo de Enrique Doger. A últimas fechas, signó un acuerdo de complicidad con la senadora Blanca Alcalá que creyó le daría inmunidad. La regidora Karina Romero Alcalá fue la única que se opuso en cabildo a la designación del nuevo presidente del Tribunal de Arbitraje Municipal. Israel Pacheco se convirtió en un indeseable político a merced de los enemigos que todos los días tuvo el cuidado de alimentar.

 

 

El régimen morenovallista cuidó a la perfección la estrategia jurídica y mediática necesaria para extirpar el tumor cancerígeno. El alcalde Antonio Gali Fayad nunca cayó en la confrontación mediática pese a las muchas provocaciones del líder sindical. La estructura de derrocamiento comenzó cuando la LVIII legislatura del Congreso local aprobó en diciembre de 2013 una nueva ley para regular las relaciones laborales del Ayuntamiento capitalino con su burocracia y que posibilitaba la creación de nuevas organizaciones gremiales. El cerco político empezaba desplegarse.

 

 

Dos días antes de que Gali Fayad tomara protesta al frente del gobierno municipal arrancó la ofensiva cuando la Junta Local de Conciliación y Arbitraje le dio la toma de nota al sindicato alterno liderado por Orlando López Reyes, un ex pachequista. Esa nueva organización fue alimentada por la contratación de nuevos trabajadores en el Organismo de Limpia, a los que inmediatamente se adhería al nuevo sindicato. Cuando hace dos semanas aparecieron a la luz pública, ya tenían potencia suficiente para disputarle a Israel Pacheco la titularidad del contrato colectivo de trabajo. El cerco estaba completo.

 

 

Ni la política ni la historia aceptan los hipotéticos hubiera. Pero si Israel Pacheco Velázquez hubiera dejado en ese momento el liderazgo sindical, quizá en este momento estaría libre. Pero el líder siguió entercado, ensoberbecido. Reunió a sus agremiados para decirles que se iría del sindicato cuando él quisiera, no cuando Moreno Valle y Gali lo pidieran. Obligó a los “naranjitas” a usar playeras con consignas en contra del alcalde. El tumor se hacía fuerte, pero los cirujanos ya tenían listo el escalpelo para cortar.

 

 

La operación para legitimar su derrocamiento comenzó cuando los medios de comunicación empezaron a exhibir su riqueza incongruente con los salarios que había obtenido en los últimos 13 años. Residencia de lujo, departamentos, una financiera, viajes y múltiples negocios en los que invariablemente aparecían como prestanombres su hermana Juliana, su esposa Gloria Guadalupe Mex Canul y hasta sus menores hijos. Otros familiares como sus hermanos Conrado, Andrés y Javier habían recibido plazas con sueldazos en el gobierno municipal. Una estructura de enriquecimiento que comenzó a construirse hace una década, pero que se derrumbó rápidamente, en dos semanas de ofensiva blitzkrieg.

 

 

Tan débil era Israel Pacheco que su detención lo sorprendió cuando huía rumbo a Veracruz. Blanca Alcalá no lo pudo salvar, y el PRI lo dejó solo en su caída porque se trata de un personaje indefendible. Mientras Enrique Agüera Ibáñez disfruta plácidamente de su riqueza en algún lugar del mundo, el líder del sindicato municipal se revela como el auténtico Gran Perdedor de 2013, una derrota que nunca pudo superar, al estilo de los militares gringos en Vietnam o Irak. Literalmente, se quedó en el viaje.

 

 

Última lección: en plena construcción de su proyecto sucesorio, el régimen morenovallista ni se aflige ni se afloja. Se tolera la disidencia, pero no la traición. E Israel Pacheco Velázquez, además de un líder abusador, era fundamentalmente un traidor al que había que descabezar. Ya lo dijo sabiamente Mario Puzo en las últimas líneas de El Padrino, “a los traidores hay que acabarlos porque siempre serán un peligro. Uno puede perdonarlos, pero ellos nunca se perdonarán a sí mismos la traición y buscarán hacerte caer. Por eso a los traidores siempre hay que eliminarlos”.

 

 

 

 

 

 

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