Pasan las semanas, pasan los meses y el Gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador cada vez se parece más a la nave de los locos: cada quien por su lado, cada loco con su tema, todos en el espacio sideral, incluido el propio presidente.

 

El último capítulo parece inocuo, pero en realidad refleja a la perfección el desgobierno en el gobierno de AMLO, quien ya resiente la pérdida de popularidad, y por tanto, de consenso en el proyecto de la Cuarta Transformación. Una pérdida de 19 por ciento en un año, según Oraculus.mx, lo que lo lleva a la calificación más baja en el sexenio.

 

Pues bien, en la nave de los locos hay una señora llamada María Luisa Albores que cobra como secretaria del Bienestar —antes Desarrollo Social— y que se lleva pésimo con su subsecretario Javier May, amigo personal de AMLO, y desde donde se operaba uno de los múltiples programas para ninis, Sembrando Vida, una beca para campesinos y personas de escasos recursos que se dedican a sembrar árboles.

 

En algún punto, la señora Albores decidió que no quería saber más de su subsecretario Javier May, por lo que emitió modificaciones a las reglas de operación del programa Sembrando Vida, retirando a la subsecretaría toda facultad sobre ese programa, modificaciones que fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación (DOF). Nada más.

 

Acto seguido, el sábado, el tabasqueño May envió una circular a todos los empleados de la subsecretaría dando a conocer su renuncia ante la “imposibilidad” de mantenerse al frente de la coordinación tras la reforma publicada en el DOF por pérdida de facultades legales.

 

En un cuerpo jerárquico más organizado, en una administración pública con más seriedad, habría bastado que el secretario del ramo le hubiera solicitado la renuncia a su subsecretario, así como el presidente, lo que habría detonado un arreglo intramuros entre los personajes, o se confirmaría la salida del subsecretario.

 

Pero la 4T no es cuerpo administrativo organizado ni serio. Todo tiene que hacerse con estridencia, y mal.

 

Así, el presidente AMLO que no sabe los líos de sus subalternos, ni parece interesarle, en la mañanera de ayer desautorizó a la señora Albores, rechazó la renuncia de su cuatacho Javier May, lo ratificó como subsecretario y afirmó que las modificaciones legales publicadas en el DOF serían revertidas para mantener sin cambios el programa Sembrado Vida.

 

Con esa desautorización pública, López Obrador anuló a su secretaria Albores para el resto del sexenio, en la defensa del subsecretario May. La borró políticamente, la volvió un cero a la izquierda al empoderar al subsecretario de la dependencia, a quien la titular del ramo no pudo tumbar. Increíble.

 

Por supuesto, el presidente AMLO ni siquiera quiso hablar de los nulos filtros que hay en su Consejería Jurídica —a cargo de Julio Scherer— y en la secretaría de Gobernación —de florero Olga—, pues nadie revisó ni autorizó ni avaló las modificaciones al programa Sembrando Vida, y que fueron públicas en el DOF sin la anuncia de nadie, excepto de la propia Albores.

 

¿De qué cobran, qué hacen el Consejero Jurídico de Presidencia, Julio Scherer; Alfonso Romo de la Jefatura de Oficina, o la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero? ¿Nadie de ellos le echó una ojeada a la reforma, nadie le alertó al presidente, el presidente no tiene que firmar el acuerdo?

 

¿Qué carajo pasa en este gobierno federal de caricatura?

 

Al presidente, sin embargo, parece que le gusta que a México lo gobierne una nave de los locos donde cada uno hace lo que quiere sin consultar de los demás. Un desgobierno de gobierno.

 

Le gusta, además, que todo México se entere de la falta de armonía de sus colaboradores, de sus pleitos públicos, como el de Ana Guevara contra la titular de la Función Pública, tras difundirse un pliego de observaciones por 31 millones.

 

A AMLO le gusta que sus colaboradores se den públicamente hasta con la cubeta. “Son hombres y mujeres libres, con criterio propio” dijo en la mañanera de ayer, y los comparó con el gabinete de Juárez que logró la Reforma y lucha contra la invasión francesa, provocando risas grabadas.

 

“Son pleitos como los que hay en cualquier familia, en cualquier empresa”, insistió, sin darse cuenta que cada día ellos muestran el esperpento en que se convirtió la 4T.

 

Un esperpento que quebró el consenso a su alrededor. Por si no lo ha notado, AMLO se encuentra en una crisis de su base electoral rumbo al próximo año.