Cantado vale doble: la reforma al outsourcing por ser la más radical y la que definirá el sexenio de López Obrador, desembocó en la renuncia de Alfonso Romo y la ruptura radical del sector empresarial. Se lo advertí hace un par de semanas en este espacio: la guerra contra la 4T será a muerte en los comicios del 2021 para iniciar su ruta en la que retornen sus privilegios.

 

La ruptura de Romo era inminente después de sus declaraciones: “están manejando al país como si estuviera creciendo al 9 % cuando se está decreciendo al 9 %”. Lo dijo de forma impersonal, casi si no fuera parte del Gobierno federal pese a ostentar el cargo de Jefe de Oficina de la Presidencia de la República.

 

Disfrazada de terso, el anuncio de que Romo dejó de ser funcionario para convertirse otra vez en empresario, en el fondo es una ruptura dramática. Significa que el sector empresarial retira a la única pieza dentro del primer círculo presidencial que ofrecía diálogo, pese a que sus posturas no eran muy creíbles luego de que falló en convencer a AMLO de mantener el Aeropuerto de Texcoco.

 

Fue en el arranque sexenal, aún antes de que López Obrador tomara protesta. Romo trató de mantener la calma en los inversionistas de que el Aeropuerto de Texcoco no sería cancelado. Pero apenas lo acababa de decir cuando el tabasqueño organizó su consulta amañada, tiró a la basura miles de millones de pesos y dio su primer paso para romper con el empresariado nacional.

 

Era el amanecer sexenal y valía la pena mantenerse en la Oficina de Presidencia. Los empresarios prosperan con alguien que tenga el poder de la picapuerta. Romo se mantuvo ahí con la esperanza de influir.

 

Pero la agresiva iniciativa de criminalizar el outsourcing derrumbó cualquier esperanza de que Romo o alguien más pueda influir en el pensamiento o en el gobierno de AMLO. Esa reforma, por radical, los llevará a la radicalización, advertí oportunamente.

 

“La prohibición absoluta es radical, así como la prisión preventiva oficiosa. Pero eso es el deseo de AMLO: radicalizarse ante la radicalización de los Amos de México organizados en la organización Sí por México y que actuará electoralmente a través del PRIANRD, como ya lo anunciaron.

 

“Esto no es una reforma laboral sino fiscal, pues en el momento en que se apruebe, los empresarios no podrán acreditar las facturas del outsourcing para efectos del IVA o ISR. Como consecuencia, el SAT recaudará más dinero.

 

“Hasta ahí los razonamientos impecables, las buenas intenciones de AMLO al promover esta reforma que golpea el corazón de las ganancias de los empresarios para devolverle derechos a la base trabajadora, y de paso, recaudar más dinero en tiempos de pandemia.

 

“Pero para los empresarios esto es una declaración de guerra equivalente a volvernos socialistas o comunistas. Es el sanseacabó y la razón para una ruptura definitiva con el régimen de AMLO y la 4T. Es el arranque de la guerra santa para sacarlo del poder”.

 

Según versiones de columnistas como Salvador García Soto, Romo se había ido en espíritu desde hace tiempo, y según AMLO se trata de una salida pactada desde el arranque sexenal de que sólo se mantendría en el puesto dos años. Se trata, claro, de una cortina de humo para disimular la ruptura de fondo.

 

Ese mensaje es que de fondo se acabó la interlocución, los intentos de entendimiento. Para los empresarios, López Obrador no entiende.

 

Pero López Obrador ve las ganancias electorales inmediatas cuando, en plena campaña electoral para retener la mayoría en San Lázaro, los candidatos a diputados federales de Morena puedan proclamar que gracias a ellos millones de trabajadores saldrán de la subcontratación, tendrán aguinaldo y prestaciones.

 

Eso en el discurso, pero ¿qué pasará en la realidad si algunos de esos miles de empresarios sienten miedo de irse a la cárcel, comienzan a sacrificar sus ganancias, inscriben a sus trabajadores al IMSS, Infonavit y le dan todas sus prestaciones? Son alrededor de 9 millones de empleados subcontratados.

 

Si la reforma al outsourcing surte sus efectos inmediatos como planea López Obrador –por eso insiste en que debe aprobarse de inmediato antes de que acabe 2020-, el resultado electoral puede ser demoledor: 4 millones de votos más para el proyecto de Morena.

 

El empresariado mexicano y los sectores conservadores no tienen tiempo que perder para echar a andar su ofensiva, pues ya se dan por derrotados pese a los espacios de negociación abiertos. La mayoría de Morena en San Lázaro, pastoreada por Nacho Mier, aprobará la criminalización del outsourcing en los términos que le envíe Palacio Nacional. Luego, será misión de Ricardo Monreal lo que pase en el Senado.

 

La salida de Romo son los heraldos negros. Y que lo entienda quien lo tenga que entender.