Viernes, 26 de Abril del 2024
Martes, 28 Septiembre 2021 01:32

Auf wiedersehen, frau Merkel!

Auf wiedersehen, frau Merkel! Escrito Por :   Francisco Baeza Vega

Cuando pensamos en los alemanes, seguramente lo primero que nos venga a la cabeza es que son trabajadores, tenaces y copiosos bebedores de cerveza (prost!). Hasta hace no mucho tiempo, sin embargo, la imagen que teníamos de su país no era especialmente positiva: a Alemania solíamos imaginarla como un país poderoso cuya ambición desmedida condujo al mundo al abismo de la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, y a algunos de los episodios más bochornosos de la historia humana. Recuerdo que en 2000, History Channel encuestó sobre los hombres más influyentes de los últimos dos milenios. El segundo lugar correspondió a un austríaco de origen alemán cuya sola evocación todavía produce escalofríos.


 

En las primeras décadas del s. XXI, Alemania ha recuperado un mayor protagonismo mundial; en los últimos años, ha evolucionado de ser una potencia meramente económica a una política con renovados intereses globales. Se ha tratado de un proceso casi natural pues ha sido la principal beneficiada del orden mundial resultante del término de la Guerra Fría, del libre mercado, de la globalización o de la adopción de una moneda común europea; luego, es normal que asuma una actitud más beligerante para defenderlo. En general, las nuevas ambiciones alemanas, no obstante, no infunden temor como antaño sino confianza. En gran parte, la razón de este cambio de paradigma ha sido frau Merkel.

 

Después de 16 años y 4 elecciones federales --en ninguna de las cuales la CDU-CSU superó el umbral del 40% de la votación, por cierto--, en los próximos días, la muy admirada Angela Merkel, la tercera canciller de la Alemania unificada, después de su padre político Kohl y del rusófilo Schröder, y la alemana más poderosa desde Hitler, entregará el poder al vicecanciller Olaf Scholz, del SDP –sin Merkel en la boleta, la Union ha caído por debajo del 25%, el peor resultado de su historia--. (Sirva el ejemplo de la canciller alemana, dicho sea de paso, para erradicar el mito de que la permanencia en el poder es incompatible con la democracia. Cien planas, por favor).

 

La gran figura pública de Merkel, se fue construyendo lentamente en torno a un eslogan que en alemán probablemente sea pegajoso: "Du kennst mich", "Tú me conoces". La hamburguesa gobernó Alemania y, por extensión, Europa con inteligencia, cautela, transparencia; su consistencia la convirtió en la lideresa confiable a la cual alemanes y europeos volteaban a ver siempre que enfrentaban alguna crisis importante, ya fuera la del euro, la de Ucrania o la del COVID-19, la cual, según ella, es "el mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial". El fin de la era Merkel, pues, augura una inestabilidad inédita en Berlín y en Bruselas, donde las cosas, de suyo, no van bien:

 

Mutti deja a Alemania más polarizada que como la recibió: entre 2014 y 2017, Merkel decidió aceptar hasta a millón y medio de refugiados sirios, iraquíes o afganos, fracturando a su partido y peor, al país. Por esa ventana abierta de par en par se ha colado el AdF, el cual, mediante una agresiva retórica antiinmigración, ha pasado de ser un tímido oponente a la eurozona a un receptor más o menos eficiente del hartazgo social; aunque medio confundidos, los ultras han logrado asegurar una base electoral estable que ronda los 5 millones de votos, la mayoría de los cuales provienen de los estados que constituyeron la extinta Alemania Oriental.

 

Madame Non, además, deja a Europa sumida en una profunda crisis de identidad; sin su talante, lastimada por el Brexit, en 2019 y amenazada por el resurgimiento de los nacionalismos y por la deriva autoritaria de los chicos malos del Grupo de Visegrado, corre el riesgo de colapsar. ¿Quién recogerá su estafeta para salvarla de la insignificancia? ¿El enfant terrible? Sacre bleu!

 

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