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Martes, 09 Mayo 2017 03:02

El efecto Facundo tiene a Puebla en estado de guerra

El efecto Facundo tiene a Puebla en estado de guerra Escrito Por :   Javier Arellano Ramírez

Pocos espacios como Cúpula advirtieron oportunamente del grave y delicado riesgo que representaba traer a Puebla a uno de los lugartenientes de Genaro García Luna. Y es que las referencias de Facundo Rosas Rosas eran por si solas oscuras y alarmantes. Ahí están en la hemeroteca de DIARIO CAMBIO las entregas de Cúpula que anticipaban esta crisis sin antecedente, sin parangón. 


Facundo Rosas es parte de una generación de policías que pusieron a instituciones en bandeja de plata a los cárteles del crimen organizado. Hicieron de la complicidad un hábito; de las componendas una rutina y de la complacencia una costumbre. Esto se denunció, se señaló y publicó desde el inicio del sexenio de Felipe Calderón. Pero el dipsómano mandatario ignoró todos aquellos argumentos.

 

La hipótesis que se coloca en la cúspide de todos los análisis asegura que la administración de Calderón fue la comparsa local de una estrategia dirigida desde Washington para convertir a México en un estado fallido. El lunes 29 de diciembre de 2014 el rotativo La Jornada publicó una entrevista con Evo Morales Ayma realizada por la periodista Stella Calloni. En esa pieza reveladora el presidente de Bolivia fue contundente: “Estados Unidos promueve modelos fallidos”; es decir provoca, genera estados fallidos. 

 

Personajes como Calderón, Genaro García Luna y Facundo Rosas solo fueron los ejecutores que hundieron a México en un averno de violencia y genocidio. Operativos como “Rápido & Furioso” fueron los abastecedores. El hoy menguado y reducido presidente Peña Nieto sigue la misma línea y muestra un completo autismo político frente a la delincuencia que flagela a todo el país.

 

Ese fue el funcionario que trajeron a Puebla; Facundo Rosas: uno de los operadores del genocidio mexicano. Antes del año 2010 cualquier poblano podía circular y caminar por las calles de Palmar de Bravo, Cañada Morelos o Acatzingo. Hoy es imposible, so riesgo de ser asaltado, secuestrado o incluso desaparecer de forma definitiva.

 

DIARIO CAMBIO ha puesto sobre la mesa el debate de los excesos del Ejército Mexicano en los operativos realizados en Palmarito Tochapan. Y es claro que los hubo, como también es evidente que los atropellos continuarán. No debemos olvidar que esto es una guerra; no debe soslayarse que Puebla ya entró a la guerra contra el crimen organizado.

 

Cada vez que se mencione la palabra huachicolero debe agregarse “miembro del crimen organizado”. En realidad la guerra es contra un cártel. Las preguntas son de cajón: ¿Cuántas armas? ¿Cuántas cajas de municiones se necesitan para sostener tres horas de fuego cruzado con militares? Estamos hablando de arsenales criminales tipo Tamaulipas o Guerrero. Ese es el cártel que ya opera en Puebla.

 

El gobernador Tony Gali Fayad recurre al Ejecutivo Federal y solicita que se refuerce la presencia castrense en Puebla porque es el único camino, la única ruta y solución posible.

 

Si hoy se permite que la industria del huachicol siga creciendo el día de mañana se van a extender a otras áreas y ramas. El crimen organizado es como un holding empresarial y entonces se diseminarán a la extorsión, el cobro de piso, el secuestro, la trata de personas, el narcomenudeo, la piratería, hasta llegar a extremos inconcebibles como ocurre en la Ciudad de México donde el cártel de “La Unión” se apoderó de la taquería “El Borrego Viudo”. A ese grado de quedarse con una taquería, sólo porque les gustó el negocio. 

 

Por supuesto que la operatividad del Ejército Mexicano causará y desatará ámpula social en las comunidades que ya son parte de la industria del huachicol. Pero a estas alturas de la crisis no hay otra vía.   

 

En tan solo tres meses de gobierno Gali Fayad está haciendo lo que Facundo Rosas y Rodríguez Almeida no quisieron hacer en años.

 

Pero sobre todo este es el momento en que el ejecutivo poblano no debe perder el control de la zona y de ninguna manera permitir que las tropas se empoderen como la fuerza omnímoda en el Triángulo Rojo.

 

Gali no debe olvidar que en los estados en que la tropa ha entrado, rebasan a los gobernadores y se van por la libre. Esto de ninguna manera debe permitirse en Puebla. De lo contrario será peor el remedio que la enfermedad.

 

Dulcería poblana. Santizo y Rodríguez Verdín: tras los pasos de Facundo.

 

Generoso lector en este momento tal vez le sea imposible concebir esta idea, pero Puebla capital, la hermosa ciudad cosmopolita, la urbe de la intensa vida social, en unos pocos años puede convertirse en una de las ciudades más violentas del país. A imagen y semejanza de Cuernavaca, Morelos; Zapopan, Jalisco o Monterrey, Nuevo León.

 

El problema es que se están siguiendo exactamente las mismas pautas del sexenio pasado. Frente a la clara avanzada del crimen organizado; frente al paulatino crecimiento de organizaciones de narcomenudistas; bandas de asaltantes en transporte público; grupos dedicados al robo de casa habitación, frente a todo esto nada de está haciendo. Absolutamente nada.

 

El narcomenudeo está creciendo de manera exponencial en universidades y preparatorias.

 

Alejandro Óscar Santizo Méndez es el aviador mejor pagado del escuadrón que opera en el Aeropuerto Charlie Hall, pero sus resultados para Puebla y los poblanos son nulos, inexistentes. Y lo mismo puede decirse de José Ventura Rodríguez Verdín.

 

Hay un enorme ejercicio de simulación, pero el crecimiento delincuencial está ahí a la vista de todos los poblanos.

 

Y mientras no se apliquen medidas reales que ofrezcan resultados concretos, el crimen organizado seguirá ocupando espacios y rincones en la Angelópolis.

 

Al tiempo.

 

 

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