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Pocos saben que el demolido Polideportivo Ignacio Manuel Altamirano durante los años 70, 80 y 90 fue un templo para la práctica del basquetbol a nivel nacional. Con una cancha que tenía tableros, marcador y una duela NBA donada por los Knicks de New York.
La BUAP tuvo su época romántica en el ámbito deportivo y personajes de talla mundial como Samuel Campis y Koichi Choda Watanabe (basquetbolista mundialista para la selección mexicana y fundador del Karate Do, respectivamente) se daban el lujo de pisar este inmueble para realizar sus entrenamientos.
El buen juicio y visión de esos directivos hacia los deportistas, hizo que varios alumnos viajaran alrededor del mundo para actualizarse en sus ramas deportivas y que después ellos mismos fueran los que capacitaran a los futuros atletas de la misma universidad y fue así como nació la dirección de Cultura Física, que por cierto no fue la primera en Puebla porque eso ya lo había creado el BINE.
La decadencia del baloncesto en la BUAP
Samuel Campis ha sido el basquetbolista más reconocido que ha tenido Puebla, jugó para la extinta UAP, para la selección mexicana y ¿han escuchado que Javier Ceniceros es el mejor entrenador de basquetbol universitario en Puebla? Bueno, Samuel Campis fue quién le dio una oportunidad en Puebla como jugador, ayudándolo con una beca deportiva. Años más tarde Javier Ceniceros quedaría al frente de los equipos de baloncesto de UPAEP y esto fue bueno para el basquetbol en Puebla, pero no para los jugadores poblanos ya que por la década de los 90 la selección de UPAEP tenía más jugadores del norte del país que poblanos.
La generación de programas y becas en universidades particulares como UDLAP y UPAEP hicieron que varios jugadores del norte del país llegaran a Puebla y que con estaturas de más de 1.95 se ganaran automáticamente un lugar dejando fuera a varios poblanos talentosos que habían mostrado buen basquetbol durante sus años de preparatoria que si querían seguir dentro tenían que tomar como última alternativa jugar para la BUAP a la que ya no le quedaba absolutamente NADA de esos años dorados.
La falta de dinero para mantener el polideportivo Ignacio Manuel Altamirano, la falta de programas deportivos y becas, pero sobre todo la falta de interés de los directivos hacia el baloncesto hicieron que la BUAP pasara vergüenzas deportivas como que los jugadores que representaban a la universidad se presentaran sin uniformes a los partidos o que los mismos jugadores compraran uniformes, los comentarios de directivos de otras universidades eran de pena ajena refiriéndose a que los jugadores de la BUAP eran muy malos y ni siquiera tenían dinero para pagar un gimnasio o comidas que les permitiera tener la corpulencia para practicar este deporte a nivel universitario.
Los Lobos Plateados, una generación de puro corazón
Cuando todo estaba casi perdido para este deporte en la universidad, aparecieron jugadores que al mando del entrenador Alberto Cuautle dejaban el alma en cada partido y a los que no les importaba si se enfrentaban a universidades que traían jugadores becados de UPAEP o el Tec de Monterrey campus Santa Fe, jugadores como Oswaldo Ledezma, Federico Limón y Ulises Carbajal ‘El Muro’, daban excelentes resultados dentro de la cancha, y en la última buena generación de jugadores de la BUAP a alguien se le ocurrió la idea de que la universidad tuviera un equipo profesional llamado LOBOS Plateados.
La infraestructura del polideportivo permitía que un equipo profesional jugara ahí, ¿el dinero? tal vez, mantener un equipo profesional del deporte que sea sale muy caro, así que con una plantilla de jugadores extranjeros y sólo tres poblanos y el ex seleccionado nacional Toño Reyes a cargo del equipo Lobos Plateados no duró ni 2 temporadas en la Liga Nacional de Baloncesto Profesional.
Desde hace más de 10 años la BUAP no presenta un buen cuadro que juegue y represente con decencia el basquetbol de la universidad, no hay becas deportivas, no hay uniformes, no hay viajes, no hay becas alimenticias, no hay buenos jugadores, no hay continuidad de trabajo para las canteras, los viernes la universidad le rentaba la cancha a los Testigos de Jehová para que hicieran sus misas, no hay transporte, es más; no hay un departamento que hable con los directores de las facultades para que faciliten a los jugadores horarios de clases y no se empalmen con los entrenamientos; para jugar en el equipo de baloncesto de Lobos BUAP o estudias o entrenas y si repruebas fue culpa de los entrenamientos y si el equipo pierde fue porque no fuiste a los entrenamientos por hacer una tarea ¡Así de padre es jugar para el equipo de baloncesto de la universidad!
Nadie sabe si la Arena BUAP albergará un equipo de baloncesto profesional y si lo hace (que sea con jugadores poblanos sale más barato y hay talento) ¿Ya vieron que los aficionados del equipo de futbol de LOBOS se salieron a la calle con sus botecitos a pedir una limosnita porque ya se dieron cuenta que no sale barato tener un equipo profesional y menos con esa nómina?
De todo corazón, rector Alfonso Esparza no convierta la Arena BUAP en un elefante blanco porque son épocas de elecciones, regañe a los directivos que llevan más de 10 años haciéndose weyes las víctimas, póngalos a trabajar, mínimo que vayan uniformados de pants y no como si fueran al Lienzo Charro a ver peleas de gallos y haga algo para que el basquetbol en la universidad se vuelva de calidad y no sólo un lugar bonito.