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Lunes, 04 Septiembre 2017 21:48

La nacionalización de la banca, ¿a quién benefició? (a 25 años de la nacionalización de la banca en México)

La nacionalización de la banca, ¿a quién benefició? (a 25 años de la nacionalización de la banca en México) Escrito Por :   Silvino Vergara

“¡Ya nos saquearon, México no se ha acabado! ¡No nos volverán a saquear!”.José López Portillo 1 de enero de 1982


En su último informe de gobierno como presidente, José López Portillo declaró: “… he expedido en consecuencia dos Decretos: uno que nacionaliza los bancos privados del país y otro que establece el control generalizado de cambios, no como una política superviviente del más vale tarde que nunca, sino porque hasta ahora se han dado las condiciones críticas que los requieren y justifican. Es ahora o nunca. ¡Ya nos saquearon, México no se ha acabado! ¡No nos volverán a saquear!”. Con estas palabras, los bancos que eran del empresariado mexicano pasaron a propiedad de la nación, desde luego, con una salvedad citada en el mismo informe: “La banca extranjera, sus representantes, las organizaciones auxiliares de crédito y el Banco Obrero, no son sujetos de expropiación o afectación alguna. Los derechos de los trabajadores del sistema bancario serán respetados”. Con esa excusa los pocos bancos extranjeros de ese tiempo no sufrieron ningún daño, al contrario, resultaron fortalecidos.

 

Veinticinco años después de esta nacionalización de la banca privada nacional, observamos que de los bancos que se encuentran en nuestro país actualmente, los que más capital, recursos e infraestructura tienen, desafortunadamente son los de inversión extranjera, porque de inversión exclusivamente mexicana ya no quedan. Entonces, ¿cuál era la posición política para esa nacionalización? ¿La nacionalización de la banca a quién benefició? Es evidente que en esos tiempos aún transcurría la denominada Guerra Fría en el mundo que se encontraba dividido en naciones de derecha, aquellas que dan preferencia a las políticas públicas que apelan a los derechos de libertad, y naciones de izquierda, que anhelan los derechos de igualdad; en tanto, México, como uno de los países que hacen cabeza de América Latina, era —y sigue siendo— sumamente vigilado por el gobierno de EUA con la finalidad de evitar que pasara a formar parte de los estados con gobiernos de izquierda, como fue el caso de Cuba en la década de los cincuenta y de Chile en la década de los setenta.

 

Ante ese temor norteamericano, en esta región no se iban a permitir medidas que pusieran en riesgo la inversión extranjera. A decir del británico Gordon Connell-Smith: “… mientras ensalza dientes para afuera la promoción de la democracia representativa en América Latina… Estados Unidos se ha preocupado por auspiciar las condiciones más favorables para su propia inversión privada en el extranjero” (Chomsky, Noam, “Crear el futuro”, Siglo XXI, México, 2012). Pues bien, la academia todavía sigue pensando en qué benefició esa medida, ya que hoy somos un país con una dependencia económica más aguda del extranjero, que nos hace cada día más subordinados de los servicios bancarios propiedad de extranjeros, que también se ha fomentado con los cambios legales, de políticas públicas y mediáticos.

 

 

En los cambios legales a partir de los últimos 15 años en materia tributaria, un simple contribuyente debe contar con una cuenta bancaria para poder deducir sus gastos para el Impuesto Sobre la Renta, sin que al Estado le importe que esto tiene un costo y que si bien es deducible el exceso de comisiones bancarias, lo cierto es que sirve de control por parte de las autoridades fiscales para revisar a los contribuyentes, pero más aún para justificar su trabajo pues en cualquier procedimiento de fiscalización se asume que los depósitos en las cuentas bancarias de un contribuyente que son préstamos personales o privados son ingresos no declarados, con lo que en los informes financieros del gobierno mexicano salen espectaculares cuentas por cobrar a los contribuyentes de a pie, cuyo cobro resulta irrisorio. A esto hay que añadir que en materia laboral no se paga en el centro de trabajo el salario de los trabajadores, sino que el pago se debe llevar a cabo vía deposito en cuentas bancarias, por lo cual en días de quincena se ven grandes filas en los bancos y en los cajeros. Indudablemente, son las actuales tiendas de raya contra las que Francisco Villa y Emiliano Zapata —los grandes perdedores de la Revolución Mexicana— lucharon infranqueablemente; esto, sin considerar que los subsidios al campo y a los sectores más pobres están mudándose al sistema bancario de inversión extranjera.

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