El próximo domingo, seguramente, será validada su candidatura y encabezará los esfuerzos de priistas de todo el país para ganar, una vez más, la Presidencia de la República.

Meade ha estado cerca, desde el inicio de su carrera, en las tareas de finanzas públicas y ha construido consensos en torno a ellas.

Y es que la política es diálogo, negociación y, sobre todo, construcción de consensos.

Un ejemplo de ello es la aprobación de los dos últimos Presupuestos de Egresos que, por amplísima mayoría, fueron avalados por la Cámara de Diputados.

Meade ha sabido convertirse en el promotor de diálogos y constructor de acuerdos desde el inicio de su carrera allá por 1991 en la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF).

Un ejemplo de ello es que desde la Coordinación de Asesores del entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, Agustín Carstens, José Antonio Meade se convirtió en el principal negociador de la dependencia para aprobar la Reforma Fiscal de 2006.

Y después, en 2008, fue nombrado subsecretario de Ingresos de la Secretaría de Hacienda en sustitución de Fernando Sánchez Ugarte y, desde ahí, fue partícipe de las negociaciones de la Reforma Hacendaria de 2009 que permitió un incremento en la recaudación.

Pero también participó en la negociación de reformas a la Ley de Competencia, que finalmente prosperaron.

La política es, reitero, diálogo y acuerdos.

Meade ha demostrado que a lo largo de su carrera ha podido hacer política, y lo ha hecho construyendo los andamiajes necesarios para que partidos distintos, con ideologías diferentes, logren coincidir en temas fundamentales como el Presupuesto de Egresos.

Los números así lo indican: el PEF 2012 tuvo 425 votos a favor y 27 en contra; el de 2017, 438 votos a favor y sólo 36 en contra, y el de 2018 alcanzó 413 votos aprobatorios contra apenas 49 en contra.

Eso debe ser la contienda electoral 2018, la búsqueda de acuerdos y consensos, no de división y confrontación.