Un potente terremoto de 7,3 grados escala Ritcher azotó la noche del domingo en la frontera entre Irán e Irak y ocasionó la muerte de por lo menos 400 personas y más 6.700 heridos.

De acuerdo con servicios de emergencias locales, numerosos edificios se han derrumbado y víctimas de ambos países han pasado la noche en las calles por temor a réplicas.

Luego del desastre, las vías de comunicación han permanecido cortadas y algunas carreteras bloqueadas impidiendo el acceso a zonas montañosas en las que se encuentran damnificados.

Las autoridades iraníes han movilizado a todos los cuerpos de seguridad para acelerar las tareas de rescate y de retirada de escombros en las poblaciones de Kermanshah más damnificadas por el sísmo.

Las operaciones de búsqueda se desarrollan a contrarreloj para intentar salvar a posibles supervivientes y en ellas participan el Ejército, los Guardianes de la Revolución, la fuerza de Voluntarios Islámicos y la Media Luna Roja de Irán.

El vicepresidente de la Organización de Gestión de Crisis de Irán, Behnam Saidi, explicó a la televisión estatal que se han enviado 19 helicópteros y tres aviones a las zonas afectadas para el traslado de los heridos.

Sobre el terreno están desplegadas también unas 140 ambulancias y miles de efectivos de los servicios de emergencia y otras organizaciones gubernamentales.

Las autoridades han establecido hospitales de campaña para atender las urgencias y para ayudar a los centros médicos de las localidades de Eslamabad Gharb, Sarpol Zahab y Ghasr Shirin, que están colapsados.

El presidente iraní, Hasan Rohaní, visitará en las próximas horas la región, a la que ya se desplazó una delegación encabezada por el ministro del Interior, Abdolreza Rahmani Fazli. Integran esta delegación también el ministro de Sanidad, Hasan Qazizadeh Hashemí, y el director de la Media Luna Roja iraní, Ali Asqar Peivandí.

Con información de 20 minutos.