Esto es como aquello del vaso medio lleno para unos y medio vacío para otros.

 

Cada quien de acuerdo con sus pasiones saca a su favorito.

 

Cada quien fiel a su candidato da por triunfador al suyo.

 

Y cada quien arma sus escenarios y tendencias posibles.

 

De acuerdo a esas preferencias lo que para unos fue “el resbalón” para otros fue “la hazaña”.

 

Y así cuesta trabajo ponerse de acuerdo.

 

Pero lo que sí resulta un riesgo es la polarización que la campaña ya ha alcanzado en todo grupo humano.

 

Aquí lo recomendable es sacar la víscera y volver a ponerla en su lugar para evitar que las pasiones se desborden y las diferencias ahonden enconos y provoquen enfrentamientos.

 

Lo que sí me impresionó es que en la víspera del debate circularon en las redes sociales docenas de cadenas recomendando desde oraciones, acudir a misa y recibir la comunión para que “satanás” no se cuele en la vida política de esta nación mariana.

 

¡Cuánta cosa!

 

¡Aguas con este tipo de recomendaciones!

 

No vale la pena que el país retroceda a tiempos y experiencias ya vividas que representan un bache en el ritmo y proceso de construcción de una nación que aspira a salir adelante y en las mejores condiciones para todos.

 

Habrá que ver cuál es el siguiente capítulo de esta sucesión y estar listos a que la actividad se intensifique a partir del próximo domingo 29 de abril que arrancan las campañas locales en entidades como la nuestra, en donde elegiremos también gobernador, diputados locales y autoridades municipales para 217 municipios.

 

Cada quien tiene sus favoritos, no se trata de un partido de futbol ni de lucha libre, sólo de simpatía y empatía entre personas, con candidatos y sus propuestas.

 

Pero… no vale la pena desatar la ‘guerra sucia’ ni polarizarse entre parejas, familias y centros de estudios y de trabajo.