Me siento a toda madre: Doger


Crónica


La sonrisa del ex alcalde lo dice todo. “No entiendo a los medios que dicen que me iban a aventar jitomates o que me iban a abuchear. No veo dónde están los que me iban a pegar o corretear”. De la toma de protesta de Blanca Alcalá se fue rumbo al Sanborn’s del bulevar para tomarse un café con el ex gobernador Manuel Bartlett. Su salida fue tranquila.


Zeus Munive Rivera

 

Una vez concluida la unción de Alcalá, Enrique Doger se levantó de su asiento y se encontró con su otrora subordinado y ahora rector de la UAP, Enrique Agüera Ibáñez. Ambos se dieron un abrazo. Intercambiaron palabras, se despidieron. A lo mejor quedaron en tomarse un café posteriormente. A lo mejor sólo se dieron los parabienes, qué importa.


Doger siguió caminando en medio de las sillas del Salón La Luz del Centro de Convenciones. Agüera fue el primero en topárselo. Luego llegó otro y otro y otro más de los invitados a saludarlo.


Doger caminaba escoltado por sus conocidos guaruras y por Fredy Aco. Un joven de no más de 20 años, sencillo, tez morena, pantalón gris, camisa blanca, lentes que se oscurecen con el sol, cabello cortado a la brush se le acercó.


“Doctor, doctor”.


El alcalde volteó la mirada hacia el muchacho que estaba en el patio del Centro de Convenciones. El joven lo felicitó primero y en segundo lugar le pidió chamba, ahora que el ex alcalde conocerá el ostracismo y la banca.
—¿Cómo se siente?— le preguntó el reportero.


—A toda madre —respondió eufórico— me siento bien. Sé que se hizo un buen trabajo.

 

Además es bueno saber que los alcaldes están convirtiéndose en gobernadores.


—¿Es su caso?


—Es el caso de Marín, por ejemplo.


—¿Hay nostalgia del poder?


—Para nada. Cuando estás en el poder sabes que esto se acaba. Que esto termina que esto se acaba y tiene todo un lapso de vida. No te aferras a la idea de quedarte eternizado.


Doger siguió su camino.


La gente se le acercaba.


Transportistas, amas de casa que fueron llevadas para aplaudirle a Blanca Alcalá. Señoras copetonas.
Buscachambas en ciernes.


Jóvenes y viejos a su paso le abrazaban, le apapachaban.


—¿Cómo ve el trato?


—Es lo que yo digo. No entiendo a los medios que dicen que me iban a aventar jitomates o que me iban a abuchear. No veo dónde están los que me iban a pegar o corretear. La verdad es que yo estoy apostado con los ciudadanos a ellos me debo, con ellos trabajo y con ellos seguiré.


También se encontró a muchos políticos como a Germán Sierra Sánchez.


De pronto un fotógrafo le tomó unas placas. Se le acercó y le pidió un apoyo.


Doger se volteó a verlo, mientras, Nacho Mier se le acercaba al ex alcalde poblano.


El ex rector de la UAP le dijo al fotógrafo: “Pero a mí ya no me pidas, los que manejan el presupuesto son otros”.


El simpático reportero gráfico de bigote recortado, piel morena, peinado a la Benito Juárez, quien sin duda deberá trabajar con el columnista Luca Brazzi, se acercó con otros funcionarios. Por ahí se le vio sableando a Ricardo Henaine y a otros tantos más.


Doger se topó con seccionales del PRI, con maestros, con todo tipo de personajes que no dejaron de estrecharle la mano.


Ningún abucheo.


Ningún golpe bajo. Nada que los agoreros del desastre dogerista hubieran clamado. Simplemente se despidieron de él.


Doger siguió hasta subir a su camioneta.


De ahí fue rumbo al Sanborn’s del bulevar para tomarse un café con el ex gobernador Manuel Bartlett Díaz.


Su salida fue tranquila, nadie lo increpó, al contrario.


Tan fue así que él aminoró su rapidez a la salida del Centro de Convenciones. Y salió sonriente de este espacio en el que se realizan los rituales políticos. Porque a lo mejor ni él mismo se creía que tuviera tanta aceptación entre los búfalos priistas que se congregaron en este centro de genuflexiones.


Alrededor de las dos de la tarde, mientras Blanca Alcalá era ungida como la nueva presidenta municipal y que todo tipo de personajes se le acercaban a besarle la mano, del ex alcalde se despedían de forma cálida.


A diferencia de Luis Paredes, quien tuvo que salir por la puerta trasera.

 

 

 


 
 
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