Friday, 19 de April de 2024


Controlando imponderables




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Estamos a días de que empiece el torneo. Los equipos se reportan listos después de haber realizado sus pretemporadas, unos mejor que otros, pero todos con la firme convicción de alcanzar sus objetivos. Directivas, cuerpos técnicos, jugadores y aficionados, están llenos de ilusiones porque sus equipos hagan un buen papel, como clasificar a la liguilla, mantenerse en la categoría o salir campeones.

Dependiendo de las metas que cada equipo o institución puedan tener, el cuerpo técnico realiza un plan apropiado para alcanzarlas. Este plan incluye todos los entrenamientos desde el día 1 de preparación. Se trabajan y perfeccionan todas las variables dependientes, es decir, todas las circunstancias que se pueden controlar y corregir mediante trabajo (aspectos físicos, técnicos, tácticos y psicológicos).

 

 

Por otro lado, además de existir todas estas variables dependientes a las que me refería en el párrafo anterior, existen una gran cantidad de variables independientes que juegan un papel importante a lo largo del torneo. A estas variables independientes las suelo llamar “imponderables”. Según la RAE (Real Academia Española), un imponderable es una “circunstancia imprevisible o cuyas consecuencias no pueden estimarse”.

 

 

Ejemplos de imponderables para los cuerpos técnicos dentro del futbol podrían ser lesiones, enfermedades, decisiones de la directiva, cambios en el calendario, convocatorias a selecciones, problemas personales de los jugadores, etcétera. Me reservé, por ser el tema central de esté artículo, uno de los imponderables más comunes en el cual nosotros los DT, se ha hecho una costumbre que nos escudemos: las decisiones arbitrales.

 

 

¿Cuántas veces escucharemos en los siguientes seis meses de torneo “el árbitro nos robó”, “la expulsión rigorista nos hizo perder el partido”, “un gol mal anulado y se nos fueron los 3 puntos”, y muchas otras más? Situaciones como fueras de lugar, penalties, expulsiones rigoristas, diferentes criterios para las tarjetas, o simplemente (y la que a mi parecer es la que mayor peso psicológico tienen) que te vayan marcando “faltitas” en contra que parecen no tienen mayor trascendencia pero se van sumando hasta que el jugador explota, son grandes pretextos para que todos los involucrados en este deporte justifiquen un marcador adverso.

 

 

Desde mi perspectiva, me queda clarísimo, que el nivel en el que han evolucionado los futbolistas y los sistemas de juego, ha dejado muy, muy atrás al lento progreso que se ha tenido en los últimos años a nivel arbitral. No culpo a los árbitros ni a su sistema de capacitación, creo que realizan su mejor esfuerzo, pero es un problema bastante lógico. Son solamente cuatro sujetos controlando a 22 jugadores dentro del campo a velocidades realmente considerables, más a otros 10 por equipo en las bancas que también juegan su papel, y todavía le sumamos que muchas veces los quieren engañar, como resultado tenemos que los árbitros se equivocan. Y mientras no se eche mano de la tecnología o no se coloquen un mayor número de árbitros dentro del terreno de juego, se seguirán equivocando.

 

 

Como ni una de las dos soluciones propuestas en las líneas anteriores está en nuestras manos, y nuestra responsabilidad es darles herramientas a nuestros jugadores para que controlen y solucionen el mayor número de problemas que se les presentan en los partidos, propongo hacer lo siguiente: durante los entrenamientos crear situaciones en las que los jugadores aprendan a respetar la decisión de la autoridad (en el entrenamiento serían los DT fungiendo como árbitros) y poder sobreponerse a ella. Incluso, durante el entranamiento, a propósito marcar al revés para que el jugador desarrolle su autocontrol y no esperar a la hora del partido “a ver cómo reacciona”.

 

 

Es un trabajo muy desgastante, ya que ni entrenadores ni jugadores están acostumbrados a penalizar ni ser penalizados durante un trabajo de entrenamiento. Generalmente se pasan de largo estas actitudes de reclamo o rebeldía por el simple hecho de que no se considera relevante, toda la atención está centrada en el cumplimento del objetivo del ejercicio (posesión, definición, presión, etcétera) y no nos damos cuenta que al mismo tiempo que entrenamos una situación, estamos “desentrenando” otra.

 

 

Seguirán existiendo decisiones arbitrales injustas en contra de nuestro equipo, pero mediante el entrenamiento y el trabajo diario se pretende que influyan lo menos posible en el desempeño del equipo. Como lo comenté en una rueda de prensa al finalizar un partido que me preguntaron acerca de una decisión arbitral, “si hubiéramos metido más goles, la decisión no habría influido en el marcador, tenemos que trabajar aún más fuerte para también sobreponernos a eso”.

 

 

Como resumen, tenemos muchas cosas que podemos trabajar, existen una gran cantidad de detalles que pasamos por alto los cuales se pueden controlar, antes de culpar a un cuerpo arbitral por el marcador tras un partido de futbol.

 

 

 

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