Thursday, 18 de April de 2024


Lo congruente y lo no congruente




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La gente pública se lanza al mar de opiniones en su barquito con una vela. A veces vienen aires del sur y, sin ningún reparo, toman ese camino; a veces soplan del norte, pero qué más da, los vientos dictan tu camino y no la posición de tu vela.  

 

Tengo dos ejemplos de cambios de dirección. El primero ofende a cualquier capacidad que se digne de ser objetiva, que mantenga una línea, que sea congruente. El primero recae en el señor “Tomás boy”. Cuando dirigía al Morelia se llenaba de amargura, de incapacidad de tomar análisis, bueno, de soberbia, cuando el pequeño Puebla, dirigido por su servidor, le ganaba, cosa que pasó no menos de tres veces, o cuando desde un micrófono se hacía dueño de la verdad absoluta manifestando que el Puebla era un equipo simpático y que lo único que hacía era correr y luchar todos los minutos, que sus equipos proponían un futbol de verdad con pases y acompañamientos de un nivel sobrio. A la vuelta de la esquina, dos años más tarde, tiene la fortuna de llevar los destinos del Atlas y grita a los cuatro vientos que su equipo le dio las armas para que luchara y corriera todo el juego, y que ése era el sello que el había puesto, dándole un gran valor a su idea, a su puesta en escena. Dice que a él siempre le han tocado equipos chicos y esas formas se tienen que imponer.

 

 

Cuando llevaba al Morelia, que lejos está de ser un equipo chico, siempre le dio el valor de los cinco más grandes de México. 

 

 

Ahora las ráfagas de aire apuntan hacia el sur, a magnificar lo que no le gustaba ni de jugador ni en su pasado equipo, pero el correr y luchar, los puntos obtenidos y el ver la orilla de la salvación más cerca, lo hizo mover sus principios.

 

 

En su última visita a Puebla, por algún altercado con un periodista y un traicionero subconsciente que le recordó los pobres 9 puntos que consiguió en su dirección con el equipo de La Franja, llamó al periodista “pende…”, igual que todos los poblanos. Así fueron sus palabras.

 

 

Soy poblano y tengo aguante, como dice la canción, pero no olvido.

 


La segunda no tiene pierde, pero tampoco tiene maldad, sólo un desliz de nuestro técnico nacional, señor De la Torre previo al juego vs Jamaica, en el cual pasó el mensaje que el equipo nacional sólo tenía el pensamiento en ganar, que las goleadas y espectáculos no encajaban en sus objetivos. Al término del juego, un empate difícil de digerir y ante el abucheo general de los asistentes, declara que son con razón ya que el equipo no dio el espectáculo deseado por la afición. Y entonces, ¿se jugó para ganar o para dar espectáculo? Yo entiendo que si mandas el mensaje de espectáculo, de agradar, estás más cerca del gane. En cambio, si lanzas el mensaje de que sólo el gane te llena y no lo consigues, ya de espectáculo y de agradar ni hablamos, y en este caso, al final, se terminó hablando y excusándose en estos términos.

 

 

La presión con la que se vive esta profesión provoca cambiar de vía, de la de cuota a la libre en cosa de 90 minutos.

 

 

La tercera y última, repleta de todos los ingredientes que una sopa de congruencia posee, y es de parte del señor Lapuente, técnico del Puebla.

 

 

Cuando llegó a este equipo golpeado, maltrecho y con grandes muestras de pérdidas de identidad e historia, sólo habló de recobrar el valor de la camiseta, de recobrar el honor a pertenecer, de temas que rozan lo romántico, pero que te recuerdan el compromiso de vestir la blanca con franja azul.

 

 

Los resultados están semana a semana, seis para ser precisos, el resultado que pasa a segundo término más allá de lo positivo que es (10 puntos de 18, más del 50%), los jugadores y la afición se han brindado para recuperar lo suyo, se lucha y se corre, nadie habla de exquisiteces en sistemas, parados y jugadas; solo, minuto a minuto, se recobra el nombre y el color, teniendo de punta de lanza lo que manifestó su técnico a su llegada.

 

 

Mejor ejemplo de congruencia en un medio veleta, hacia tiempo no veía.

 

 

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