Y es que la ASF comprobó en su Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2011, que Banxico no había realizado inspecciones físicas al oro, para verificar el cumplimiento de los términos de su adquisición y las condiciones en que éste se encontraba. En pocas palabras, que no había certeza del resguardo material de este activo.
Para decirlo más claro, que la institución que gobierna Agustín Carstens se había gastado más de 4,500 millones de dólares en oro, pero que ni siquiera se había tomado la molestia de verificar si el metal existía donde le dijeron que estaría guardado: las bóvedas del Banco de Inglaterra.
Es más, meses antes, este espacio dio a conocer también que por haber adquirido una “cuenta no asignada” (unallocated account), Banxico no contaba con un listado de lingotes con número de serie, pureza y peso, con el que pudiera establecer sin lugar a dudas cuáles barras le pertenecían.
Gracias a la Ley de Transparencia hemos sabido todo eso, y que la operación original de compra se realizó con el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), como es usual.
La versión en inglés de la nota aludida (“Mexico’s Federal Audit Demands Physical Inspection of Severeign Gold Holdings”), le dio la vuelta al mundo, pues en las actuales condiciones de fragilidad económico- financiera global, cada día más países se preocupan primero por saber dónde están resguardadas sus tenencias áureas, y en algunos casos, por repatriarlas.
El caso más importante en definitiva, es el de Alemania y su Bundesbank, que repatriará en total 700 toneladas en lingotes desde Nueva York y París, para tener en Fráncfort cuando menos la mitad de todas estas reservas hacia 2020.
¿Por qué esa insistencia de tener el oro a la mano, o mínimo de comprobar su integridad y custodia? Porque la primera regla para cualquier persona o institución que decide invertir en metales preciosos, es: si no los tienen en tu poder, no son tuyos. En palabras del Prof. Antal E. Fekete, fundador de la Nueva Escuela Austríaca de Economía: “Cuando de oro se trata, no se puede confiar en nadie”.
Por desgracia, Banco de México está a años luz de entender el sentido común.
De hecho, hoy le traemos otra exclusiva: nuestro Banco Central no atenderá la recomendación de la ASF para inspeccionar el oro directo en Londres. La respuesta que ha dado a la solicitud de información más reciente de este periodista, así lo confirma. Una pena.
En la versión pública de un oficio que el Director Gral. De Operaciones de Banca Central remitió al Director de Auditoría de Banxico con fecha 19 de marzo 2013, se lee: “la Dirección General a mi cargo realizó una petición al Banco Internacional de Pagos (BIS por sus siglas en inglés) el pasado 13 de marzo para que confirmara el saldo y el lugar de custodia de la posición de oro físico que Banco de México mantiene con dicha institución. […] Por otro lado, el BIS confirmó, tal y como anticipábamos, que no es posible llevar u (sic) cabo una inspección física del oro”. Énfasis agregado.
La excusa del remitente más adelante, es que “no es una práctica de mercado realizar inspecciones físicas al oro que custodian los bancos centrales, como tampoco es una práctica de mercado verificar la existencia física de cada una de las inversiones de Banco de México en bonos, depósitos bancarios, u otros instrumentos.”
Este oficio interno, revela la inocencia con la que se manejan algunos funcionarios en Banxico, para decirlo de manera cortés.
De entrada, porque debería haberles parecido escandaloso que su proveedor –el BIS, les manifestara la imposibilidad de verificar los lingotes. A partir de ahí se pueden construir varias hipótesis, pero lo único cierto es que algo tendrá que esconder.
En segundo lugar, de los ejemplos de activos que menciona el Director Gral. de Operaciones, ninguno es equiparable al oro. Bonos, depósitos y “otros instrumentos” son activos en los libros de Banxico, pero pasivos (deuda) de un ente ajeno. En cambio, el oro físico es el único activo que no es pasivo de alguien más.
Así que el oro que no se haya ido ya a China y que aún quede en las bóvedas del Banco de Inglaterra –el presunto custodio, es activo solo de este último, pues el mero certificado con que cuenta Banxico es también una simple promesa de entrega, “oro” papel. Una ilusión. O, ¿qué podría haría México en el caso de demandar la entrega material de las barras e Inglaterra se negara por cualquier circunstancia? Así es, nada. Se le indemnizaría con divisas al precio que se les antojara.
En oficio posterior de fecha 25 de abril de 2013, firmado éste por el Gerente de Operaciones Internacionales de Banxico y dirigido también al Director de Auditoría del mismo Banco, se confirma la solicitud al BIS para notificar “el saldo y el lugar de custodia de la posición de oro físico que Banco de México mantiene con dicha institución.”
Aunque la versión pública del escrito no revela la respuesta completa, podemos inferir que el BIS se limitó exclusivamente a responder lo que se le cuestionó –el saldo y lugar de resguardo, pues se le atribuyen a esa respuesta solo dos incisos.
Como sea, se advierte la intención de dar carpetazo al asunto. El funcionario concluyó: “consideramos que con estos documentos, los cuales anexo a esta comunicación, se da certeza de la integridad del oro que forma parte de las reservas internacionales de Banco de México y, consecuentemente, queda atendida la recomendación hecha por la Auditoría Superior de la Federación”.
Las preguntas son: ¿la existencia, composición y localización de los lingotes se acredita solo con “documentos”?
¿Puede considerarse como atendida una recomendación que de manera explícita demandaba la realización de una inspección física con el custodio del oro?
¿Se quedó cruzada de brazos la Auditoría Superior de la Federación y se conformó con esta respuesta?
Por desgracia, todo indica que la recomendación se quedará solo en eso, y Banxico, como ha sido su estilo en este tema, le dará la vuelta con oficios de mero trámite.
Mientras tanto, ese oro occidental que todavía queda en las arcas londinenses del Banco de Inglaterra, seguirá haciendo su ruta silenciosa hacia el lejano Oriente, con la complacencia de autoridades como las de Banxico, que prefieren voltear hacia otro sitio. Sin duda, la ingenuidad, nos cuesta caro.