La pretendida reforma que conlleva a la apertura de Pemex es una historia muy delicada que debe involucrar a todos los mexicanos que supuestamente somos “dueños de la empresa”.

Analizar la opción requiere de mucha seriedad.

Es necesario dejar de lado el hígado y pedir el análisis de los especialistas en el tema, que deben comprometerse a exponer los pros y los contras de la propuesta.

La decisión no debe sintetizar la fuerza de las corrientes políticas sino el compromiso para que la economía mexicana verdaderamente favorezca a los más.

Por eso es conveniente exigir a los miembros del gabinete peñista seriedad y tacto.

Esto ante las alegres declaraciones que desde la cumbre de Davos hizo el director de la paraestatal.

Emilio Lozoya

Emocionado entre los líderes económicos que deciden el futuro del mundo, el funcionario sostuvo que “la reforma a Pemex garantiza el abaratamiento del precio de la gasolina mexicana”.

Y siendo sinceros, ¿quién de nosotros no estaría de acuerdo en que la gasolina sea menos cara y que el llenado del taque sea menos gravoso?

El funcionario sencillamente dijo lo que todos queremos escuchar aunque la verdad esto es como de ciencia ficción.

Y es que a los servidores públicos ya nos cuesta trabajo creerles.

Tanto tricolores como albiazules han jugado con la credibilidad, han pisoteado nuestra confianza.

¿Creerle o no creerle a Lozoya?

Ésta es la cuestión.

Sobre todo ante el hecho de que cuando los funcionarios aspiran a sumar voluntades, simpatías y consensos, son capaces de ofrecernos todo.

De promesas incumplidas, estamos hartos.

Por eso la petición en el sentido de que se despliegue una campaña con abundante información, fácil de asimilar entre quienes no dominamos a fondo el tema como los economistas.

Aunque claro, para sacar adelante la reforma es suficiente reunir los votos necesarios, ya después diputados y senadores tendrán que dar la cara y justificarlo todo.

Es hora de aterrizar el cambio prometido en la forma de hacer las cosas para verdaderamente contar con la sociedad a la que en las campañas políticas se le promete todo, hasta tomarlo en cuenta.

La pretendida reforma energética, se asegura, ante todo está pensada para que usted y yo tengamos más energía y a mejor precio, es decir, menos cara.

Y también para que éstas se produzcan con el menor impacto al medio ambiente.

¿Usted puede confiar en tanta belleza?

Desde luego que sería lo ideal.

Pero para creerles… no es fácil.

¿Usted qué opina?

Lo que sí es obligado es interesarnos en el tema antes de que sigan tomando decisiones a nuestras espaldas, a costa de nuestra estabilidad, bienestar y avance.

¡Ya es nuestro momento!

La generación del mañana está entre nosotros, aquí y ahora.