Monday, 06 de May de 2024


Del gozo al pozo




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La fiesta para la familia revolucionaria comenzó cuando los números dieron como ganador a Enrique Peña Nieto la noche del inolvidable domingo 6 de julio pasado.  

 

Con el triunfo del mexiquense para volver a Los Pinos, el retorno de los priistas a las mejores posiciones y chambas de este país, se dio por asegurado.

 

 

Todo era cuestión de esperar.

 

 

La espera no era cosa fácil porque se trataba de más de cuatro meses, y en algunos casos hasta medio año.

 

 

Qué más daba después de esperar 12 años.

 

 

Así, los priistas que en otros tiempos “han servido a la nación” desde distintos escritorios, lo entendieron, lo asumieron y esperaron.

 

 

Comenzaron a hacer planes, grupo, bola, proyectos personales.

 

 

Muchos respiraron profundo y recordaron aquella consigna de que “regresaremos por la puerta grande”.

 

 

No faltó uno que otro que pusiera sobre la mesa las facturas pendientes para comenzar a saborear la dizque “dulce venganza”.

 

 

Al brindar en Año Nuevo, levantaron sus copas para asegurar a quienes los rodeaban que éste sería el año de la justicia, del regreso, del dominio.

 

 

Nacidos para triunfar.

 

 

Pero…

 

 

Cumplidos los tiempos, la entronización del presidente, los secretarios, los subsecretarios y los directores, las cosas comenzaron a cambiar.

 

 

El presente y el futuro ya no resultaron tan halagadores.

 

 

Se podría afirmar que el retorno a las oficinas del gobierno federal está “en veremos”.

 

 

Y es que se les olvidó el pequeño detalle que la administración pública federal en manos de los panistas, siguiendo modelos de países avanzados, un día decidió implementar el famoso “servicio civil de carrera” que con base en certificaciones y recertificaciones asegura la permanencia en el puesto a la persona mejor calificada, empeñada y responsable.

 

 

Ante este esquema, ahora que todo lucía como la bendición de los dioses, ¡oh, realidad!, resulta que el retorno de entrada es imposible, o al menos pasará mucho tiempo, muchos días, algunas quincenas, para colocarse en un puesto en las delegaciones federales.

 

 

¿Cómo se podrán colocar?

 

 

No será fácil.

 

 

Habrá que aplicar una auditoría, y otra, y hasta tres, para encontrar algún error, un fallo que permita bajar puntos y discutir la permanencia de quienes hoy están trabajando.

 

 

De tal forma que las cosas no resultaron fáciles.

 

 

La promesa del retorno se hizo al calor de la euforia y sin recordar esta disposición legal que el gobierno peñista no podrá borrar de un plumazo, con todo y su poder de decidir lo que se hace en este país.

 

 

¿Qué va a pasar con los puestos prometidos?

 

 

Por lo pronto está descartada la posibilidad de que se creen nuevas plazas y oportunidades para cumplir con la colocación de los priistas en una chamba.

 

 

Desde luego que en una país donde el desempleo es uno de los fantasmas más grandes a vencer, las cosas no resultan fáciles para docenas y cientos de familias cuyo futuro dependía de esta oportunidad.

 

 

No es cuestión de festinar, sino de analizar fríamente que hoy el peor empleador en este y en cualquier país es el sector público, porque en todas partes está tronado y sin expectativas.

 

 

Por lo que hoy la recomendación es buscarle por otro lado y tener cuidado con los candidatos en campaña, a los que les escucharemos infinidad de promesas los próximos meses.

 

 

Recuerde aquello de “no confíes en lágrima de mujer, en hombre con voz de niño y en político que ofrece y se compromete”.

 

 

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