Thursday, 25 de April de 2024


Todo se derrumbó…




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Dicen que en una crisis se conoce lo mejor y lo peor de las personas. Con los gobiernos ocurre lo mismo.  

Un ejemplo lo encontramos en la difícil situación que enfrentó el gobierno chileno en Agosto de 2010 cuando un grupo de mineros quedó atrapado en una mina como resultado de un derrumbe en el yacimiento San José. El problema no era menor: el presidente Sebastián Piñera tenía sólo cinco meses de haber tomado posesión de su cargo y también había enfrentado las secuelas del terremoto ocurrido en ese país justo en los días del cambio de gobierno. Piñera manejó con alto oficio político la situación, destinando los recursos necesarios para el rescate de las víctimas, pero también empleando una política de comunicación social abierta y sensible, tanto para las víctimas y los familiares como para la nación en general. El resultado fue que se rescató con éxito a los 33 mineros y Piñera alcanzó niveles de aceptación superiores a los de su antecesora.

 

 

Un ejemplo contrario lo encontramos en el terremoto de México en 1985. El gobierno de Miguel de la Madrid (q.e.p.d.) fue incapaz de dar respuesta oportuna a las miles de víctimas que quedaron atrapadas entre los escombros, o bien perdieron a algún familiar, sin que el gobierno pudiera ayudarles a encontrar el cuerpo. Esto generó que la sociedad civil se organizara para crear células de rescate ciudadanas que actuaron con mayor eficiencia que las instituciones del estado, lo cual puso en evidencia al pesado y desarticulado aparato burocrático de aquel entonces, lo que a la postre (tres años después) le costó un alto rechazo al partido gobernante en las elecciones siguientes.

 

 

¿Por qué viene a colación esto? Por el colapso que sufrió ayer una de las trabes (soportes) del puente que se construye en el cruce de los bulevares 5 de Mayo y Valsequillo (dejando cuatro civiles y un trabajador lesionados). Cierto, no se puede comparar la fractura de una obra en construcción con un terremoto o un derrumbe como los antes mencionados (ni es la intención hacerlo). El tema es, y guardando todas las proporciones, analizar la reacción del gobierno morenovallista ante el problema suscitado. Veamos.

 

 

Eran las 7:30 horas (aproximadamente) cuando ocurrió el percance. Para las 8 de la mañana el tema ya era de dominio público gracias a las redes sociales y a los noticiarios matutinos. Sin embargo, el secretario general de Gobierno, que se supone debería ser “el hombre más enterado del estado”, parecía no conocer del tema, o bien importarle, ya que a esas horas el secretario (cuñado del gobernador) prefería tuitear acerca de la vida y obra de Albert Einstein (sic), en lugar de informar los pormenores de lo acontecido: lesionados, afectaciones, asistencias, etcétera. No fue sino hasta las 9:15 (y tras un tuit de un servidor apercibiéndolo del tema) que el licenciado Manzanilla se dijo “enterado y pendiente” de la situación.

 

 

Caso similar al de Tony Gali Fayad, secretario de Infraestructura y —en teoría— “responsable” de la obra. Para el mediodía nadie sabía nada acerca del poderoso secretario, el mismo que aparece en cientos de anuncios espectaculares al lado del gobernador del estado presumiendo que juntos “construyen una Puebla más moderna” (sic). Llama la atención que todos los días el secretario Gali esté muy activo en medios de comunicación y en redes sociales (similar a la actividad de un candidato) y ayer simplemente brilló por su ausencia. ¿Miedo? ¿Desconocimiento? ¿Frustración? No sabemos qué le pasó a Gali pero al parecer le dio el síndrome del avestruz (mal augurio para alguien que pretende ser presidente municipal).

 

 

Para el gobernador el tema (también) pareció no existir. A lo largo del día, a través de su cuenta de Twitter, el mandatario nos compartía que entregó computadoras en Cholula (curiosamente en el municipio donde últimamente ha tenido mucha presencia Fernando Manzanilla). Posteriormente se trasladó al Auditorio Nacional al evento de cien días de Miguel Ángel Mancera, y por último acompañó a Nelson Vargas a remodelar su Centro de Alto Rendimiento. Nada más. Ni una mención por lo del puente. Ni una palabra para los lesionados. Ni una ligera explicación para evitar suspicacias. Nada.

 

 

¿Y el nuevo vocero del gobierno del estado? ¿No era la oportunidad perfecta para debutar? ¿No acaso es la función de un vocero poner orden en un momento de caos? Nada, tampoco. ¿No sabía qué decir o no le autorizaron hablar? No lo sé. Total que no fue sino hasta después de cinco horas que el gobierno del estado, a través de un comunicado laxo de la Secretaría de Infraestructura, dijo que “no había pasado nada de gravedad”.

 

 

Mal por el gobierno de Moreno Valle. El desinterés y la falta de sensibilidad mostrados ayer seguramente serán sancionados en el futuro inmediato, y entonces sí, ni todos los anuncios espectaculares ni todas las portadas de revista podrán ayudarle a aminorar el rechazo de la gente.

 

 

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