Friday, 19 de April de 2024


Carlos Navarrete: dimensiones de la imprudencia histórica




Escrito por  Javier Arellano Ramírez
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Eran como dos personas diferentes.

El gesto duro, la altivez, la arrogancia de uno contrastan con la mirada temerosa, dubitativa, el discurso débil del segundo. Y sin embargo estamos hablando de la misma persona.

 

Carlos Navarrete Ruíz, hombre con toda una vida de militancia en la izquierda mexicana, desde las épocas del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) siempre demostró un carácter ecuánime, equilibrado, prudente, hasta que llegó a ser presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

 

Entonces toda esa prudencia se fue al caño. A los pocos minutos de tomar la dirigencia del Partido del Sol Azteca, Navarrete anunció su más completo apoyo al entonces gobernador de Guerrero Ángel Heladio Aguirre Rivero.

 

Y afirmó: “Mañana todo el Comité Nacional del PRD estará en Chilpancingo para entrevistarnos con el gobernador”. Y así fue, con los principales miembros de su mesa directiva el guanajuatense se trasladó hasta Guerrero para reunirse en privado con su amigo Aguirre Rivero y posteriormente dirigirse a los medios para demostrar su presencia ahí, en el epicentro de una catástrofe humanitaria.

 

Pero no fue la única imprudencia histórica de Navarrete; días más adelante Ángel Heladio fue hasta la sede, hasta el corazón del PRD en el Distrito Federal para ser arropado, cobijado por la nueva dirigencia. El tenor era uno solo: estamos con nuestro amigo el gobernador Aguirre.

 

La crisis interna mostró todo su encono el sábado 18 de octubre cuando en el seno del Consejo Nacional perredista los Senadores Miguel Barbosa y Alejandro Encinas pidieron la salida de Aguirre Rivero del gobierno de Guerrero.

 

La moción fue rechazada, desechada por los grupos que mueven Jesús Ortega y Jesús Zambrano “los Chuchos”. Aquel Carlos Navarrete altivo y arrogante salió a tomar el atril y dijo que el tema de la salida de Aguirre no estaba en el orden del día; es decir, para su grupo el punto ni siquiera era objeto de discusión.

 

Unos días más tarde, aquel monstruo de soberbia se transformó. Ya no tenía aquella arrogancia, tampoco hablaba con tono golpeado. Carlos Navarrete tuvo que salir frente a los medios nacionales para señalar que aquel tema que se negaba finalmente había llegado. La salida de Aguirre, esa que tantas veces “los Chuchos” se empecinaron, se obsesionaron en negar, había llegado.

 

Y de frente a las cámaras Carlos Navarrete mostró una mirada temerosa, dubitativa.

 

El diario La Jornada aseguró que detrás de la inmolación de Aguirre hay un “grueso expediente” del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) que documenta oscuras acciones y complicidades del otrora gobernador. Es decir Ángel Heladio salió antes de que las evidencias lo destrozaran.

 

Apenas ayer lunes el periodista Salvador García Soto publicó que la esposa de Abarca, María de los Ángeles Pineda Villa sostenía una relación pasional con Aguirre Rivero.

 

Los 27 días que Aguirre se sostuvo en el cargo de “gobernador” luego de los hechos de Iguala son los 27 días más costosos en la historia del Partido de la Revolución Democrática.

 

Aún no se han dado a conocer los estudios demoscópicos que muestren el daño que la insensatez y la imprudencia histórica de Carlos Navarrete le causaron al Partido del Sol Azteca. 

 

Ante los grandes sectores del electorado nacional los hechos de Guerrero ratifican lo que siempre se había dicho: el PRD es el hermano menor del PRI.

 

Multiseñalados, plena y totalmente descalificados “los Chuchos” fueron los artífices del manto protector a Aguirre. Su perspectiva miope y frívola no pudo medir el impacto brutal de ese apoyo en la opinión pública nacional.

 

Y curiosamente quien hoy aparece como salvador de la catástrofe perredista es su hermano mayor, el PRI de Peña Nieto. En horas recientes Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón salieron a acusar a Andrés Manuel López Obrador de sostener nexos con el exalcalde de Iguala José Luis Abarca a través de su protegido Lázaro Mazón Alonso.

 

La experiencia de años recientes ha demostrado que pretender crucificar a AMLO solo genera el efecto de victimizarlo.

 

Pero mientras tanto nada de lo que se haga podrá borrar la mancha histórica de un PRD que se puso la camiseta de un gobernador genocida.

 

Como siempre estamos a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.   

 

 

 

 

 

 

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