Thursday, 25 de April de 2024


La encuesta del INEGI y el futuro del morenovallismo




Escrito por  José Zenteno
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La semana pasada se hicieron públicos los resultados de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2013 (ENCIG), elaborada por el INEGI. La encuesta pone de manifiesto la percepción social, sumamente negativa, sobre la incidencia de actos de corrupción en el gobierno y en la sociedad. Más allá de las implicaciones obvias derivadas de dicha encuesta, planteo dos preguntas ¿Cuáles son las consecuencias de tener índices tan elevados de corrupción? ¿En qué puede afectar esta situación al proyecto político estatal y nacional de Rafael Moreno Valle?

Responder a la primera pregunta dará pie a entender cómo y por qué tendrá efectos directos en el futuro en el morenovallismo.

 

 

Recuerdo el discurso de toma de protesta de Rafael Moreno Valle cuando asumió el cargo de gobernador de Puebla el 1 de febrero de 2011. En aquel discurso el gobernador presentó estadísticas que demostraban la catástrofe en que recibía el estado, donde lo mismo hablaba de justicia, educación, salud, economía, pobreza.

 

 

Es lógico pensar que los poblanos buscaron en las urnas una alternativa política que recondujera la administración del estado y lograra revertir, al menos en parte, esos y otros indicadores que el propio gobernador utilizó como cota al comienzo de su gestión. A 3 años de distancia muchas de las estadísticas permanecen igual o han empeorado.

 

 

La gente común no recurre a los datos oficiales ni a las encuestas para documentar su estado de ánimo o su aprobación al trabajo de las autoridades. Sin embargo, los datos nos ayudan a entender las razones por las cuales la opinión pública es tan crítica y tiende a reprobar a todos los gobernantes.

 

 

Que no nos extrañen los resultados de la ENCIG 2013. Los poblanos y en general los mexicanos tenemos desconfianza en todo y en todos, porque son muchas las ocasiones en que los líderes políticos han generado expectativas en la población con ofertas de cambio que nunca se materializan. Lo que persiste, sin importar la filiación partidista de quien detente el poder, son el abuso, la corrupción y la impunidad. Así lo percibe el ciudadano promedio y contra eso es muy difícil luchar.

 

 

En marzo de este año escribí en este espacio al respecto de los resultados de un estudio que hicimos en el municipio de Puebla sobre la propensión a la desobediencia y a la violencia social. Ese estudio nos ayuda a entender los resultados de la de la ENCIG 2013, ya que pone en contexto otras variables que interactúan en la percepción de la gente y que contribuyen a explicar la descomposición social existente.

 

 

Los poblanos perciben que el origen de los problemas del país está en la corrupción de los políticos. La corrupción del sistema engendra corrupción moral en la sociedad y corrupción en la economía, de donde provienen la injusticia y la falta de oportunidades. Por eso cuando preguntamos en nuestra encuesta quien o quienes son los principales culpables de los problemas de México, el 52 % señala al gobierno y el 28 % a los políticos, en suma el 80 % de los poblanos percibe a la clase política como la gran responsable del drama nacional de inseguridad y mala economía.

 

 

Por otra parte, encontramos que el respeto a la Ley carece de valor social ya que el 68 % de los poblanos declara que le ha servido poco, muy poco o nada el respetarla. Además, para un 52 % el respeto a la Ley no genera justicia en la sociedad.

 

 

Por lo tanto, es evidente que de la corrupción surge la desconfianza en los políticos y gobernantes, en la ley y en las instituciones de justicia. Aunque ahí no queda la cosa, ya que la desconfianza conduce a la desobediencia ante la falta de respuesta a problemas concretos, tal es el caso de las llamadas autodefensas.

 

 

La encuesta del INEGI documenta el problema de la corrupción y la desconfianza, lo que viene a confirmar nuestra hipótesis de que existe una relación de causalidad entre ambos fenómenos. Nosotros creemos que ambos son el principio del desorden público y la violencia social.

 

 

Urge que se tomen medidas para reconstruir la confianza en las instituciones, en el sistema jurídico y en los líderes políticos. Lograrlo solo será posible si la propia clase política comienza a purgarse a sí misma. Las escaleras se barren de arriba para abajo, y la limpieza debe comenzar por llevar ante la justicia a los políticos emblemáticos de la corrupción en México, tal es el caso de Mario Marín.

 

 

Rafael Moreno Valle es el único mexicano que tiene la llave para encerrar en la cárcel al que fuera uno de los símbolos más representativos de la corrupción en México y en más de 3 años no lo ha hecho. Ahí está la gran deuda del gobernador con el cambio que prometió. Y si a eso le agregamos que su gobierno ha atendido los problemas de Puebla con acciones cosméticas, caras y poco valoradas por la población, podemos entender de dónde viene la creciente desconfianza de los poblanos, y a dónde va a parar el proyecto del gobernador en los próximos años.

 

 

No se necesita mucha inteligencia para imaginar que la oposición al morenovallismo le va a recordar a la población aquellas expectativas no cumplidas, lo que seguramente afectará la rentabilidad electoral del hoy gobernador de Puebla.

 

 

 

 

 

 

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