Saturday, 20 de April de 2024


El régimen morenovallista no cambia, sino que se endurece




Escrito por  Arturo Rueda
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Si el morenovallismo en realidad quisiera modificar su estilo autoritario, hace semanas que pudo haber tomado medidas para restablecer la legitimidad. Asumir la responsabilidad de la muerte del niño, dar condolencias, cortar cabezas, abrogar la Ley Bala de forma efectiva, impulsar un nuevo perfil en la SGG, abrir puertas y restañar heridas. Pero no: el Góber Bala se refugió en la mentira, precisamente, para no hacer cambios a su estilito cabrón.

Ayer, enterados de que el gobernador tendría un acto en la colonia Agua Santa de Puebla capital, un grupo de vecinos se movilizó para irse a manifestar al evento para reclamar el exorbitante aumento a las tarifas del agua desde que fue privatizada. Armados de valor y pancartas, no más de 20 vecinos se fueron a la guerra. No lograron su objetivo: el equipo de seguridad del gobernador detectó el posible brote de descontento, y a su estilo, los agredió violentamente para arrebatarles sus cartulinas e impedirles el paso. El Góber Bala y su subsecretario municipal, Antonio Gali, tuvieron un acto plácido en el jardín de niños Erandi, donde arrancaron un programa para dignificar escuelas. A madrazos, pues, se irán los dos próximos años de gobierno.

 

 

Lejos de hacerlo recapacitar, la crisis de Chalchihuapan endureció al régimen. El estilo autoritario continuará avanzando cueste lo que cueste. Si la factura de la muerte del niño de Chalchihuapan es la cancelación de sus aspiraciones presidenciales, ese hecho no parece haber hecho recapacitar a Moreno Valle. La efervescencia social no existe, ni tampoco el descontento de los poblanos por muchas de sus medidas autoritarias. Según El Góber Bala, lo único que hay es una conspiración impulsada por quien sabe quién para descarrilarlo. En ese sentido, nada hay que modificar en su carta de navegación.

 

 

El régimen quemó sus naves cuando decidió apertrecharse en la mentira de los hechos que condujeron a la muerte del niño Tehuatlie. Encargando el papel del nuevo Chapa Bezanilla a Víctor Carrancá con su absurda teoría de la onda expansiva, el Góber Bala quiere salir de la escena junto con Luis Maldonado y Facundo Rosas Rosas. Que todo se limite a una discusión técnico-jurídica, que la mentira se vaya a vivir a la PGJ y a esperar que se diluya por completo el efecto mediático. Con jactancia, afirman que esta semana se acaba la crisis.

 

 

Pero la realidad es tozuda. En la perspectiva de su reelección al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Raúl Plascencia Villanueva cortó por lo sano el pernicioso conflicto de interés con el morenovallismo que nació cuando aceptó premios y homenajes de manos de Moreno Valle y su secretario general de Gobierno. Ayer, súbitamente y por una cuestión milagrosa, ya pudo ver las violaciones GRAVES a los derechos humanos —según califica en su boletín— que ocurrieron en el desalojo. Y que contrario a los deseos del Góber Bala, se investiga la actuación de los policías, no las ondas expansivas ni a los malvados infiltrados.

 

 

El viraje de Plascencia Villanueva tampoco es sorpresivo: evidenciado por el director de Artículo 19, Darío Ramírez, en su columna de Sin Embargo, y deseoso de ganar el favor de la mayoría tricolor en el Senado para poder reelegirse, el ombudsman nacional dio por terminado su concubinato con el morenovallismo. No va a arriesgarse por una Clavis Palafoxiana, un Doctorado Honoris Causa y un reconocimiento de Visitante Distinguido, todos entregados a finales de mayo. ¿Bagatelas a cambio de su reelección?

 

 

Previsible, también, es que el Gobierno federal no deja ir a su presa poblana. Ayer, sin más esfuerzo, obligó a Luis Maldonado a sentarse a negociar con los grupos sociales lastimados por el régimen. Los mismos que marcharon en la caravana que el lunes pasado llegó a San Lázaro y luego a Bucareli. Por orden de Osorio Chong, el titular de SGG, que tanto había cerrado la puerta a Los de Abajo, a los presidentes de juntas auxiliares, a los mototaxistas, a los Luna Porquillo, a los pobladores de Chalchihuapan, se vio obligado a pactar una tregua. Cero agresiones en tanto se llega a acuerdos. ¿Incluirá también bajar la campaña negra en redes sociales?

 

 

Por supuesto, si el morenovallismo en realidad quisiera modificar su estilo autoritario, hace semanas que pudo haber tomado medidas para restablecer la legitimidad. Asumir la responsabilidad de la muerte del niño, dar condolencias, cortar cabezas, abrogar la Ley Bala de forma efectiva, impulsar un nuevo perfil en la SGG, abrir puertas y restañar heridas. Pero no: el Góber Bala se refugió en la mentira, precisamente, para no hacer cambios a su estilito cabrón.

 

 

En la mentira de la onda expansiva y de los infiltrados, Moreno Valle no necesita hacer cambios. Si los culpables son otros, no hay por qué entregar cabezas, dar condolencias, abrir puertas, restañar heridas. En sus cálculos salió indemne de la mayor crisis de su sexenio.

 

 

Claro, en sus cálculos. Otra cosa dirán en el Senado, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la comisión especial de la Cámara de Diputados, más, inevitablemente, organismos internacionales como la Corte Interamericana de DH, los medios nacionales de comunicación. La herida de Chalchihuapan seguirá abierta mucho tiempo.

 

 

**** Se agradece la solidaridad, pero no nos tiramos al piso. Escribió Julio Scherer que el periodismo es un oficio rudo por naturaleza: el que pega, después recibe. El ciberataque a nuestro portal, que ya dura tres días, es una respuesta a nuestra cobertura crítica en el caso Chalchihuapan. Ni nos amedrenta, ni nos amilana. ¡Venga!

 

 

 

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