Friday, 29 de March de 2024


El Góber Bala no es cosa juzgada: es difícil que acabe mejor, es probable que acabe peor




Escrito por  Arturo Rueda
foto autor
Para el PRI, lo mejor es que ya tiene contra argumentos para las campañas de 2015 y 2016. A Lydia Cacho se opone José Luis Tehuatlie. A La Célula, la Ruedota de la Fortuna y el miniteleférico. A Javier García Ramírez, las obras entregadas a fuereños y empresas con socios gubernamentales. A la ineficiencia del Centro Expositor, las obras con concreto hidráulico que se inundan con cada lluvia. Al cuarto lugar de pobreza, el tercero que consiguieron los morenovallistas. A la cuarta entidad más corrupta del país, la tercera que también consiguió Moreno Valle. Al robo flagrante al erario, las fotomultas y la privatización del agua

Hasta hace un año, Marín era impresentable e innombrable. Todavía cuando CAMBIO publicó las fotografías de la boda de su primogénito en la catedral, enlace santificado por el arzobispo Víctor Sánchez, las redes sociales reaccionaron con virulencia. Ladrones, cínicos, corruptos y rateros eran los mínimos epítetos que se lanzaban en ese momento, los mismos con los que los poblanos se expresaron en las urnas en 2010 para evitar que el marinismo continuara como grupo en el poder. La misma ira que despertó cuando el Góber Precioso se apareció en un acto de campaña de Enrique Peña Nieto en 2012, empañando su primera gira como precandidato. Reapariciones mediáticas posteriores no generaron mejor reacción, como cuando citó a sus cómplices a la conspiración del Luna Canela previo a las elecciones intermedias de 2013.

 

 

Pero el tiempo que todo lo desgasta, también desgastó el mal sabor de boca que dejó su gobierno. De forma imperceptible, el olvido se impuso. Cuando CAMBIO publicó las fotografías de su fiesta de cumpleaños 60 en junio pasado, las redes sociales dejaron de vomitar en contra del Góber Precioso. Fue el primer llamado a una modificación del clima social que no fue correctamente leído por el morenovallismo, quien siempre ha confiado en mantener el recuerdo de Mario Marín como un arma electoral contra el tricolor.

 

 

La reaparición de Marín en el Consejo Político Estatal confirmó esa modificación del clima social. Una rápida búsqueda en redes sociales indica que los poblanos reaccionaron con indiferencia. Para quien ha sido el villano favorito de la política poblana en los últimos ocho años, tal indiferencia es un logro. A excepción de tres o cuatro amanuenses morenovallistas que pusieron el grito en el cielo, las expresiones de agravio simplemente no aparecieron. Y vaya que si hay un reino de la virulencia ese es Twitter.

 

 

Hablamos, claro, de indiferencia. Nadie debe confundirse: no es que ningún poblano piense ahora que el de Marín fue un excelente gobierno, honesto, sin corrupción rampante a todos los niveles. Nadie le va a levantar un altar al precioso. Se trata de una amnistía una vez que Moreno Valle se ha convertido en el nuevo villano favorito en Puebla. La explosión de ese nuevo clima fue el escándalo de Chalchihuapan y la muerte del niño José Luis Tehuatlie, pero hay mucho detrás. Lo ocurrido en el último mes fue la chispa adecuada, pero los agravios son otros. Principalmente el autoritarismo, la poca capacidad negociadora, la ruptura de acuerdos con otrora aliados y el predominio de fuereños que se sirven del presupuesto.

 

 

Para el PRI, lo mejor es que ya tiene contra argumentos para las campañas de 2015 y 2016. A Lydia Cacho se opone José Luis Tehuatlie. A La Célula, la Ruedota de la Fortuna y el miniteleférico. A Javier García Ramírez, las obras entregadas a fuereños y empresas con socios gubernamentales. A la ineficiencia del Centro Expositor, las obras con concreto hidráulico que se inundan con cada lluvia. Al cuarto lugar el pobreza, el tercero que consiguieron los morenovallistas. A la cuarta entidad más corrupta del país, la tercera que también consiguió Moreno Valle. Al robo flagrante al erario, las fotomultas y la privatización del agua. Marín corrompió a todos para tenerlos aplacados; Moreno Valle beneficia a unos pocos con su corrupción.

 

 

Ojo, la discusión no es quién de ellos es mejor gobernador, sino quién es el menos peor. Hasta 2013, esa era una pregunta que ni siquiera existía, implanteable: por supuesto que Moreno Valle iba rumbo a convertirse en el mejor gobernador de la historia. Pero en un año echó todo a perder: la megalomanía lo llevó a perder las coordenadas de la realidad, sintió que los poblanos eran un simple escalón en la escalera del poder, y que el aparato administrativo se movía en automático pese a que cuadros como Fernando Manzanilla se habían ido. Acumuló heridos, errores, hasta que le estallaron en la crisis de Chalchihuapan.

 

 

La historia, por supuesto, no termina de escribirse. Mientras Marín ya es cosa juzgada, con todo lo malo y lo poco bueno que tuvo, a Moreno Valle todavía le quedan dos años antes de la cita con el destino del 2016. A falta del resolutivo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), la culpabilidad de Facundo Rosas arrastrará la investigación de Carrancá, así como a toda la medida del régimen. Pero en marcha siguen también las políticas que agravian a los poblanos, como las fotomultas y los tarifazos del agua potable.

 

 

El enojo de los poblanos sigue creciendo. El Góber Bala no es cosa juzgada. La tormenta del gobierno federal sigue de frente. Es difícil que acabe mejor, pero es probable que acabe peor de como está.

 

 

 

 

 

Valora este artículo
(0 votos)
comments powered by Disqus