Friday, 29 de March de 2024

Martes, 19 Mayo 2015 02:30

INE rebasado por la crisis del sistema




Written by  Carlos Ramirez

Como bien dicen que toda reforma electoral definitiva dura hasta las siguientes elecciones, el sistema electoral ha entrado en una zona de colapso por la ineficacia del Instituto Nacional Electoral y las limitaciones de su consejero presidente Lorenzo Córdova.


El dato más revelador de la profundidad de la crisis del INE se localiza en la decisión del consejo general para otorgarle el registro de candidato suplente a Marcelo Ebrard, a quien el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le había negado el registro como candidato propietario porque violó la ley electoral al hacer campaña simultáneamente campaña por dos partidos.

 

Con su decisión de registrar a Ebrard como suplente, el INE puso en entredicho al Trife y demostró que muchas de sus decisiones no se apegan a la legalidad institucional sino a los intereses de algunos grupos en pugna. Pero a ello se debe agregar una larga lista de desbordamientos ilegales de candidatos a cargos de elección popular violando las regulaciones del Instituto.

 

 El consejero presidente Córdova, impuesto por el apoyo del PRD y de López Obrador, ha carecido de fuerza personal para imponer los criterios institucionales. El Partido Verde, el propio López Obrador, los candidatos independientes, el PAN y el PRI, todos los organismos que participan en las elecciones, han rebasado los márgenes de legalidad sin que el INE tenga la decisión o la autoridad para controlar el proceso.

 

El actual INE fue producto de una condición puesta por el PAN de Gustavo Madero para que los panistas aprobaran la reforma energética en el Senado; sin embargo, se pasó del IFE destruido en el 2006 a un INE atropellado por todas las fuerzas políticas, incluyendo al PAN.

 

El principal problema que padece el INE radica en la participación interna de los partidos en las decisiones y por sentido triple: los partidos designaron a los consejeros como parte de negociaciones secretas entre ellos, los partidos tienen representantes en el consejo general y los partidos también participan en el consejo general como representantes de las fuerzas en las dos cámaras.

 

Mientras los partidos sigan tomando las decisiones electorales y se metan en los organismos electorales, las elecciones estarán contaminadas. El consejero presidente Córdova ha preferido conceder decisiones a todas las fuerzas, en lugar de asumir su condición de autoridad electoral máxima; es decir, no ha podido o no ha querido ponerse por encima de los partidos y someter a estas organizaciones a las nuevas reglas electorales.

 

Las señales enviadas por el actual INE en el proceso electoral legislativo intermedio de sexenio son algunos signos negativos en el sentido de que carecerá de fuerza institucional para operar el proceso electoral presidencial del 2018. Por tanto, la reforma electoral definitiva del 2014 tendrá que reformarse por enésima vez. Sólo que no habrá expectativas porque esas reformas se harán sin modificar la actual estructura del Instituto.

 

La única reforma viable del sistema electoral para evitar inestabilidades tendría que echar del seno del Instituto y del consejo general a los partidos y que los consejeros electorales dejen de ser instancias negociadas entre los partidos y asuman su condición de funcionarios profesionales en áreas específicas y no en un consejo general que no hace sino reproducir a pequeña escala la democracia a mano alzada. Más que votaciones democráticas por mayoría, el INE requiere reglas claras de funcionarios que hagan cumplir las leyes electorales.

 

La estructura actual del INE es una herencia del modelo del viejo PRI que se negó, después de las elecciones fraudulentas de 1988, a soltar el proceso electoral e inventó un monstruo intermedio controlado por los partidos --y el PRI como mayoría-- que paradójicamente son la parte esencial de las elecciones. De ahí la necesidad de echar a los partidos del INE y separar políticamente las elecciones de cualquier intervención de los partidos. Si no, entonces el país seguirá teniendo reformas electorales cada tres años y sin resolver la crisis electoral.

 

Alertas:

 

Famosas últimas palabras: “No soy Juanito ni pido fuero”: Marcelo Ebrard al forzar el registro como candidato suplente a diputado para subir una vez que renuncia el titular.

 

Es pregunta: ¿No será hora de debatir el papel de Televisa y su noticiero 24 Horas en el régimen autoritario del viejo PRI ahora que la Universidad Veracruzana quiere darle el doctorado honoris causa a Jacobo Zabludovsky.

 

La crisis que viene: La situación de vacío de poder en Guerrero está siendo desdeñada aunque las elecciones del 7-J podrían reventar en violencia provocada por los maestros guerrerenses.

 

 

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