Friday, 29 de March de 2024

Lunes, 18 Mayo 2015 02:29

Internet, el nuevo laberinto de la soledad




Written by  Javier Sanchez

Estar conectados no significa estar comunicados. Aunque nuestras vidas se rigen cada vez más por la tecnología, la sociabilidad es cada vez menor. Hoy, una comida de negocios, una reunión en familia, una convivencia con los amigos o una salida en pareja, está acompañada del móvil. Ya en broma se dice que “quien vaya por la calle con la frente en alto, es porque no tiene conexión WiFi”.


Es pertinente hablar de esta nueva cibersociabilidad en la celebración (17 de mayo) del Día Mundial del Internet. Porque hoy ya no hablamos, sólo enviamos mensajes. Hoy compartimos experiencias antes que vivirlas. Las relaciones son más virtuales que físicas. Incluso hay un término japonés –hikikomori–, referido a individuos que renuncian a su vida social y al contacto físico para vivir única y exclusivamente en el ciberespacio.

 

De acuerdo con Aruguete (2001), en la internet se establecen relaciones entre personas que no se conocen, con el propósito de construir lazos afectivos como la búsqueda de pareja, amistad, o compartir intereses afines. Y considera que “las redes sociales dan al anónimo popularidad, al discriminado integración, al diferente igualdad, al carente de afecto nuevas relaciones”. Yen el plano político, poder a los sin poder.

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En materia de conectividad, únicamente en México hemos pasado de 51.2 millones a 55.3 millones de internautas; un crecimiento del 8 % en el último año. Esto representa, según Octavio Islas (2015), el 46 % de los 120.4 millones de habitantes en el país. En término de hogares, poco más de una tercera parte (34 %) cuenta con servicio de banda ancha. Y si confiamos en los cálculos gubernamentales, la brecha digital habrá de reducirse considerablemente con la disminución en las tarifas de conexión.

 

Pero, ¿cómo entender estos datos duros en la nueva cibersociabilidad? Cómo entender el caso del amigo que va a una despedida de soltero y presume en su perfil de Facebook : “válgame Dios. Está por comenzar el show”. Y a continuación alardea: “le voy a pedir su teléfono a la stripper”. Se toma una selfie y la postea en su muro, para recibir como respuesta, además de los respectivos likes, la advertencia de su esposa: “Te espero en la casa… tenemos que hablar”.

 

O aquel amigo que se la pasa tuiteando o mandando mensajes en WhatsApp, telegram o snapchat en pleno viernes social, cuando la sociabilidad –cara a cara– se daba en el antro, el restaurante, el café o la reunión en casa de los amigos o de algún familiar. Incluso si llegan a encontrarse los amigos, prefieren conversar con el móvil que con su interlocutor. Esa nueva sociabilidad que provoca un saludo por la mañana a los seguidores en la red, antes que a su familia; o si está triste, molesto, o incluso no se le ocurre nada, también lo comunica.

 

 

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De esta obsesión por transmitir nuestras vidas han alertado los psicólogos, hasta cuyos consultorios han llegado los casos de quienes viven obsesionados por transmitir su quehacer diario. Por ejemplo, un estudio elaborado por psicólogos de la Universidad Napier de Edimburgo, revela que las personas con más amigos en Facebook (México alcanza la cifra de 50 millones de usuarios), tienen más posibilidades de sentirse estresadas o ansiosas por el uso de ésta red social.

 

Pero la metáfora del cibernauta sentado frente a su computadora y relacionándose virtualmente con sus contactos, en absoluta soledad, es una de las paradojas hacia la que nos dirigimos. Esa mayor sociabilidad podría ser más virtual que real, como la describe el filme Los Sustitutos que deja planteada la duda de cual es la realidad y cual la ficción.

 

Este filme de Jonathan Mostow, protagonizado por Bruce Willis, aborda el tema de la tecnología versus la humanidad, y está orientado a la belleza física: “esa constante obsesión de vernos bien en la red”. La pregunta, en la era digital de hacia dónde va la humanidad que pasa gran parte de su vida conectada es: “¿acaso yo soy real y todo lo que veo no es más que un sueño?

 

 

 

 

 

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