El primer candidato panista a la Presidencia de la República en esa nueva etapa, digamos, “empresarial”, fue Manuel J. Clouthier, que antes había sido presidente nacional de la Coparmex y quienes junto con él, invadieron al PAN, siendo llamados “neopanistas”.

Los viejos militantes, muchos de ellos lo habían sido desde su fundación, pasaron a ser “doctrinarios” o “tradicionalistas” o simplemente desaparecieron del panorama político nacional.

Los neopanistas no tuvieron consideraciones para nadie. Todos los que no pertenecían a la nueva corriente fueron tratados con cierto desprecio, con falta de consideración y sin ningún reconocimiento a la lucha que habían sostenido, durante medio siglo, por la democracia en México.

Ahora sus “achaques” se han agravado: el PAN ya no es el partido conservador mexicano heredero del conservadurismo católico tradicional que viene desde la Guerra de Independencia, que siguió luchando contra la Reforma y que también estuvo contra la Revolución de 1910.

El PAN de los ochenta fue lo que derivó, según el primer panista presidente de la República, Vicente Fox, en un partido de empresarios y para empresarios. Y así nos fue.

Luego, vino Felipe Calderón con quien empeoraron las cosas, y el PAN, tradicional opositor del PRI y del liberalismo, acabó siendo una muy mala copia del tricolor, que no sólo se acarreó los defectos de ese partido, sino que los llevó a límites nunca antes vistos.

Ambos gobiernos panistas fueron un verdadero desastre para el país, por la falta de oficio de quienes ejercieron el poder, su carencia de sensibilidad política y social y su total ineficiencia en el ejercicio del servicio público.

Hoy se cumplen 76 años de vida de un partido que si bien es conservador y en algunos aspectos francamente reaccionario, estuvo formado durante varias décadas por destacados abogados y profesionales universitarios de diversas ramas,  teniendo en sus filas a extraordinarios oradores como Efraín González Luna (su primer candidato a la presidencia de la república) José González Torres, Manuel Rodríguez Lapuente, Rafael Preciado Hernández, todos ellos destacados profesionales del derecho; hasta llegar a Hugo Gutiérrez Vega, que abandonó el PAN poco después de la campaña de Luis H. Alvarez, en la que fue un destacado orador. Hoy milita en la izquierda y es director de la sección cultural de La Jornada de la ciudad de México. Otro buen orador panista fue Diego Fernández de Ceballos.

A sus 76 años, que hoy cumple, Acción Nacional ha perdido la esencia de su ideología conservadora. Sigue siendo de derecha, pero de derecha capitalista, es decir, todo lo hace girar en torno al dinero y al poder.

Confronta fuertes divisiones internas, derivadas de haber llegado al poder federal y haberse mantenido ahí durante 12 años.

Sus ideales democráticos desaparecieron. Ni siquiera practica la democracia en sus procesos internos. Impone dirigentes, impone candidatos, su militancia no cuenta para nada.

Su votación se ha derrumbado. Después de dos triunfos seguidos para la Presidencia de la República, en la última elección quedó en tercer lugar y en votaciones regionales ha llegado a ocupar el cuarto y hasta el quinto.

De los estados en donde ha ganado gubernaturas, los únicos que mantienen gobiernos panistas han sido dos: Baja California y Guanajuato. Ni siquiera Jalisco, cuna de la Cristiada.

La división existente en el PAN de hoy, se debe a la lucha caciquil que sostienen Felipe Calderón y Gustavo Madero.

Pero algunos panistas consideran que la nueva dirigencia, formada por jóvenes, puede hacer el milagro de revivir a un partido que representa a una fuerza política histórica, el conservadurismo católico-nacionalista. Desde luego que ya no puede regresar a sus viejas posiciones, pues México y el mundo han evolucionado y ellos no pueden quedarse en la Edad Media, cuando hasta la Iglesia Católica ha cambiado. Pero pueden encontrar la forma de modernizar en parte sus viejas posturas ideológicas y mejorar su relación con la sociedad mexicana de la que siempre han estado alejados.

Mañana es el día en que se inició, en 1810, lalucha por la Independencia nacional.

En Puebla se recuerda con especial entusiasmo, la participación de sus habitantes, principalmente de la Sierra Norte. Poco se habla del papel que los habitantes del sur del estado desempeñaron con gran éxito en la lucha por la Independencia. Les platicaré algo de eso en nuestra siguiente entrega del jueves.