Friday, 19 de April de 2024


El día que la reforma educativa fracasó




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El entusiasmo inicial de una reforma que cambiaría la vida de 20 millones de niños parece llegar a su fin.

En un artículo publicado el día de ayer en el periódico Reforma, Claudio X. González presidente de Mexicanos Primero habló de la preocupación creciente de que la tan cacareada Reforma Educativa no llegue a cuajar. Con el fin de comprender la razón de este pensamiento, cito textualmente un fragmento de lo publicado y pongo en negrillas algunas partes que considero medulares.

 

 

El empuje inicial de la administración del Presidente Peña Nieto hacia la reforma educativa parece menguar. El gobierno ha fallado en la comunicación de los beneficios y la trascendencia de la reforma constitucional y ha permitido que las voces mentirosas e interesadas en conservar las prebendas del pasado ganen espacio, en particular entre el magisterio. Por otro lado, no está preparando con celeridad y contundencia los cambios institucionales que demanda la reforma en la SEP y el INEE. Tampoco está empujando con ahínco sus proyectos de legislación secundaria, mismos que languidecen (sobre todo el clave, el Servicio Profesional Docente) en mesas derivadas del Pacto que pocos incentivos tienen, ante la inacción del Ejecutivo, para adelantar y concretar los trabajos. La SEP tiene que hacer la tarea.

 

 

Ante el reciente entorno electoral, las cúpulas sindicales parecen haber recobrado terreno. Sus desmanes soterrados (SNTE) y abiertos (CNTE) van impunes. Su capacidad de chantaje parece repuesta.Sus líderes una vez más se placean en eventos con el Presidente, el Secretario de Educación y en las mesas de negociación del Secretario de Gobernación. Hay que entenderlo de una buena vez. Si no se les arrebata el control de la educación a estos grupos cupulares y corruptos, no habrá educación de calidad en México. Si queremos una mejor educación y un mejor México, hay que atreverse.

 

 

Por otro lado, el Pacto sufre desavenencias internas y los Partidos que lo conforman sufren de malos momentos (PAN) y apego clientelar (ciertas facciones del PRD e inclusive del PRI). Algunos legisladores sostienen que nunca se debe separar del cargo o despedir a un maestro, así repruebe en repetidas ocasiones las evaluaciones. Argumentan que eso sería punitivo y contrario a los derechos de los maestros. ¿Y los derechos de los niños? Olvidan lo profundamente punitivo que es para los alumnos tener a maestros reprobados en el aula o a decenas de miles de comisionados y aviadores cobrando como maestros sin serlo”. Fin de la cita.

 

 

Si la Reforma Educativa fracasa, siendo la más importante por el sencillo hecho de que toca cada hogar y familia de México, ¿qué podemos esperar de todas las demás?, la indiferencia de los mexicanos no debe ser la gasolina que aliente las ambiciones de un grupo reducido que busca a toda costa mantener el status quo. En las próximas semanas seguramente veremos a miles de acarreados y manipulados manifestándose en las calles en contra de los cambios que se propondrán a las leyes energéticas, ¿Cuándo veremos a las millones de personas que están cansadas de ver como la educación de sus hijos se desploma salir a la calle a defenderlos?, si seguimos como sociedad indolente a este hecho tan lamentable, entonces tal vez tenemos la educación que merecemos. Yo me niego completamente a creer esto.

 

 

Hace muchos años un joven presidente de los Estados Unidos llamado John F. Kennedy invitó a su conciudadanos a pensar en lo que ellos podían hacer por su país antes que en lo que podrían recibir de el. Usando este pensamiento tan válido el día de hoy como lo fué hace más de 40 años, la pregunta que deberíamos hacernos es qué podemos hacer por la educación de nuestros hijos antes de dejarla en manos de otros. Lo líderes políticos y sindicales no tienen en su mente la misma preocupación que usted y yo tenemos por la sencilla razón de que sus hijos no asisten a escuelas públicas. Ellos no tienen que llenarse de zozobra cuando hay un cambio en la dirección de la escuela, ni de indignación cuando excelentes docentes reciben exactamente el mismo sueldo que otros a los que difícilmente podemos llamar por este título. Estamos cansados de que nuestros hijos pierdan días y días de clases bajo miles de pretextos ninguno de ellos ligado a la mejora directa de su educación. Nos hemos hartado de ver que cuando un maestro enferma nuestros hijos tengan que juntarse con otro grupo en el mejor de los casos para recibir clases junto con otros 100 niños,y en el peor de los casos que no puedan ir a la escuela simple y sencillamente porque no hay un maestro suplente cuando hay miles de aviadores que se la pasan operando elecciones que nada tienen que ver con su pago y función real. Nos indigna que los baños, salones y direcciones den lástima cuando los principales líderes sindicales y políticos pueden mandar a sus hijos a vacaciones all-include a lugares con retretes hechos de oro. Nos lastima profundamente que maestros sin el perfil ni la vocación requerida sobajen y lastimen la integridad de nuestros hijos gritándoles y tratándolos como seguramente nunca tratarían a sus propios hijos. Ese hartazgo solo lo pueden tener los millones de mexicanos que vivimos esta realidad, -no en un tintero o en una mesa de diálogo-, sino en el rostro de tristeza y dolor de lo más valioso que tenemos en nuestras vidas.

 

 

El llamado de Claudio no es para los líderes políticos que actúan bajos sus propios intereses y tiempos. Es una llamado para que cada madre, padre, abuelo, abuela, hermano y hermana que tengan a un ser querido en el sistema educativo levante su mano y diga que ha llegado la hora de darle lo mejor de nuestro México a nuestros niños.

 

 

 

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