Ayer se comentaba en los cafés, en pláticas de amigos y entre personas de diversas clases sociales, la destitución del secretario de la Profeco, Humberto Benítez, por el escándalo que provocó su hija Andrea, al ordenar la clausura de un importante restaurante de la ciudad de México, porque no le dieron una mesa, que no había apartado, en el lugar que ella quería.

Se comentaba también, la acusación de Pemex contra el ex secretario particular de Felipe Calderón, cuando ocupó la presidencia de la república, y ex dirigente nacional del PAN, César Nava, que está implicado, según el departamento jurídico de la paraestatal, en un fraude millonario en dólares contra la empresa petrolera mexicana para beneficiar a dos consorcios extranjeros.

Muchos comentarios mereció la confesión del ex gobernador de Tabasco, Granier, sobre su guardarropa, que comprende 500 pares de zapatos, mil camisas, 400 trajes y así por el estilo, y la justificación que hace sobre esas declaraciones, afirmando que estaba en estado de ebriedad, olvidándose del sabio refrán que dice que “los niños y los borrachos, siempre dicen la verdad”.

Todos los comentarios que escuchamos y que incluso provocamos, fueron de un “ya basta”.

México ya cambió

Los políticos no se han dado cuenta de que la conducta importa-madrista, desentendida, agachona, de los mexicanos ha dado paso a una actitud crítica, exigente y hasta intolerante, ante los abusos que políticos y descendientes de los políticos cometen en todas partes.

Hay una decepción terrible y hasta peligrosa, del pueblo hacia sus políticos y sus partidos.

La falta de confianza, la falta de respeto de la población en general hacia políticos y partidos, se la han ganado a pulso.

Se inició con los desplantes autoritarios de Carlos Salinas de Gortari y sus tecnócratas. Impusieron el sistema económico neoliberal que va en contra de todo lo que establecen los documentos básicos del Partido Revolucionario Institucional en lo concerniente al manejo de la economía nacional y a la política social de la Revolución Mexicana.

Y acabaron entregando el poder al PAN, para que continuara su obra demoledora contra todo lo logrado por los gobiernos nacionalistas y revolucionarios de la época post-revolucionaria. Es decir, para que siguiera el trabajo de derechización del gobierno de la república.

Los resultados de esa política han sido los que estamos viendo: alta corrupción, el surgimiento de una clase que se cree superior al resto de los mexicanos, el deterioro de la educación, el desempleo, la pobreza, la alta criminalidad, el incremento de la delincuencia organizada y desorganizada, la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y el aumento increíble de la pobreza y de la pobreza extrema.

Como ya hemos comentado varias veces: los partidos han perdido su ideología, carecen de estructura y de organización o la tienen en forma muy modesta. Los partidos pues, en la forma en que están funcionando, sólo sirven para hacer escándalos en épocas electorales y para colocar en puestos oficiales a los consentidos de sus cúpulas.

Cada partido recibe apoyos económicos de los gobiernos federal y estatales, millonarios, y no sirven para gran cosa.

¿Se justifica la existencia de tantos partidos si a final de cuentas la lucha electoral se concreta a dos coaliciones encabezadas por el PRI y el PAN en Puebla, como en otros estados la encabezan PRI y PRD?

La falta de cuadros

Ningún partido, ni PRI, ni PAN, ni PRD, tienen cuadros bien capacitados para asumir con éxito candidaturas a las presidencias municipales, diputaciones locales y federales, etc.

Eso de que las ideologías han muerto, frase que se inventó después de la caída del muro de Berlín, que marcó el final del socialismo en los países de la Unión Soviética, fue tomado muy en serio por la mayor parte de los políticos mexicanos.

Aquí entre nosotros, efectivamente las ideologías han muerto.

Si usted se pone a contar la cantidad de priistas que andan de candidatos en los partidos con registro, se llevará una agradable o desagradable sorpresa.

El problema es que ningún partido, ninguno de los tres más importantes, cuenta con un sistema de capacitación política, para formar ideólogos, líderes y servidores públicos de calidad. Todos están en la calle.

La gente no sólo lo intuye, lo sabe perfectamente. Por eso ahora, cualquier hijo de vecino quiere ser diputado, presidente municipal o de perdida, regidor. Nadie sabe qué diferencia hay entre el PRI y el PAN o entre el PRD y su aliado PAN, o entre PRD y su primo-hermano PRI. Por eso las campañas políticas son planas en lo ideológico y agresivas en lo concerniente a “guerra sucia”. Por eso surgen agrupaciones de “ciudadanos” como Actívate por Puebla que vienen a sustituir a los organismos empresariales de los tiempos del priismo clásico y que asumen un papel protagónico, criticando “en nombre de la ciudadanía” a funcionarios y gobiernos y que organizan debates entre los candidatos. Este tipo de organizaciones son eminentemente electoreras. ¿O usted ha sabido de alguna labor social o política que lleven a cabo en época no electoral?

Notas breves: Se abrió ayer el registro de candidatos para dirigir la Sección Uno de Puebla, del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social y una de las aspirantes a la Secretaría General que se inscribió ayer mismo, fue Silvia Espinosa Acosta. Hay la petición a la dirigencia nacional del sindicato, de que se inscriba a todos los aspirantes y que sean las bases las que decidan a quien quieren para dirigirlos en los próximos seis años, porque ahora el cargo será por un sexenio. Los trabajadores del IMSS en Puebla suman 16 mil en total… Todo parece indicar que el debate de candidatos a la presidencia municipal de Puebla se hará entre los tres inscritos y no sólo entre dos: Enrique Agüera Ibáñez, Antonio Gali Fayad y Miguel Ángel Ceballos López, del PT, que ya quedó registrado. Si hay tres candidatos inscritos, lo lógico, lo justo, lo “democrático” es que en los debates se incluya a todos. Agüera, Gali y Ceballos, tienen cosas que decir y serán los ciudadanos quienes los evalúen. Cuando en las cúpulas partidistas se ponen de selectivos, ya se amoló todo. Cada uno tiene sus propuestas y tienen derecho a expresarlas, como hace nueve años Mario Marín ofreció una policía que llegaría en cinco minutos al lugar donde se hubiera cometido un delito y se hubiera solicitado su auxilio; Antonio Díaz García, “El Mosco”, del PAN, ofreció que su policía llegaría tres minutos después de haber solicitado su auxilio y Emilio Maurer, del PRD, ofreció que con él como presidente, la policía llegaría “antes” de que se cometiera el delito (esa sí iba a ser preventiva). A ver con qué ocurrencias nos salen ahora los candidatos. Por lo pronto sólo se tiene la seguridad de un debate. Hay candidatos a diputados locales, que también tienen interés en debatir. Pero realmente se necesita que los aspirantes a diputados debatan. Sobre qué, si una vez en su Curul, sólo esperarán las iniciativas del Ejecutivo para aprobarlas. Así ha sido desde siempre, hasta ahora, con un breve espacio más o menos democrático en los tiempos del doctor Alfredo Toxqui, cuando los partidos opositores eran PAN, PARM y PPS.