Los cinco sexenios anteriores al actual, fueron alumnos aplicados de los neoliberales gringos y dóciles a los dictados del Consenso de Washington. Implantaron una política económica devastadora, que hundió en la pobreza alimentaria a 28 millones de mexicanos a los que ahora se pretende apoyar para que salgan de su terrible situación. Quince millones de ellos, están en la indigencia.

En forma inicial, se dijo, serán atendidos los 400 municipios más golpeados por la pobreza, entre ellos el municipio de Puebla.

Los 30 años que hemos estado sometidos a los dictados del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, se incrementó el número de pobres y el de pobreza extrema.

Muchas familias que vivían en estándares de clase media bajaron varios escalones hasta quedar en el rango de pobreza y muchas familias pobres bajaron a la pobreza extrema.

Durante el régimen de Felipe Calderón fuimos el país latinoamericano que, junto con la centroamericana república de Honduras, hizo menos para abatir los índices de pobreza de su población.

En la lucha contra la pobreza y la pobreza extrema todos los países de la región nos superaron, pero Uruguay, Chile, Costa Rica, Perú y Ecuador, nos superaron con gran ventaja.

El gobierno panista de Calderón no podía hacer nada a favor de los pobres, ni brindar apoyo al campo, pues los gastos de guerra contra el narcotráfico eran sumamente cuantiosos. Además, había gastos millonarios para construir una torre luminosa por el bicentenario, que nadie sabe para qué diablos sirve, y otros gastos estratosféricos innecesarios, inútiles, que se hicieron durante todo el sexenio pasado.

Los panistas en el gobierno federal demostraron su insensibilidad social y su falta de oficio político y, al final, grandes personajes del panismo acabaron implicados en actos de corrupción para autorizar el funcionamiento de casinos.

Somos un país que importa la mayor parte de sus alimentos básicos, empezando por el maíz y el frijol, y el trigo y el arroz. Nuestros campos están prácticamente abandonados. Hemos caído en lo que se llama “dependencia alimentaria” que quiere decir, que el día — como ocurrió el año pasado— en que Estados Unidos, nuestro principal abastecedor, salga con que perdió sus cosechas de maíz por la sequía y que lo que tiene almacenado y se lo venderá a China porque lo paga mejor, pues lo utiliza para hacer etanol (combustible que se elabora del maíz) estamos fritos.

México tuvo que importar maíz de Sudáfrica y frijol del Perú, porque lo que aquí se produce no alcanza para abastecer a nuestra población.

El gobierno de Calderón terminó su sexenio, dejando una estela de muerte, de hambre, de desempleo, algo que reconocen incluso muchos panistas. Recomponer las cosas, reconstruir lo destruido, reorganizar a un país de más de 100 millones de habitantes está en chino. Pero bueno, Peña Nieto ya está dando algunos pasos que esperamos resulten de beneficio para el país.

Por si algo faltara

En su despedida, el gobierno de Felipe Calderón importó azúcar sin necesidad, según nos dijo Miguel Ángel Sosa Guzmán, dirigente en Atencingo, de la Confederación Nacional de Productores Rurales, que en esa zona cuenta con 6 mil miembros.

Ese hecho es la causa del derrumbe del precio del dulce, lo que afecta directamente a los productores de caña de la región sur del estado, una de las zonas de más alta productividad del país.

De la producción nacional del dulce, 60 o 70 por ciento es suficiente para abastecer al mercado interno y el resto debería ser exportado.

Pero resulta que el gobierno federal cobra multa a las empresas refresqueras que utilizan azúcar en la elaboración de sus productos y las obliga a importar fructosa, que es de más fácil manejo en la mencionada industria.

México sólo tiene una planta productora de fructosa, que está instalada en Jalisco, pero su producción es insuficiente para abastecer a las refresqueras, por lo que tienen que importarla de los Estados Unidos.

¿Alguien entiende esto? Producimos azúcar suficiente para abastecer nuestro mercado interno y nos alcanza para exportar, pero en vez de eso importamos esa misma azúcar y además se obliga a las empresas refresqueras a utilizar otro tipo de dulce, que tenemos que importar porque aquí no se produce. Que alguien me explique.

Dice don Miguel Ángel Sosa Guzmán que el sector más perjudicado con esta absurda política es el de la caña, ya que los ingenios castigan el precio de la materia prima para evitar el desplome de sus utilidades y los comerciantes o intermediarios hacen lo propio.

Por algo los productores de caña pertenecientes a otra organización, la CNC, tomaron las instalaciones del ingenio de Atencingo. Su objetivo, según el dirigente de esa organización, Gabriel Conrado González, es el de presionar al gobierno para que cambie la política que dejó implantada el régimen panista de Felipe Calderón y que tanto perjudica a la industria azucarera nacional.