Friday, 26 de April de 2024


Los güevos prudentes de Pablito Fernández del Campo




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El berrinche de Pablo y Natale quedará como una anécdota de campaña, ocurrencia genial del capo del cartel de Colima, que no modificará en nada la ruta de los comicios porque además de sus güevos prudentes, los dirigentes de la alianza “5 de Mayo” debieron llevar otras dos cosas: pruebas y dignidad

Pablo Fernández del Campo y Juan Carlos Natale tienen güevos y los demostraron en la firma del adéndum del Pacto por México, que blinda los programas sociales del gobierno federal y local. Sin embargo, sus güevos son prudentes. Patalearon por la elección de estado, hicieron berrinche por las fotos de la revista Líder y se tiraron al piso porque no hay cancha pareja. Y sin embargo, no se pararon de la mesa. Firmaron el acuerdo, se sacaron la foto y se despidieron cordialmente del gobernador. Total, puro show e incongruencia.

 

 

Pablito tuvo sus 15 minutos de fama al estilo de Andy Warhol, y aliado con Juan Carlos Natale, decidió desquitar la diputación plurinominal que tanto trabajo le costó obtener desde la dirigencia estatal. Su puesta en escena, sin embargo, no fue original. La sangre panista llama: el líder tricolor decidió inspirarse en Gustavo Madero, quien puso en jaque el Pacto por México al denunciar la red de complicidades entre los funcionarios de la Sedesol y el gobierno de Veracruz. Pero el líder nacional del PAN tenía audios, evidencia comprometedora, seria. ¿Y Pablito?

 

 

Pues nada, viejas fotos muy vistas que no pusieron a temblar a nadie, a excepción del delegado federal de la Segob que vio con estupor cómo Fernández del Campo manchaba el Pacto por México que el presidente Peña Nieto se ha propuesto salvar a toda costa como su mejor instrumento de gobernabilidad e incluso como arma para dividir a su oposición. Solamente a alguien tan tonto como Pablo se le podría haber ocurrido irse por la libre en un asunto de tal gravedad.

 

 

Pero Moreno Valle no dejó pasar la oportunidad que Pablito le puso en bandeja de plata. En su discurso lo tildó de ignorante por desconocer la ley electoral y defendió sus derechos políticos de participar, si así lo decide, en la campaña en sus tiempos libres. Fernández del Campo, que quiso exhibir, salió exhibido.

 

 

El berrinche de Pablo y Natale quedará como una anécdota de campaña, ocurrencia genial del capo del cartel de Colima, que no modificará en nada la ruta de los comicios porque además de sus güevos prudentes, los dirigentes de la alianza “5 de Mayo” debieron llevar otras dos cosas: pruebas y dignidad. Pruebas contundentes para demostrar, como es evidente, que hay un apoyo decidido del morenovallismo a favor de sus candidatos. Y dignidad para sostener sus aseveraciones, rechazar la firma del adéndum y pararse de la mesa hasta que les den sus condiciones de equidad.

 

 

Mientras tanto, sin pruebas ni dignidad, todo es puro show de Pablito para justificar ante los jerarcas nacionales que sí trabaja, que enfrenta a un monstruo, y que si pierde los comicios, fue por culpa de un aparato que los arrasó de forma inmisericorde. Y que si llega a ganar, es producto de una gesta heroica que será cantada por varias generaciones.

 

 

Pero si César Camacho e Ivonne Ortega quieren hacer su trabajo de jueces del desempeño de Pablo Fernández del Campo y Fernando Moreno Peña a quien deben de preguntar es a Enrique Agüera, candidato a la alcaldía y quien sufre a diario a tan insignes personajes. Simplemente, entre candidatura y dirigencia hay un cortocircuito: ni se tragan ni se digieren. Y pese a ello, el ex rector va subiendo en las encuestas.

 

 

En algún punto de la campaña Pablito decidió ignorar a su candidato a la alcaldía. Borrarse de la batalla por la joya de la corona. Ni contesta las llamadas del ex rector, ni atiende sus peticiones, ni le da a conocer informes electorales. Vaya, ni lo ve ni lo oye, al igual que el delegado Moreno Peña, quien no se cansa de calificar de soberbio e intransigente a Agüera. Y de afirmar que la derrota será su culpa.

 

 

Pablito, pues, no dirige el partido ni es líder de los priistas. Se trata de un burócrata de partido encumbrado por las circunstancias que espera el final de la campaña para subirse al carro de los triunfadores o para dar el pésame a los perdedores, mientras, desde ya saborea su diputación plurinominal.

 

 

Ya tiene para contar a sus nietos la historia de los güevos prudentes en la firma del adéndum del Pacto por México.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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