Saturday, 20 de April de 2024


El futuro incierto del gobierno morenovallista




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La indefinición en la carrera presidencial hoy le pasa factura a Moreno Valle: el nuevo gobierno federal lo ha puesto bajo sospecha. Sospecha de haber favorecido a López Obrador en 2012. Sospecha de ser un aliado incondicional de Elba Esther. Sospecha de ser un potencial aspirante presidencial en 2018

 

@Nigromanterueda

 

A diferencia de la parsimonia con la que gobernó Mario Marín y sus antecesores, el sexenio morenovallista avanza a velocidad de vértigo. Moreno Valle tiene prisa y acicatea a sus empleados para trabajar a la misma celeridad. Si la tarea periodística es una curaduría de la información, una selección de lo importante y un descarte de lo banal, al tramo dos de la administración sin duda lo caracteriza la revolución de la infraestructura y la llegada de Audi. La celeridad del morenovallismo, sin embargo, tenía un sentido: el riesgo real de que el apoyo incondicional de la Federación a su gobierno se trastocara con el resultado de las elecciones federales. Fue una profecía autocumplida: las gélidas relaciones con el nuevo gobierno de Enrique Peña Nieto indican que los cuatro años restantes no tendrán la complacencia que recibió de Felipe Calderón y su gabinete.

 

 

El morenovallismo, pese a sus prisas, empieza a sufrir el desgaste del tiempo que todo lo marchita. El bono de la alternancia se agotó, pero Moreno Valle lo entendió: su urgencia es construir una legitimidad de resultados. Un gobierno sostenido por la eficiencia, por su puntualidad en la entrega de obras, impecable en la gestión de los dineros públicos, a salvo de las penurias de la contratación de deuda que acosan a otros gobernadores y alcaldes. La administración morenovallista no se detiene, como presume en sus promocionales del Segundo Informe.

 

 

La prisa tiene otro sentido: hasta el 30 de noviembre de 2012, Moreno Valle recibió un trato privilegiado de la Federación. Dineros, programas, designaciones de Pueblo Mágico, fluyeron sin conflictos. El gobernador poblano tenía tres anclajes diferentes. Uno, el presidente Calderón, con el que hizo campaña en 2006. Dos, su amistad con el poderoso secretario de Hacienda, Ernesto Cordero. Y tres, por si algo faltara, el madrinazgo de Elba Esther Gordillo, poder fáctico que llenaba de miedo a todos los funcionarios panistas.

 

 

Pero era obvio que el 1 de diciembre todo podía cambiar, sobre todo porque Moreno Valle nunca terminó de acomodarse en la carrera presidencial del 2012. Con la candidata de su partido, Josefina Vázquez Mota, carecía de química por el pleito con “La Maestra” Gordillo. Con López Obrador nunca hubo acercamiento, sino diferencias, y su verdadero favorito, Enrique Peña Nieto, no era de su partido y una operación a su favor hubiera sido descarada. Al final, no quedó bien ni con Dios ni con el Diablo: el tabasqueño ganó la entidad, Peña Nieto se quedó en segundo, y la abanderada de su partido se fue al tercero.

 

 

La indefinición en la carrera presidencial hoy le pasa factura a Moreno Valle: el nuevo gobierno federal lo ha puesto bajo sospecha. Sospecha de haber favorecido a López Obrador en 2012. Sospecha de ser un aliado incondicional de Elba Esther. Sospecha de ser un potencial aspirante presidencial en 2018. Los tiempos, pues, no son propicios para el gobernador poblano que debe hacer méritos para ganarse la confianza de Peña Nieto y sus hombres con hechos y mensajes políticos concretos. Pero esos mensajes no son lanzados.

 

 

Por ejemplo, el gobierno morenovallista no ha colocado la reforma educativa en las prioridades del Congreso local, amparándose en el Segundo Informe. Hasta el día de hoy ya le han dado la afirmativa 12 legislaturas estatales, y sólo faltan cinco más para que se considere avalado por el Constituyente Permanente. Si Puebla aprueba la reforma educativa después de la entidad 17, poco valor tendrá su voto ya para el equipo de Peña Nieto.

 

 

Moreno Valle es preso de su lealtad a Elba Esther Gordillo, y como lo accesorio sigue la suerte de lo principal, también el gobernador poblano se ha colocado bajo la sospecha de ser una resistencia al régimen tricolor. Hace un año, en el Primer Informe de Gobierno, Gordillo fue la invitada principal. Hasta ahora no se ha confirmado si vendrá el martes. Y en caso de presentarse, sería otro punto de demérito ante Peña Nieto.

 

 

Por último: Moreno Valle también está bajo sospecha por sus aspiraciones presidenciales en el 2018, tanto que le copió a Peña Nieto varias de sus estrategias de posicionamiento nacional. Además de la vinculación con Televisa, también su presencia en TODOS los informes de sus homólogos para que a su vez, ellos se vean comprometidos a asistir al suyo. No en balde hasta ayer había 25 gobernadores confirmados, lo que no es muestra de músculo sino de reciprocidad política.

 

 

De aquí en adelante, escribí hace semanas, todo será una cuesta arriba para el gobernador poblano. Por ello no dudo en afirmar que su Segundo Año fue el mejor, y que el anuncio de la inversión de Audi, su pináculo. En lo sucesivo la entrega de recursos será más lenta, y los mejores proyectos se los apropiará la Federación, como el segundo piso de la autopista. El ritmo de la infraestructura será más lento, y muchas piedras en el camino van a ser colocadas.

 

 

El segundo año de gobierno debe calificarse como exitoso, pero en el futuro hay un camino incierto. Sin embargo, Moreno Valle ha demostrado de sobra que los retos lo hacen crecer, y que siempre encuentra un camino de salida.

 

 

**** Chucho Ramos, de columnista a novelista. El próximo miércoles el afamado columnista Jesús Ramos, autor de “Por las entrañas del poder”, debuta como novelista con la presentación de Soy Lupita, una obra literaria sobre la epopeya religiosa de la Virgen morena y su triunfo como la madre icónica de los mexicanos. El texto, publicado por Barrera Editores, será distribuido en México y Estados Unidos. La invitación es a la biblioteca Palafoxiana a las 11:30 horas del miércoles. Imperdible.

 

 

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