Friday, 26 de April de 2024


Esparza ya es rector. ¿Ahora qué viene?




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La BUAP necesita más dinero para extender su modelo de calidad educativa. Ya no basta presumir que se recibieron tales o cuales certificaciones, como tampoco que las grandes calificadoras avalan el manejo de las finanzas públicas. La universidad necesita un salto de calidad.

El QS World University Ranking 2013, el catálogo de la calidad académica de las mejores universidades del mundo, le ha puesto a Alfonso Esparza Ortiz su gran reto luego de conseguir la legitimidad que da el 74.5 por ciento de la participación en la elección de rector. La BUAP aparece ahí, muy muy lejos de los principales centros universitarios del mundo, más allá del lugar 700. Lejos también de la institución mexicana mejor consolidada, por supuesto, la UNAM en la posición 163. Pero por delante de la BUAP aparecen otras instituciones públicas. Del 651-700 encontramos a la Autónoma Metropolitana y la Autónoma del Estado de México. Del 650-600 del ranking está la Universidad de Guadalajara y entre el 551-600 el Politécnico Nacional. La misión de Esparza Ortiz, quien todo indica tendrá un largo y estable rectorado, es trepar en ese ranking por lo menos a niveles de la UDG.

 

 

El ex tesorero se encuentra ampliamente legitimado. Tomó distancia de los excesos del pasado agüerista y lanzó un mensaje de austeridad a una comunidad que se acostumbró a aceitar sus disputas a través del dinero. También tiene sagacidad política: lejos de tomar bando en las elecciones intermedias, pese a la amistad que lo une con Enrique Agüera, apostó por la institucionalidad. Sacó a la BUAP del conflicto, cumplió sus acuerdos con el morenovallsimo y obtuvo un salvoconducto para transitar a su propia era. No escuchó los cantos de las sirenas, pero tampoco traicionó al amigo. Repartió el juego de forma inteligente.

 

 

Tampoco se dobló ante las presiones. La Ley Orgánica de la BUAP blinda la institución de posibles injerencias externas. Todos los gobernadores desde Manuel Bartlett Díaz hasta Moreno Valle han querido meter mano en la elección de rector, y todos han fracasado. Los requisitos de elegibilidad, en especial la categoría de académico titular con tiempo completo categoría C es algo que tarda en conseguirse. No se obtiene de la noche a la mañana, pueden pasar hasta 10 años. La universidad está blindada, pero tampoco vive aislada. Es autónoma, pero necesita de la cordialidad con el gobierno federal, estatal y municipal para avanzar.

 

 

Las injerencias del exterior deben pactar con personajes al interior de la BUAP. Guillermo Nares, director de la Facultad de Derecho y fallido síndico con Antonio Gali, quiso jugar ese papel. Quiso vender la idea de que Esparza Ortiz necesitaba un equilibrio interno. Tocó la puerta en varias ocasiones para ofrecerse. Reclamó que no lo dejaran abandonado. Amedrentó con ventilar una impugnación. Ningún argumento fue válido. En Casa Puebla simplemente no lo pusieron en el radar. Se quedó esperando, y ahora a merced de Esparza que ya le ha pedido su jubilación.

 

 

Eukid Castañón, guardián de los intereses del estado, cerró la puerta a abrir una falsa disputa al interior de la BUAP, dándole a Nares una posición desde la que ejerciera de cuña a Esparza. ¿Por qué generar inestabilidad donde no la hay? Porque ése fue el principal atributo que el morenovallismo encontró en el rector interino que hoy se convierte en titular: su capacidad de articular a los grupos al interior de la institución, los resabios del pasado reciente y lejano, y darles cohesión y dirección.

 

 

¿Pero cuál es la nueva dirección? Esparza Ortiz ha repetido numerosas veces que su prioridad es mirar hacia dentro de la BUAP, alejarse de las tentaciones políticas. Conoce el canto de las sirenas porque al lado suyo tiene ejemplos exitosos —Doger— y también fallidos —Agüera—. Si el rector ha decidido mirar hacia dentro de la universidad y no usarle como un trampolín, necesita parámetros de su éxito.

 

 

La BUAP necesita más dinero para extender su modelo de calidad educativa. Ya no basta presumir que se recibieron tales o cuales certificaciones, como tampoco que las grandes calificadoras avalan el manejo de las finanzas públicas. La universidad necesita un salto de calidad. Y el único salto posible es alentar la investigación para consolidarse como una de las cinco mejores universidades del país, y luego, trepar en el ranking internacional de QS.

 

 

Paso a paso: en el mismo ranking de QS para América Latina, la BUAP se colocó en la posición 77. ¿Tan difícil es mejorar en las universidades de nuestra región? La UDG y la Autónoma de Nuevo León se ubican en las posiciones 60 y 61. Antes, en el 48 la Udlap y en el 33 la UAM. ¿Qué necesitamos para subir?

 

 

Los restos, pues, están a la vista. Alfonso Esparza, con su nueva legitimidad, deberá elegir un equipo de trabajo que permita por un parte consolidar el trabajo interno, pero por el otro mirar hacia la internacionalización. Si las tentaciones políticas no están a la vista, es hora de consolidar la academia y el conocimiento. El periodo 2013-2017 es una buena oportunidad para arrancar.

 

 

 

 

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