Wednesday, 24 de April de 2024


Además del payaso de las cachetadas, en el PRI también hay bufones




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Aprovecha la coyuntura lanzándose contra el contralor acusándolo de estar detrás de los cinco diputados traidores al tricolor. Imberbe, no comprende que lo único que hace es engrandecer el mito de Eukid Castañón como el “Operador Fantasmal” del gobernador, ubicuo y omnipresente. Si no es cierto que operó la renuncia de los desertores, seguramente querrá que lo siga diciendo

El esperpento en que se ha convertido el PRI poblano arranca con Pablito Fernández del Campo, el payaso de las cachetadas, pero no termina ahí. Al proceso de degradación contribuyen personajes de alto y bajo calibre que imponen sus agendas personales más allá de los intereses de su propio partido. El dirigente estatal es un reflejo de la podredumbre, pero no es el único. Por aquí y por allá se les ubica en su miseria. Interesante es el caso de Edgar Salomón Escorza: principal porrista del gobernador Rafael Moreno Valle, vanagloriado de su cercanía entre 2011 y 2012 cuando se ufanaba de su alianza con el grupo en el poder, ahora los abomina a consecuencia de la humillante derrota que le propinaron en las elecciones intermedias en su fallido intento por gobernar San Martín Texmelucan. Sus oportunistas declaraciones en contra de Eukid Castañón lo retratan fielmente: primero tapete, luego intento de opositor, finalmente resentido.

 

 

El viaje interior del joven texmeluqueño refleja fielmente sus ansiedades presentes. Luego de ser uno de los priistas que se salvó del desastre en 2010, comenzó a beber los vientos por el gobernador Moreno Valle, a quien no en pocas ocasiones llamó su “maestro en la política”. Su enorme vocación de tapete provocó que el régimen volteara a verlo. Decidieron utilizarlo: a la salida de José Luis Márquez, con el beneplácito del gobernador, se convirtió en el coordinador parlamentario del PRI y, por tanto, ocupó a lo largo del 2012 la presidencia de la Junta de Coordinación Política. A sus escasos 30 años se mareó en el ladrillo.

 

 

Fue un intercambio benéfico para ambas partes. Como en política lo que cuesta dinero cuesta barato, desde el morenovallismo sufragaron su cada vez más caro estilo de vida. A cambio, Edgar Salomón Escorza dejó pasar todas las iniciativas y movimientos que le interesaban al régimen: desde la designación ventajosa en los órganos electorales como el IEE y el TEEP, así como la aprobación de las polémicas candidaturas comunes entre partidos políticos, que en ese entonces nadie vio con peligro.

 

 

Así, Salomón Escorza se convirtió en el tonto útil al interior del PRI. Un caballo de Troya barato, muy barato, porque solamente costó dinero. El joven diputado de alguna forma fantaseó que el régimen lo apoyaría a llegar a la alcaldía de San Martín candidateado por el PRI. En su mente, sólo en su mente, “se la debían”. Por eso fue una justicia poética que, ya postulado por el tricolor pese a las dudas que generaba en el CEN, fuera víctima de las candidaturas comunes que él había dejado pasar como coordinador parlamentario del partido.

 

 

Ya en otras ocasiones hemos subrayado que el triunfo del morenovallismo en 23 distritos electorales y cuando menos 90 alcaldías fue resultado de una sofisticada ingeniería electoral instrumentada a través de la figura de candidaturas comunes a través de los partidos Pacto Social de Integración (PSI) y Movimiento Ciudadano (MC) que, dependiendo de la geografía electoral, cumplieron diferentes funciones. Es decir, no solamente sirvieron para sumar votos a los candidatos de “Puebla Unida” a la alcaldía de la capital y las 26 diputaciones, sino para dividir al tricolor en la batalla por las presidencias municipales.

 

 

La obra de arte, la reliquia que permanecerá años en el manual de la sofisticación electoral, es el caso de San Martín Texmelucan. Durante más de dos años Edgar Salomón Escorza fue un aliado eficiente del régimen que recibió todo el apoyo gubernamental para posicionarse en la batalla por la alcaldía e incluso se le apuntaló en su guerra contra Carlos Sánchez. Pero a la mera hora, con el cambio de la marea, Salomón Escorza se les volteó. Y el aspirante panista mejor posicionado nada más no daba para competir. San Martín Texmelucan, pues, se daba por perdido en el war room del morenovallismo.

 

 

Pero entonces vino la genialidad: fuera de la órbita morenovallista había un perfil prometedor, el empresario Rafael Núñez postulado por el PT. Eukid Castañón, la “Amenaza Fantasma”, operador estrella del morenovallismo, buscó seducirlo. Aceptó jugar para el régimen pero puso como condición seguir siendo postulado por el PT. Increíblemente, gracias al esquema de las candidaturas comunes, la megacoalición morenovallista se adhirió al Partido del Trabajo con Rafael Núñez desdeñando a todos los aspirantes panistas de la región porque se trataba del único personaje con capacidad para competirle a Edgar Salomón Escorza. Así, en un municipio y un distrito que se daba por perdido, al final se ganó.

 

 

Salomón Escorza no digiere todavía su derrota. No lo hace en el PRI, donde reclama espacios como una delegación federal “porque se la jugó” y le fue leal al partido. Nadie le hace caso pese a su constante lagrimeo. Tampoco perdona a Eukid Castañón, a quien hace responsable de la derrota por su brillante operación en la postulación de Rafa Núñez y la candidatura común con el PT. Por eso aprovecha la coyuntura lanzándose contra el contralor acusándolo de estar detrás de los cinco diputados traidores al tricolor. Imberbe, no comprende que lo único que hace es engrandecer el mito de Eukid Castañón como el “Operador Fantasmal” del gobernador, ubicuo y omnipresente. Si no es cierto que operó la renuncia de los desertores, seguramente querrá que lo siga diciendo.

 

 

El problema principal es que Salomón Escorza no digiere su derrota, pero en su fuero interno. Sabe que fue utilizado por el morenovallismo para traicionar a su partido y que a cambio recibió unas cuantas monedas de plata que ya dilapidó. Como escribe Mario Puzzo, son los traidores los que nunca se perdonan a sí mismos. En lugar de convertirse en una figura respetable, es una más de las figuras circenses que tiene postrado al tricolor en Puebla. Un bufón, vaya. ¿Así quieren salir del hoyo?

 

 

 

 

 

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