@Nigromanterueda

El segundo informe de gobierno le sirvió a Rafael Moreno Valle para realizar un ejercicio de lealtad con Elba Esther Gordillo. Nada de medias tintas o de lejanía en pleno invierno. Desde la tribuna del nuevo Centro Integral de Servicios, el gobernador poblano le agradeció a lideresa del SNTE su apoyo por la reforma educativa que hay en Puebla “desde hace dos años”.

En otras palabras, la reforma educativa de Peña Nieto no es nada nuevo. Y la de Puebla es mejor, porque se hace con la participación del magisterio. Así lo dijo el gobernador poblano: “con la participación de los ámbitos social, privado y sindicato, convencido que la corresponsabilidad entre el magisterio y todos los niveles de gobierno nos permitirá lograr un cambio profundo”.

Emocionada, “La Maestra” se levantó de su asiento en la primera fila, además de enviar un abrazo mientras un poco discreto operativo de los maestros asistentes comenzó a lanzar vítores a favor del SNTE, secundados por Mónica Arriola y la plana mayor de Nueva Alianza.

Más claro el mensaje, imposible: Puebla es territorio elbista.

Del emotivo agradecimiento fueron testigos 22 gobernadores que arroparon al poblano. Una concentración de mandatarios como pocas veces puede verse porque hubo de dulce, de chile y de manteca.

Lo mismo priistas como Eruviel Ávila, Rodrigo Medina, José Calzada y Javier Duarte, que panistas como Guillermo Padrés y José Guadalupe Millán. Miguel Ángel Mancera, Graco Ramírez y Arturo Núñez. Incluso el único verde del país, Manuel Velasco de Chiapas.

En un acto de funambulismo, Moreno Valle quiso quedar bien con Dios y con el Diablo: al principio de su mensaje citó las palabras del presidente Peña Nieto en la firma del Pacto por México: “se necesita que la pluralidad, a diferencia de las visiones en las cuales debe haber un choque entre las fuerzas políticas, nos permita encontrar los acuerdos y lograr el ascenso de México”.

Su acto de contrición no convenció demasiado a Juan José Guerra Abud, representante del Ejecutivo federal. El titular de Semarnat, sin embargo, fue educado y diplomático. Al finalizar el informe acompañó al gobernador por el paseo del Atoyac y el Ecoparque, y después se quedó a presidir la comida del festejo.

Nunca hizo malas caras o se le vio incómodo.

¿Cuál será el parte que le rinda a su jefe Peña Nieto?

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Hasta hace unas semanas, varios periodistas nacionales nos vendieron a una Elba Esther Gordillo casi in articulo mortis. Aquejada por la enfermedad, múltiples dolencias y con ánimo derrotado por su enfrentamiento con el gobierno federal.

La lideresa del SNTE que vino a Puebla ayer lucía radiante, exultante, del brazo de Gerardo Islas Maldonado y resguardada por la guardia pretoriana que lideran su hija Mónica Arriola y su nieto René Fujiwara.

“La Maestra” no ha perdido punch. Tan pronto arribó a la explanada del CIS se armó un revuelo a su alrededor y no faltó quien le pidió una fotografía. Incluso las senadoras Blanca Alcalá y Lucero Saldaña corrieron a saludarla.

Por supuesto, todos los gobernadores presentes pasaron lista con ella.

Elba Esther, sin embargo, fue prudente con su amigo Moreno Valle y evitó dar declaraciones que desviaran la atención. Frente a la petición de los reporteros, dijo que la estrella del evento era el gobernador y que no iba a hablar.

Nuevamente del brazo del joven líder de Nueva Alianza en Puebla, abandonó el CIS en medio de la algarabía y tomó una camioneta con rumbo desconocido.

Más tarde, trascendió que tuvo un breve cónclave con los comités de las secciones 23 y 51 del SNTE, en las instalaciones de esta última, con el objetivo de bajar la línea sobre la resistencia a la reforma educativa.

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La noche previa al informe, la oficina del gobernador tenía 25 gobernadores confirmados para asistir al evento, todos con su respectivo anfitrión local. Moreno Valle tenía confianza en la reciprocidad de los mandatarios ante las versiones de un bloqueo inducido.

A punto del mediodía, los jardines anexos del CIS se convirtieron en un estacionamiento de helicópteros: aeronaves surcaban el espacio trayendo pasajeros de lujo que se instalaban en un salón VIP del edificio sur.

El desfile de gobernadores provocó un tráfico de helicópteros y aeronaves que aterrizaban al lado del nuevo complejo gubernamental que se asemeja más a un palacio: fachada de talavera, lago artificial, pisos de mármol, jardines y helipuerto. Todo por la friolera de 3 mil 800 millones de pesos pagaderos a 28 años.

En el momento de arrancar su discurso, tan sólo había 17 gobernadores presentes, pero ya habían llegado los más importantes, Miguel Ángel Mancera —su anfitrión fue el procurador Carrancá— y Eruviel Ávila, así como sus vecinos Javier Duarte, Graco Ramírez y Mariano González Zarur. A lo largo del mensaje, llegaron otros cinco.

Si alguien intentó un boicot, fracasó.

Veintidós mandatarios estatales es una gran cifra. Un porcentaje de bateo de .350. Nadie se puede quejar. El músculo, la convocatoria, no decepcionaron.

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A fuerza de repetirse, los logros en materia de infraestructura, salud, turismo, crecimiento económico, pierden frescura e impacto. Tanto en tan poco tiempo se vuelve banal. Haría falta recordar que hace apenas unos años el orgullo del marinismo era contar las dosis de semen de toro.

El informe no tuvo un tema central y el caso de Audi fue relegado entre la multitud de logros, como si todos los días se consiguiera una inversión de mil 300 millones de dólares.

Pero se entiende porque la prioridad de Moreno Valle era enviar mensajes de paz y colaboración a Peña Nieto.

La única novedad del día fue el acto circense de @Netodechinantla en el Congreso: la lectura de un discurso redactado desde el CEN priista que dejó en ridículo a los diputados del tricolor porque a lo largo del segundo año de la administración votaron todo a favor sin chistar. ¿Y ahora vienen a ponerse críticos?

Afortunadamente, Mario Riestra estaba ahí para ponerlo en su lugar. Y lo puso.

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Dicen que en la política el ejercicio de la lealtad es la gran virtud.

En las duras y las maduras, Moreno Valle y Elba Esther han mantenido su relación. Fue así en 2003 cuando la rebelión de diputados priistas la defenestró de la coordinación en San Lázaro. También en 2006 cuando “La Maestra” subió al poblano al barco de Felipe Calderón y al PAN. Y qué decir del 2010, cuando un ejército de operadores magisteriales desembarcó en Puebla para ganarle la gubernatura a Mario Marín.

El invierno de Elba Esther no parece asustar al gobernador poblano, que lejos de avergonzarse del madrinazgo de la lideresa del SNTE, sacó pecho y la exhibió por todo lo alto.

En Los Pinos ya saben que Moreno Valle es de una pieza y no va abandonar a Elba Esther.

Que si caen, caerán juntos.

Y si ganan la batalla de la reforma educativa, la van a ganar juntos.

Con las consecuencias que ello implica.

Amén.