Saturday, 20 de April de 2024


Haiga sido como haiga sido, la Ruedota no va al CENHCH




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En esa clave debe leerse tanto la victoria cirquera como la “tolerancia” morenovallista ante la falta de consenso al proyecto. Por una parte, sí, el potencial daño electoral a Tony Gali Fayad y los candidatos de “Puebla Unida”. Pero también que no quiere exhibir ante el presidente las fracturas sociales por proyectos que no encuentran consenso

La gesta heroica será cantada por varias generaciones de cirqueros e incluso podrá añadirse al himno que tantas y tantas generaciones han cantado: la absurda Ruedota de la Fortuna no será colocada en el Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec. Ante la resistencia de una comunidad conformada por padres de familia, estudiantes y ex alumnos que no se dejaron intimidar ni comprar con la promesa de recibir 30 millones de pesos para mejorar las instalaciones, y que amenazaba con escalar su protesta de las redes sociales a la calle, el gobernador Moreno Valle determinó remover el proyecto de los terrenos del centro escolar y enviar la Noria Gigante a la zona de Angelópolis. El proyecto en sí sigue siendo disparatado así como su nueva ubicación, pero allá no tendrán problemas porque no habrá una comunidad dispuesta a defender su territorio histórico.

 

 

La resistencia cirquera en contra del proyecto de la Ruedota es una muestra de que esa sociedad civil que muchas veces no existe o es indolente, surge espontáneamente cuando el poder decide arbitrariamente lanzarse contra una comunidad con miles de integrantes como es el CENHCH. La sola resistencia, sin embargo, no hizo modificar la visión de Moreno Valle sino un conjunto de circunstancias tanto de orden electoral como institucional. La primera pesó tanto como la segunda, porque si tomamos en cuenta que cada año egresan 2 mil estudiantes de ahí, y que llevan 55 generaciones, enfrentar al CENHCH no era desafiar únicamente a los actuales integrantes de la comunidad, sino a un electorado potencial de 200 mil ciudadanos.

 

 

En efecto: cuando el movimiento #NoalaDestruccióndelCENHCH arrancó en Twitter con virulencia inusitada, era evidente que la política pública no ponía en riesgo al gobierno, acostumbrado al descuerdo con sus proyecto modernizadores como en el caso del teleférico, sino a Tony Gali Fayad y a los candidatos de la megacoalición “Puebla Unida”, pues ante la inminencia de los comicios, la comunidad cirquera ajustaría cuentas ejerciendo un voto de castigo en contra del ex secretario de Infraestructura. Pese al riesgo, el proyecto salió adelante y el gobernador pidió acelerar las reuniones con los padres de familia para convencerlos de las bondades de la Ruedota.

 

 

Pero una parte de la comunidad nunca cedió, y muchos o pocos, las escenas futuras de niños defendiendo sus árboles, luchando contra la maquinaria y de heridos o muertos simplemente ponían los pelos de puntas a buena parte del gobierno morenovallista y a los estrategas de la campaña de “Puebla Unida”. Y ni siquiera la amenaza de interponer amparos para suspender el proyecto, tal como lo hicieron con el teleférico, desanimó al gobernador que delegó directamente en el secretario general de Gobierno, Luis Maldonado, convencer a los renuentes.

 

 

Y entonces, como caído del cielo, vino la noticia de que Peña Nieto vendrá a Puebla a presidir el desfile del 5 de mayo. Una noticia inesperada, resultado directo del entendimiento que se dio entre el mexiquense y el gobernador poblano de una oferta de colaboración institucional, el final de tantas grillas a las que fue sometido. El célebre “órale, va” del que probablemente nunca sabremos cuál era su contenido específico. Pero el presidente regresa casi inmediatamente a la entidad. Puente de plata, normalización de la relación con el gobierno federal. Llámenlo como quieran.

 

 

¿Alguien en su sano juicio cree que Moreno Valle se arriesgaría a una protesta en pleno desfile del 5 de mayo contra la Ruedota? ¿Exhibir ante Peña Nieto la falta de consenso a sus megaproyectos? Por supuesto que no.

 

 

En esa clave debe leerse tanto la victoria cirquera como la “tolerancia” morenovallista ante la falta de consenso al proyecto. Por una parte, sí, el potencial daño electoral a Tony Gali Fayad y los candidatos de “Puebla Unida”. Pero también que no quiere exhibir ante el presidente las fracturas sociales por proyectos que no encuentran consenso. En tal lectura se observan los beneficios de los contrapesos: probablemente si Moreno Valle no anduviera de queda bien con Peña Nieto, sencillamente habría seguido adelante con su plan de ocupar una porción del CENHCH.

 

 

Pero increíblemente, con el cambio de postura, Moreno Valle también gana porque ya sin oposición podrá colocar su Ruedota en la Angelópolis y, como quedará lista antes del 7 de julio, ganará votos para su megacoalición con todos los poblanos que se asombren con su atracción turística y se sientan en Londres. Haiga sido como haiga sido, la Ruedota no va al CENHCH gracias a una comunidad que fue congruente con 55 años de historia. ¡Felicidades!

 

 

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