Friday, 26 de April de 2024


Mario Marín: símbolo de un priismo abnegado




Escrito por  Javier Arellano Ramírez
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Este fin de semana la nota ampliamente difundida y comentada fue el regreso triunfal del ex gobernador Mario Marín Torres, en una reunión del Consejo Político Estatal del tricolor.

En medio de la fiesta y la parafernalia, Marín fue acogido por las huestes revolucionarias con los honores que se le rinden a un jefe político.

 

El ánimo fue de respeto y reverencia ante aquel, que fuera el último gobernador priísta.

 

Pero al margen del furor, en esta Cúpula haremos un análisis frío de este retorno.

 

¿Qué se puede esperar del regreso de Mario Marín Torres?

 

Nada, absolutamente nada.

 

Cuando Marín tuvo el poder sus decisiones siempre fueron equivocadas.

 

“Por sus frutos los conoceréis” y de los frutos del marinismo hablan ellos mismos, sus trayectorias y sus legados.

 

Si hoy el PRI nacional de César Camacho Quiroz o el PRI estatal de Ana Isabel Allende abren la puerta a las decisiones, opiniones de Marín, estarán cometiendo un lamentable y craso error.

 

Marín se equivocó de manera garrafal en el pasado. Y si tuviera la oportunidad de volver a influir, sin duda, cometería los mismos errores.

 

Es indiscutible que el ex secretario de gobernación, ex presidente municipal y ex gobernador merece la consideración de sus correligionarios.

 

Pero de ninguna manera se le debe abrir la puerta para influir en decisiones y procesos futuros.Si Ana Isabel Allende así lo hace, estará incurriendo en un grave error de juicio.

 

Las decisiones de Marín fueron tan erradas que llevó a su partido a la debacle, a la catástrofe total, mientras él junto con Alejandro Armenta Mier, Mario Montero Serrano y Javier López Zavala se regodeaban en las presuntas cifras de las “encuestas” que vaticinaban una “inminente victoria”.

 

La mayor derrota en la historia del priismo poblano fue responsabilidad de Marín. Y eso los mismos priístas no deben olvidarlo. Fueron sus candidatos (los que él y nadie más seleccionó), sus operadores y sus estrategas los gestores de la mayor ruina política del PRI.

 

Pero por un día, por lo menos por un día, se olvidaron las grabaciones telefónicas con Kamel Nacif y otras grabaciones como aquellas de las “camaronizas”; se olvidaron los negocios de “Vale” Meneses quien junto con Abraham Sánchez tomaron al auto transporte como si fuera de su propiedad; se olvidó el papel de “gran elector” que tenía Roberto Marín Torres quien recorría toda la entidad“seleccionando” candidatos de acuerdo al tamaño de sus carteras; se dejaron de lado los pingues negocios que convirtieron a José Alfredo Arango, un galeno mediocre, en uno de los más poderosos y acaudalados Secretarios de Salud de los últimos años.

 

Todo eso se olvidó.

 

Y en su lugar Mario Marín se convirtió en el símbolo de un priismo sufrido y abnegado que ha soportado de manera estoica el sable inclemente del morenovallismo.

 

Marín fue ungido por un día como el emblema del priismo abatido, pero cuyo corazón aún late; el ex gobernador es la representación de ese priismo que condujo al estado durante décadas enteras y que hoy está relegado, marginado, sobajado por el actual régimen, pero que pese a todo, aún levanta la cara.

 

Ahí esta la investidura que le transfieren al ex gobernador, el último gobernador emanado del PRI, la túnica del mártir, agraviado, denostado, pero que pese a todo se sostiene en pie.

 

Hoy Mario Marín representa a un priismo que mira al futuro, que se reconoce menguado, pero que todavía conserva la esperanza de un futuro político posible, probable.

 

Marín es la personificación de que de sus propias cenizas el PRI puede resurgir. Los tricolores le confirieron las facultades de la esperanza, la reconstrucción, el renacimiento.

 

Válgame Dios.

 

¿Adónde hemos llegado?

 

Como siempre estamos a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.

 

 

 

 

 

 

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