Friday, 19 de April de 2024


El retorno de la presidencia imperial




Escrito por  Javier Arellano Ramírez
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En 1997, a tan sólo unos años del magnicidio de Lomas Taurinas y del levantamiento zapatista en Chiapas, el país iba a elecciones federales intermedias. En ese año el PRI perdía un buen número de las numerosas curules que tradicionalmente ocupaba en la Cámara de Diputados, en un fenómeno que pocos pudieron interpretar atinadamente.

A la vista de los lustros, ahora es obvio que Ernesto Zedillo Ponce de León preparaba el escenario para la fabricación premeditada de una alternancia partidista.

 

 

Zedillo un empleado del imperio, era un profundo desconocedor de las raíces y cimientos del priismo y por lo tanto no sentía apego, ni empatía por el tricolor, entonces septuagenario.

 

 

Desde entonces era un empleado del neoliberalismo galopante, sin mayores perspectivas, ni pretensiones políticas.

 

 

Pero en 1997, en ese momento de descomposición del sistema político mexicano, el libro de Enrique Krauze “La Presidencia Imperial” presentaba una óptica demoledora del ejercicio que durante 70 años practicó el “PRI gobierno”.

 

 

También a la vista de estos años es claro que Zedillo nunca leyó el libro, como tampoco lo hicieron Vicente Fox, ni Felipe Calderón.

 

 

Pero en las bibliotecas de los privilegiados se guarda un ejemplar de aquella gran radiografía del sistema político. Tuvieron que pasar diecisiete años para que los lectores y observadores pudiéramos dimensionar el concepto de Krauze.

 

 

Luego de una álgida, caótica campaña presidencial, el PRI volvió a Los Pinos llevando como abanderado a Enrique Peña Nieto, pero detrás de la figura, que es eso, una figura, opera todo un tramado de líderes y gruposque conforman la nueva “nomenklatura” política mexicana.

 

 

El salinismo (por supuesto) con uno de los mayores y más perversos cerebros políticos que ha dado este país; el “Grupo Atlacomulco” heredero y depositario de una honda y arraigada tradición, sin duda la cofradía política más fuerte de México y el “Grupo Hidalgo” con excepcionales operadores.

 

 

Peña Nieto sólo es la tarjeta de presentación de un mosaico que nació, creció, se desarrolló y maduró en el ejercicio del poder, que conoció las bondades pero también las vicisitudes de la llamada (acertadamente) “Presidencia Imperial”.

 

 

Las lecturas son vitales. La legendaria lideresa de uno de los mayores sindicatos del mundo es detenida y trasladada a un penal, como si fuera cualquier hija de vecino, mientras toda su estructura de poder se repliega y enmudece; el criminal más rico del orbe, cabeza de una poderosa organización con tentáculos en todo el planeta es perseguido hasta por las coladeras y drenajes; el partido de la Derecha mexicana, con el que se hicieron alianzas y acuerdos para sacar adelante reformas estructurales, es golpeado inmisericordemente al exhibir ante la opinión pública los turbios negocios que hizo durante doce años con una oscura empresa.

 

 

Y en medio de toda esta vorágine de acontecimientos que se suceden con precisión quirúrgica un Senador de la República irrumpe con un grito inocultablemente histérico: “Peña nos quiere tener como perros acosados”.

 

 

“Como perros acosados”. Y lo mismogritan en silencio la cúpula elbista, el Cártel de Sinaloa o el duopolio televisivo.

 

 

Estamos ante el retorno de la “Presidencia Imperial”, el ejercicio total, absoluto, avasallador del poder político.

 

 

A imagen y semejanza de como se ejerció durante 70 años.

 

 

Habrá mucho por observar, analizar y escribir.

 

 

Como siempre estamos a sus órdenes en cupuela99@yahoo.com, sin mx

 

 

 

 

 

 

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