Nadie quería engancharse en un principio con un proyecto tan corto, le hacían fuchi. Es obvio, un año y 8 meses no le enciende la flama de la pasión ni a un político precoz. Por eso cobra relevancia que Blanca y Dogerle den el sí al 2016 y estén dispuestos a apostar sus canicas para recuperar el gobierno estatal que un día y muchos años atrás fue suyo.
Ambos están trabajando como las hormigas, despacito pero parejito. Son discretos. No hacen barullo ni andan quebrando botellas en la calle para escandalizar. Y eso indiscutiblemente que tiene mucho mérito porque demuestra dos cosas. La primera, y que puede ser la más importante por aquello de las leyes no escritas dentro de la política, que respetan al gobernador Rafael Moreno Valle. Y la segunda, que son cuidadosos con el marco electoral vigente.
Quienes conocen la política poblana saben que Blanca y Doger tienen un peso específico dentro de la ciudad capital y fuera de ella. Sus músculos son prominentes. Tensan el arco sin dificultad. Son dos personajes que pueden dar la batalla y que tienen los argumentos necesarios para quitarle el dulce de la mano a Moreno Valle. Sin embargo si habría que rankear a uno y a otro, el primer sitio lo tendría la dama y el segundo el caballero.
¿Y Javier López Zavala? ¿Y Jorge Estefan Chidiac? ¿Y Juan Carlos Lastiri? Del primero no se sabe nada, todavía, pero a los otros dos sería bueno irlos descartando porque no representan ningún riesgo para el actual gobierno estatal, tampoco infligen miedo o pánico ni tienen la estatura y talla que necesita el PRI para ese año, además de que Chidiac está mayormente interesado en otro puesto federal y Lastiri más dispuesto a ayudar en 2016 para que lo ayuden en 2018.
Sin filias ni fobias son ellos, Blanca y Doger, dos figuras políticas de riesgo para el proyecto morenovallista y quizá en mayor medida la primera que el segundo. Moreno Valle ya lo sabe. Sabe que los cruces estadísticos debe hacerlos entre ellos y sus tres pupilos, Gali, Jorge Aguilar Chedraui y Cabalán Macari, aunque siendo honestos, frente a la dama, cualquiera de sus muchachos todavía es un muchachito. También lo sabe.