Friday, 26 de April de 2024


¡Viva la libertad de prensa y muera la inflación!




Escrito por  Jesús Ramos
foto autor
Las cosas como son. Vivimos en un país donde la libertad de hablar y decir lo que se nos antoja se asocia al interés o a la locura y muy poco al análisis, al recuerdo y a la crítica bien fundada. Por ejemplo, un fin de semana lluvioso llegó a Puebla un diputado priista fuereño evangelizador de la democracia y nos recomendó vigilarle los dineros públicos al loco, de la lomita, que quiere ser presidente de la república porque nos puede pasar lo mismo que le pasó a Guanajuato con el loco aquel que vendía refrescos en un carro repartidor de Coca Cola.

De miedo, ¿no? ¡Ay viene el coco, tápense con las cobija hasta la cabeza! Nomás porque los priistas son olvidadizos, pero no acaso con recursos públicos del Estado de México crearon a su propio coco de Televisa para hacerlo presidente. Y que tampoco resultó mejor que el de Guanajuato. Las cosas como son. La libertad de expresarse, tal y como puede verse, es un carnaval de mentiras, juegos perversos y de intereses, en el que se juzga al de enfrente sin juzgarse asimismo. Se ve la paja pues en el ojo ajeno y no la viga en el suyo propio.

 

 

Y así como ocurre con los políticos, ocurre también con la farándula. No es loco el que no habla y dice locuras, vea usted, un líder del magisterio abrió la boca para designar embajadora de la educación a la estrella del vulgar cine de ficheras, Carmen Salinas, y el público la ovacionó de pie porque no sólo lo dijo fuerte sino claro. La locura pues elevada a su máxima expresión oral; la comparación es obligada, fue tanto como hacerle cortes de diamante a una piedra caliza.

 

 

Las como son. Una maldita primavera nuestro gobernador expresó en texto la necesidad de aprobar una ley que permitiera echarle bala a los manifestantes de la vía pública; total, diría él o lo pensaría, si los malditos tienen la libertad de decir lo que quieran y gritarlo a los cuatro vientos, la autoridad también tiene la libertad de aventarles candela pura y sabrosa. O sea, ¿a ver qué loco está sujeto con más correas? Bendita expresión. Tú te expresas, yo me expreso, todos nos expresamos.

 

 

Recuerdo que en el sexenio de Mario Marín, su séquito de periodistas comandado por el chiquitibun de la comunicación institucional Javier Sánchez Galicia, hacían fuchi y miraban por encima del hombro a Fernando Alberto Crisanto, y a otros más, en los festejos anuales de la libertad de prensa por la osadía de haber apostado a Rafael Moreno Valle en las internas del PRI, “¡estúpidos!”, decían; bueno, siendo sinceros decían lo mismo pero con otra expresión. Y ese séquito, junto con Sánchez Galicia, organizaba unos foros de prensa de rechupete, incluidas preseas y premios de ego. Las cosas como fueron. Si el gobernador me beneficia voy a favor, pero si no voy en contra y hasta me aviento al vacío enrollado en la bandera de la libertad de prensa, y de la víctima.

 

 

Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. La verdadera libertad de prensa no debe estar sujeta a la amistad del político, al contrato publicitario ni a la bondad del gobernante, tampoco al odio insistente y sistemático expresado en líneas y portadas, porque el lector de hoy es más crítico y audaz que el lector de antes; el de hoy, es un lector imposible de chamaquear y burlar, almacena recuerdos tan frescos como una lechuga, tiene acceso a archivos editoriales y conoce el pasado del periodista como la palma de su mano. Hasta en los perros hay razas, válgase la comparación, existen dos clases de periodistas, los que son dueños y los que son empleados, y el concepto que tienen del ejercicio de prensa en la práctica, créame, es muy distinto. ¡Viva la libertad de escribir y muera la inflación!

 

 

 

 

Valora este artículo
(0 votos)
comments powered by Disqus