Hace unas horas la Senadora Blanca Alcalá Ruíz anunció sus formales intenciones de convertirse en gobernadora de Puebla. Este es un breve repaso de los puntos que tiene a su favor y en contra.
Primero. BAR sin el apoyo de sectores, dirigencias o bases.
El primer punto en contra de las aspiraciones de la señora Blanca Alcalá Ruíz (BAR) lo podemos encontrar dentro de las propias filas priístas. Si hay alguien que ha tejido un entramado de desencuentros, de recelos, de simulaciones y traiciones es la misma BAR.
Los propios priístas saben que la palabra de Blanca vale menos que un billete falso. No importa los compromisos que haga, ni la palabra que empeñe, al final, a la clase tricolor le consta que BAR no cumple sus acuerdos; tiene una vocación nata para hacerse la desentendida en los compromisos que contrae.
Esto es de sobra conocido en Puebla capital, pero paulatinamente se va haciendo eco en el interior del estado. Desde Huauchinango hasta Izúcar de Matamoros es notable la ausencia de grupos afines, cercanos o aliados con BAR.
Para dimensionar y comprender mejor la orfandad política de Blanca al interior del estado debemos remontarnos a las últimas campañas a la gubernatura.
En 1992, pese a las legítimas y auténticas aspiraciones del licenciado Marco Antonio Rojas Flores, todo el priismo al unísono se unió a la candidatura de Manuel Bartlett Díaz.
A largo plazo ese sexenio fue desgastante para el mismo priismo, por lo que en 1998 unieron fuerzas en torno a Melquiades Morales Flores. Se debe recordar aquella ola tricolor que empujó a Melquiades y que era un verdadero fenómeno estatal.
En 2004, aunque con recelo por parte de algunos protagonistas, Mario Marín Torres logró aglutinar en su campaña a las principales fuerzas. Pero esto ya no sucedió en 2010 cuando la “nomenklatura” poblana quedó fracturada. De palabra, la clase priísta le dijo que sí a Javier López Zavala, pero por debajo de la mesa tomaron la mano de Rafael Moreno Valle.
Sólo basta recordar toda la cantidad de grupos priístas que a lo largo y ancho de la geografía poblana enviaron a sus tropas a jugar en contra de Zavala. Y en ese momento, en 2010, todavía se tenía el liderazgo, la investidura de un gobernador priísta.
Ya nada queda de esos escenarios. Blanca Alcalá se destapa a sí misma, porque no hay cuadros, ni dirigentes, ni sectores o bases que se pronuncien a su favor.
BAR sale frente a los micrófonos y casi dice: “Porque yo misma me lo pido”.
Segundo. El desfavorable escenario nacional.
El escenario nacional tampoco es óptimo para la señora. La derrota de su padrino Emilio Gamboa Patrón en Nuevo León es un claro indicio de que no tiene todas las condiciones a su favor. Gamboa tenía la intención de iniciar una estrategia de política feminista; empujar a Ivonne Álvarez García en Nuevo León era la primera maniobra para colocar una serie de piezas en el tablero nacional. Pero se atravesó Jaime Rodríguez “El Bronco” y el futuro de Ivonne se derrumbó junto con el proyecto de su padrino Gamboa Patrón.
Hoy, el fantasma de Ivonne Álvarez se pasea en Puebla. Y el líder priísta en el Senado de la República tiene pánico de que la historia pueda repetirse.
Y es que el mismo Gamboa Patrón, en pláticas con poblanos se ha percatado del mal ambiente que rodea a la Senadora BAR. Sabe que la clase priísta se expresa mal de ella, que no hay comentarios favorables a su persona. Todo es recelo, desconfianza, reticencia frente a su hipotética candidatura.
En este momento la probable carrera de BAR por la gubernatura está siendo vista con extrema cautela por parte del padrino. Hoy sabe perfectamente que su ahijada no tiene los momios a su favor. Y esto es en la primera etapa de escarceos, conforme avance el proceso interno priísta, el desgaste a que BAR será sometida será más acre.
Tercero.- ¿Qué hizo Blanca Alcalá como presidenta municipal? ¿Qué hizo como Senadora?
Estas son las preguntas que sus adversarios políticos harán retumbar. ¿Qué hizo la señora en su paso de tres años por el Charlie Hall? ¿Dónde hay una obra, una gestión digna de ser mencionada?
Las mismas preguntas pueden hacerse de su paso por el Senado de la República y la mejor respuesta la tienen los poblanos.
Cuarto. BAR es el emblema de una política de familia.
Lo que Blanca Alcalá Ruiz puede alegar en su favor es que, indiscutiblemente, es una política de familia. Si llegara a ser gobernadora haría en Casa Puebla un auténtico ejercicio familiar.
Ahí estarían su hermano y los amigos de su hermano haciendo acuerdos con compañías constructoras, su hermana tomando papeles ejecutivos, su yerno impulsando iniciativas estatales. Toda la entidad sometida a los intereses de una familia.
Los poblanos deben tener memoria y recordar que esto ya ha sucedido, no es algo nuevo.
Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., sin mx.