Wednesday, 24 de April de 2024

Martes, 15 Septiembre 2015 02:18

Lastiri en el ejercicio de la política ficción




Written by  Javier Arellano Ramírez

El término lo instauró el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.


Desde entonces se cita y utiliza para referirse a las leyendas que conlleva el ejercicio político, quehacer en que el mismo Salinas es un mito genial.

 

La política ficción es parte inherente, indisoluble de la realidad cotidiana.

 

Hace unos días en esta Cúpula adelantamos la salida de Juan Carlos Lastiri de Desarrollo Social, pero el funcionario rápidamente se apresuró a desmentir. Por unas horas se aseguró que había sido “ratificado” por José Antonio Meade Kuribreña. Pero todo fue parte de un viejo juego de la política que se llama “No me corras, déjame renunciar”.

 

También como lo adelantamos, Juan Carlos hizo todo lo posible y hasta lo imposible para quedarse en el mismo escritorio. Pero Meade, el tecnócrata dorado del neoliberalismo mexicano, tiene una perspectiva radicalmente distinta de la que mantiene Rosario Robles Berlanga. El príncipe de los tecnócratas ve a Robles como un resquicio, una rémora de aquel viejo y obtuso  PRD populista. Sólo la utilizaron un tiempo, pero nunca le van a permitir acceder a las grandes ligas de la sucesión presidencial.

 

El nuevo titular de la Sedesol le dio a Lastiri el tiempo necesario para que hiciera maletas y levantara papeles. Sólo eso. A las pocas horas “presentó su renuncia” para irse con Rosario, su menguada y marchita madrina.

 

El mismo camino seguirán (tarde o temprano) todos los delegados federales que dependen de la estructura de desarrollo social, comenzando con Juan Manuel Vega Rayet, quien en horas recientes se subió al vagón de los suspirantes a la minigubernatura. Una acción desesperada para sostenerse como delegado.

 

Para el escenario poblano los cambios son idóneos. Juan Carlos Lastiri ya se sentía dueño del portafolios lleno de programas sociales. Sus excesos se hicieron de sobra conocidos. Utilizó las candidaturas del pasado proceso electoral para imponer sus apetitos personales. El ejemplo concreto fue Tehuacán, un fallido experimento con desastrosos resultados.

 

Fuimos testigos de lo que hubiera sido Lastiri como gobernador: hermético, voluntarioso, caprichoso. Pero todo eso se acabó. Es muy diferente hacer política cargando una maleta con cientos de millones en programas sociales, que hacerlo en ceros.

 

Hoy la perspectiva política y las posibilidades de Juan Carlos se reducen drástica, tajantemente. Durante tres años hizo uso y abuso de su cargo en la Secretaría de Desarrollo Social, la llamada “fábrica de candidatos”. Pero hoy nada queda de eso. En las encuestas de los priistas que aspiran a  Casa Puebla, sus números son raquíticos. No tiene canicas para jugar.

 

Su madrina, Rosario Robles, fue designada por el presidente Enrique Peña Nieto como “operadora” del Gobierno Federal en la entidad poblana. Es decir, tiene la encomienda de orquestar electoralmente el proceso de 2016. Aquí podrá medir cuál es la verdadera capacidad de Juan Carlos al ras del piso.

 

En el tintero de Cúpula

 

Delicado el tema de los feminicidios. Pero más delicada su politización.

 

Las fuerzas priistas y ecologistas que en Puebla y en San Lázaro piden que se active la llamada “Alerta de género”, son las mismas facciones que guardan un silencio sepulcral en el Estado de México o en Veracruz, donde sí existe una tendencia real, verdadera del crimen organizado en contra de las mujeres, que son vistas como un objeto desechable.

 

En Puebla los homicidios de mujeres -hasta el momento-, son producto de conflictos pasionales. No son efecto de una crisis de Seguridad Pública, sino de la grave descomposición social y de la pérdida de valores. Los sujetos que han privado de la vida a esas mujeres no son sicarios, ni gatilleros experimentados, tampoco pertenecen a un grupo criminal. Sólo son seres primitivos a los que un conflicto pasional los llevó a cometer burdos y rupestres crímenes; manifestaciones bestiales de su incapacidad emocional.

 

Este tema es extremadamente delicado. Las feministas deben revisar con cuidado y detenimiento este punto. Pero también deben vigilar que no se utilice la bandera de la violencia contra las mujeres como un estandarte politiquero o electorero.

 

Lo segundo sería tan infame como lo primero.

 

Como siempre, quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., sin mx.

 

 

 

 

 

 

 

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