Crónica sobre el último vendaval lopezobradorista


Jesús A. Castañeda Montes


Primera parte I

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No sé por qué, pero se me olvidó especificarle la ruta, darle instrucciones. Era legítimo: se trataba de un servicio. Él se fue por la libre, y eso que yo iba a pagar la cuota que marcara el taxímetro. A veces así sucede. Le dije muy claro: “A la Torre de Pemex”. La decisión (pagar más de la cuenta) la tomé por el tiempo. Me refiero al tiempo del reloj, no al ambiental. Este último muy caluroso.


Empezó el viaje, la navegación en taxi (un Tsuru, por cierto) con las ventanas abiertas y el viento como compañía. Y en lugar de irse por Gabriel Mancera y llegar al Ángel para tomar la ruta subsiguiente, el taxista se fue por Río Churubusco para seguir por Patriotismo.


Domingo bicicletero y… ¡Patriotismo cerrado! “Nos vamos por Revolución”, dijo el conductor. Suena bien, pensé, pero el sentido de Revolución es de norte a sur. Sin embargo, por autorización del gobierno de Marcelo Ebrad, este día, y es de suponer que los próximos domingos hasta el 2012, se puede circular en sentido contrario a
Revolución.

Y sí, así nos fuimos a… la asamblea de la Convención Neurótica
Delopezobradorismo (CND). ¡En defensa del petróleo!
El microbús que va a la Torre no pasó en un lapso de más de quince minutos de espera. Esto se debe, quizá, a una crisis en el abasto de combustible, pero no sabemos a ciencia cierta. Entonces pues sí, es legítima la defensa del petróleo, para que no tengamos crisis en lo particular y en lo general. Pero no, a la altura del distribuidor de San Antonio, el que inauguró López Obrador con otras personalidades (de la oligarquía), nos salió al paso una caravana de microbuses. “¿Y esos cabrones?”, fue la pregunta del taxista. Sí, pensé, qué cabrones… quién está privatizando microbuses, con el agravante de que se muestra nacionalista: todos los microbuses llevan banderas de México, muy patrióticos ellos. Y con Patriotismo cerrado...


Son ellos, los lopezobradoristas que también van a la asamblea de la CND. No los identificamos al salirnos al paso porque las únicas banderas visibles eran las de México, y la bandera nacional no es patrimonio sólo de los lopezobradoristas, ni los colores de la misma son patrimonio del PRI… ¿o sí? Todos viento en popa. La pura realidad: la marcha-caravana lopezobradorista va en sentido contrario a Revolución, y con sus banderas se muestran nacionalistas de ocasión este veinticuatro de febrero.


Nacionalistas y trasnacionales. No sólo van en la caravana microbuses, también alcancé a ver una camioneta negra marca Mercedes Benz, no sé si del año pero sí muy nueva, reluciente. En la parte trasera luce más aún un logotipo dorado del “Gobierno Legítimo”. Como esa camioneta no es austera, nos rebasó por la izquierda y no alcancé a ver las placas. Otro automóvil que hizo lo mismo fue un Jetta rojo, en el cual iban cuatro yuppies legítimos fumando… ¿con permiso de Marcelo Ebrad? Por lo menos, algunos tienen buenos sueldos en el “gobierno legítimo” y/o en el de Marcelo Ebrad, si es que trabajan… en los gobiernos anteriores. Parece que hay quienes en crisis económica no están. Son muy “generosos” en defensa del petróleo, sí, piensan en el pueblo.


Por ejemplo el taxista. Él es de un pueblo, de un pueblo de Michoacán, especificó.


Platicó mucho, ya que el viaje de quince minutos lo hicimos en cuarenta y cinco. Al inicio de la navegación, habló de bicicletas porque durante mucho tiempo – aproximadamente diez años, aseguró- se dedicó a desarmarlas, armarlas y revenderlas.


“El problema es la marca, porque luego hay muchas muy chafas que no te permiten el cambio de velocidades”, comentaba mientras yo traducía eso –en silencio- al sentido contrario en Revolución de la caravana lopezobradorista con marca del “gobierno legítimo”.


Y saqué una conclusión –también en silencio-, es excelente comentador y pésimo estratega (¡no tomó Gabriel Mancera!). Pero él, sin que se lo preguntara, aclaró que era contador no titulado. Habló de la crisis del campo, de Pemex, la CFE, entre otros tópicos.


Me dio datos y también sabía que “el cabrón de la Bimbo ya se chingó la producción de trigo en Michoacán, y está trayendo trigo transgénico”.


“Yo le iba a dar dos millones de votos a López Obrador”, soltó. Aseguró que tenía un estudio de desempleo y que con esto podría haber hecho que “López Obrador rebasara a Calderón” (¿entonces no ganó, no hubo fraude?). El mentado estudio se lo dio a Jesús Ortega, dijo, y éste nunca se lo hizo llegar a López Obrador (¿ni siquiera se lo comentaría?): “Por eso no quiero a ese cabrón, es un traidor y vendido… ‘Sí, sí, yo se lo doy, no te preocupes’, me dijo”.


Nunca me aclaró cuál era la estrategia que tenía para obtener esos dos millones de votos (que ni Bejarano en sus mejores tiempos le consiguió a Andrés, estoy seguro), pero ya sabemos que el taxista en cuestión es un pésimo estratega. Sin embargo, el desvarío mayor fue otro. Cuando hablaba del trigo transgénico, se pasó al pollo inyectado con hormonas. Por esto, aclaró, “los chavos se vuelven gays y las muchachas lesbianas”. No hay base científica en el comentario que hizo. Pero, en fin.


Al mirarme en el retrovisor, caí en la cuenta de que no me he rasurado en dos días, tengo algo de barba. Parezco naufrago, mis hormonas están funcionando. Saco mis anteojos: ¡Marina Nacional a la vista!


Ovaciones a lo lejos. Lejos pero no tanto como la tierra que dejamos en Coyoacán, donde están realizando obras públicas. Ovaciones en azul. Azul como el mar.


¿Ovaciones por el desembarco? ¡No! Ovaciones, el nombre. Más cerca, un gritón.
Inconfundible: es el “Presidente legítimo”. Inconfundible por la voz, ya que no veo nada más que el edificio del periódico Ovaciones.


Me obnubila, además, la vista el sol y sólo veo uno, el que le tapó la Tierra a la Luna hace unos días. Una mecánica muy sencilla y seductora, tanto como ondular banderas, el agua del mar y otras cosas en sí. Las banderas de México, hoy en su día. Las banderas del sol azteca no son visibles. Quizá algunas anden por ahí, pero hasta ahorita el único sol que veo es el que está arriba.


Pero, ¿dónde está López Obrador? Supongo que arriba (de un templete). Pues volteo para arriba y veo toda la Torre de Pemex. Como la luz del sol cala, bajo la mirada y topo con un monolito negro que emite sonidos, los gritos del “Presidente legítimo”.


Ya empezó (la asamblea), tan es así que creo que casi termina. Él siempre es el último orador. Sus gritos también calan (en nuestros oídos). ¿Por qué grita? “Debemos por encima de todo estar unidos… ¡nada de gritos!”, López Obrador tomó el micrófono que tenía el diputado Javier González Garza, para “regañar” a la concurrencia que estaba interpelando al diputado: le gritaban “¡traidor!”, “¡vendido!”, “¡ya te agarraron la pierna!”, “¡coopelas o cuello, güelo!” ¡Pura manufactura lopezobradorista!, y perdonen los signos de exclamación.


El micrófono vuelve al diputado. Fue poco lo que habló a partir de reiniciar su exposición. Mencionó que tenían que “ganar el debate técnico y moral en el caso de la reforma energética”. Parece que es esto antes que nada. Sin embargo, también empezó a dilucidar la estrategia que más adelante se presentó: paro patriótico nacional, huelga legislativa, etcétera. Pero en todo el lapso de tiempo que le restó al diputado, aunque un poco moderados, lo que sin duda es una “proeza” para estos “radicales”, no dejó de recibir -quién sabe si alcanzó a escuchar- insultos, advertencias, preguntas “irónicas”, burlas, etcétera.


El templete no es visible, sólo se escuchan voces. Entre éstas, las ovaciones para el “Presidente legítimo”. Jesusa Rodríguez le dio la palabra a la siguiente oradora, la senadora Rosa Linda López quien inició así: “Presidente legítimo…” A ella le tocó presentar la propuesta de acción. Lo inmediato es la formación de brigadas informativas, así como tomar las plazas públicas los fines de semana, pero en lo que dice esto la senadora, una lopezobradorista reclama: “¡Un fusil!” Después viene (¿o vendrá?) la huelga legislativa, una vez que se presente la “propuesta de privatización de Pemex”. Y en cascada, parece ser que no sólo se sucederán todas las privatizaciones del mundo, sino también en resonancia las “acciones de resistencia”: cercos ciudadanos a palacios legislativos y de gobierno, cierre de aeropuertos y carreteras, toma de instalaciones de Pemex y CFE. Esto va a reventar o rematar con el paro patriótico nacional. Un lopezobradorista de las huestes de Encinas, Bejarano y Barrales, concluye: “¡Que la sangre corra como el petróleo!” Y eso que ya les habían prohibido gritar.


La senadora termina: “¡Mexicanas y mexicanos, no hay de otra! ¡La historia nos llama, el destino del país está en nuestras manos!” Pero en algún momento, al hablar de la modernización de Pemex, se lamentó: “¡Pobre modernización, cuántos atracos se cometen en tu nombre!” Historia, modernización… ¿modernidad? Jesusa rápidamente presenta a Claudia Sheinbaum, que lee no menos rápido el programa de acción en sus puntos concretos, y aún con mayor rapidez se aprobó por unanimidad. Todavía no inicia la huelga legislativa.


Otras ovaciones: “¡O-bra-dor, O-bra-dor, O-bra-dor!” Y sigo frente al monolito que emite sonidos, en una esquina de la Torre de Pemex. La palabra es de López Obrador.
“Ese gran estadista”, el “Presidente legítimo” menciona a Lázaro Cárdenas del Río, quien “no sólo hizo valer la soberanía nacional, sino que abrió un nuevo horizonte a la economía del país”. En este momento mientras unos lopezobradoristas se muestran molestos o desconfiados por el simple hecho de que transcribo lo que escucho, desembolso diez pesos para comprarle a otra persona un gafete que habla de traidores (que quieren privatizar Pemex) y gallinas (con las cuales también se pagó la expropiación). El gafete trae un par de fotografías donde el Gral. Lázaro Cárdenas del Río recibe el “honor” de ser como Obrador: “Presidente Legítimo de México… 1938”.


El “Presidente legítimo 2008” -¿cuántos extraviados hay?- menciona que somos “una cultura milenaria, cuyo principal recurso es la gente”. Habla de “un pueblo con mística” y también de las remesas (porque parece que no todo es espíritu) que mandan los mexicanos en el exterior. Ellos, dice, se fueron porque aquí desgraciadamente no hay oportunidades.


Ni siquiera son visibles, debo decir una vez más. Y casi no me puedo mover. Si escribo, podría molestar a más de uno porque al menos en mi alrededor inmediato, como todos aquí, sí soy visible. Así que mejor dibujo, o trato de dibujar, la Torre de Pemex.
Por lo menos su vista sí es de todos los aquí presentes, más que la del edificio de Ovaciones. Tomo la única perspectiva que puedo, la que me da esta esquina. López Obrador habla y habla, del petróleo y la falta de recursos. No hay inversiones en Pemex.
“La respuesta, aunque parezca increíble es que, desde hace veinticinco años, desde que vienen imponiendo esta política neoliberal…” En lo que él traza la ruta que ha seguido Pemex en el último cuarto de siglo, sigo dibujando en el cuaderno; medio terminé algo, y en la parte inferior, en la esquina donde convergen dos hileras perpendiculares de cilindros, puse el monolito que emite los sonidos de López Obrador.
Pero el de verdad, no el dibujado que aunque no carece de realidad, sí es de mentira…
Poniendo más atención en lo que está diciendo (debió regañar no sólo a los gritones, sino también a los distraídos), concluyo que el verdadero monolito no es éste, y me refiero a las bocinas de mi esquina. No, el verdadero monolito es este otro: el edificio de Pemex.


Pero por distraído ya me atrasé, y López Obrador pasa revista a las privatizaciones que se han realizado precisamente en el último cuarto (oscuro) de siglo: Teléfonos de México, Ferrocarriles Nacionales, las minas, los aeropuertos, las dos líneas aéreas, los bancos, el 35 por ciento de la industria eléctrica nacional… Otra conclusión, de la cultura milenaria se ha pasado a la cultura millonaria (de unos cuantos). Y como escolar aventajado, o que se cree aventajado, abandono la clase al aire libre. Al avanzar veo a algunas personas (varios hombres y una mujer) que también traen algo de barba y no son náufragos, se trata de una cuestión hormonal. Pero no me retiré, sino que naufragué unos minutos por Lago Cuitzeo y Lago Chapala. Salí en la otra esquina frontal de la Torre o Monolito de Pemex.


“No aceptamos, que se oiga bien y que se oiga lejos, nada que tenga que ver con privatizar Pemex o compartir la renta petrolera.” En Marina Nacional, otra vez. Ya estamos cerca y se escucha mejor. En el camelloncito que separa los dos sentidos de Marina Nacional, otra vez, los lopezobradoristas han colocado su “literatura informativa”. Dejo hablando a López Obrador, al cabo no está solo. Más que escuchar, mejor veo. Tienen unas cartulinas con fotos de los “traidores” con sus respectivas leyendas. Entre los “traidores” se encuentran: Ruth Zavaleta, René Arce, Pablo Gómez, Víctor Hugo Círigo, Carlos Navarrete, Jesús Zambrano, Jesús Ortega, Leonel Godoy y, sobre todo, otros dos: Cuauhtémoc Cárdenas y Lázaro Cárdenas Batel (creo que por algo mencionan el segundo apellido del general Cárdenas, para no confundirlo con el “traidor”… aunque son tan “clarividentes” los lopezobradoristas, que en una de ésas llegan a percatarse de que el general los traiciona desde el más allá). Bueno, una leyenda, la que ponen en boca de Cuauhtémoc Cárdenas: “Soy un perro guardián de la Corona Inglesa y por eso mato a mis propios paisanos si se manifiestan”. Estos gritos silenciosos no fueron prohibidos por López Obrador, ¿sí son aceptables?
“Pero, ¿quién es Mouriño?”, se pregunta el “Presidente legítimo” mientras yo pregunto dónde está. “Un traficante de influencias”, contesta. Tenemos frecuencias muy diferentes, no me refería al Hijo putativo de Campeche, sino a López Obrador. Sin embargo, las palabras del “Presidente legítimo” encuentran eco. ¿Cuál es éste? “¡Cárcel para Mouriño!” Hoy, ya lo vimos, López Obrador se muestra “respetuoso” y “responsable”; no pide cárcel para Mouriño, entrega un expediente con información que supuestamente prueba las acusaciones que ha lanzado. Pero, ¿a quién le aventó, literalmente, el paquete? Al diputado Javier González Garza. Esto se llama poner a los “traidores” a prueba (o tenerlos a raya).


Sin que nadie, hasta donde alcanzo a escuchar, pida jaula para López Obrador, “gabinete legítimo”, Resistencia Creativa y toda la “vanguardia”, la reja existe. Más aún, ellos solitos se enjaularon. El camellón funciona como jaula de estos especimenes. No olvidemos que estamos ante una asamblea informativa, como todas las del lopezobradorismo; sin embargo, por no ser la del día de hoy capitaneada por Jesusa Rodríguez, no se trata de una asamblea informativa creativa sino recreativa. A pocos metros de Chapultepec, está al menos por un día nuestro zoo legítimo.


“Minorías rapaces y funcionarios corruptos”, ruge López Obrador como si se tratara del rey de la selva. Sin duda que sabe de lo que habla, y sobran animales rapaces para ejemplificar y su versión corrupta: la domesticación (sobre todo entre el lopezobradorismo). No sólo sabe de lo que habla, también cita: “Estos derechistas inmorales ignoran lo que decía don Jesús Reyes Heroles. Don Jesús afirmaba que: ‘Los únicos negocios que a los políticos o funcionarios nos deben interesar, son los negocios públicos’”. Así que le ha puesto una palomita, en pleno zoo, a don Chucho. Seré concreto: en pleno zoo a la altura de Marina Nacional entre Lago Cuitzeo y Lago Chapala. Y en las alturas de este monolito, por si no saben, despacha el hijo de don Chucho, a quien no nos indicaron si hay que clasificarlo como “traidor” a la patria (lo mismo que al hijo y al nieto de don Lázaro).


Quién sabe por qué, pero parece día de citas. Me voy acercando y López Obrador vuelve a citar, ahora a Bertolt Brecht: “El peor de todos los ladrones es el político corrupto”. Nadie chifló Mackie Messer, ¿ya perdieron la resonancia? ¿Modernos de ocasión?
“Nosotros queremos la paz y, por eso, vamos a defender el petróleo. Si se entrega la renta petrolera a particulares, nacionales y extranjeros, no habrá forma de mejorar las condiciones de vida y de trabajo del pueblo y se estaría cancelando en los hechos la posibilidad de transformar a México por la vía pacífica.” Entre tanto acto (de violencia), no sabemos bien a bien en cuál estamos (o vamos a iniciar). Y como a veces es más factible construir que reconstruir, es decir, volver a empezar, entonces ¡seamos radicales!...

 


 
 
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