Friday, 26 de April de 2024


Si expulsan a todos los traidores, ¿quién relevará a Fernández del Campo?




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En el argot beisbolero cuando el manager de un equipo le descifra la señal a su adversario descubre cuál será su siguiente jugada; y eso ocurre, porque normalmente utiliza las mismas señales o porque se vuelve predecible en sus estrategias.

La analogía del rey de los deportes tiene cierto parecido con lo que está pasando en el PRI estatal, donde ayer mismo crucificaron a los líderes traidores de Acatlán de Osorio y Tlatlauquitepec como preámbulo a la limpia que se aproxima.

 

 

Echemos un vistazo al pasado. El patrón de conducta priista parece repetirse igual que en 2010. Alejandro Armenta, después de la desastrosa elección que le tocó sufrir en ese año, ajustó cuentas a algunos de los que traicionaron a Javier López Zavala y ya con esos difuntos muescados en su revolver se fue cabalgando hacia el poniente para que Juan Carlos Lastiri iniciara su nuevo ciclo; un ciclo, con gente nueva, con estilo diferente y con vientos de renovación.

 

 

Eso de llevarse a los judas entre las patas antes de ser relevado comienza a ser costumbre o tradición o una cobija muy meada en el tricolor. Una señal beisbolera ya conocida. Pero que sea conocida y descifrable no quiere decir que sea errónea. Al contrario, si el ajuste de cuentas presagia la salida de Pablo Fernández del Campo es muy asunto suyo, lo que ocurre es que ese estilo peculiar de comportamiento político dejó de entretener.

 

 

Imaginemos pues dos escenografías donde el delegado nacional del PRI Fernando Moreno Peña y Fernández del Campo son los actores principales. En una, ambos tienen una pañoleta amarrada a la cabeza y con sus escobas y el mandil atado a la cintura barren el changarro priista hasta dejárselo limpio al próximo inquilino. Ahora imaginemos otra donde estos mismos personajes, en su reparto de legionarios, clavan en la cruz a los desleales al imperio para que esa acción justiciera no la ejecute el indulgente prefecto que vendrá de tierras romanas.

 

 

La lectura de la señal que enviaron ayer Moreno Peña y su alumno, Fernández del Campo, puede ser otra indiscutiblemente; sin embargo, se parece demasiado a la de 2010. Y es normal, el PRI como los demás partidos debe evitar dar continuidad a los liderazgos perdedores y fracasados porque desalienta a sus estructuras y a sus fans, caso similar al de los delegados nacionales que quedan en ridículo.

 

 

Siendo objetivos me parece injusto que estos dos señores tengan que cargar solos con el paquete. Y no por otra cosa sino porque creo que hay más responsables. Sin embargo igual que como ocurrió con Alejandro Armenta crucificarán a los desleales de menor envergadura, porque si hacen lo mismo con los grandes traidores no habrá grupo político que releve a Fernández del Campo cuando se vaya.

 

 

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