Saturday, 20 de April de 2024


Dos años de compasión, los de Eduardo Rivera




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En el sexenio bartlista hubo un alcalde de Puebla bragado al límite, su nombre: Gabriel Hinojosa Rivero; años después durante el melquiadismo hubo otro que lo superó en ese aspecto, Luis Paredes Moctezuma; más adelante, en el marinato apareció el indómito Enrique Doger Guerrero. ¿Qué tuvieron en común los dos panistas y el priista? Los tres defendieron su dignidad, su hombría y su forma de pensar.  

 

Su centro de gravedad fue que ninguno permitió a su gobernador que se burlara de ellos y los sometiera. A Blanca Alcalá también podríamos incluirla sin embargo a las damas se les atiende aparte; así debe ser. Por eso hoy hablaremos de los caballeros e intentaremos compararlos con Eduardo Rivera Pérez a propósito de su Segundo Informe de Gobierno Municipal.

 

 

Decir que Hinojosa, Paredes o Doger se robaron dinero público, y argumentar que la administración de Lalo Rivera es más transparente que la de Rafael Moreno Valle es un desatino. Es algo que no nos toca ni sentenciar ni asegurar. No sé quién sea el más honesto ni me interesa; quién el más transparente y quién el más opaco; si el Congreso del Estado los absuelve, incluyendo al actual edil, la prensa podrá decir misa. Así funciona la Ley y la política.

 

 

Sin embargo tendríamos que tener claro dos cosas. Primero, que una tiene que ver con el manejo de las finanzas y su capacidad administrativa para impulsar el desarrollo de una ciudad como Puebla. Y segundo, que otra muy distinta consiste en su manera muy particular de conducirse como persona, como funcionario y como varón.

 

 

Hinojosa, Paredes y Doger no reverenciaron al gobernador que les tocó. Ninguno de ellos se dobló. Ninguno fue sometido. Su dignidad la defendieron a capa y espada; incluso a costa de sufrimientos y vejaciones. Antes que postrarse ofrecieron batalla, marcaron su territorio y se enfrentaron al poder del estado de Manuel Bartlett, Melquiades Morales y Mario Marín con las pocas armas que tuvieron.

 

 

¿Tuvo mérito su particular forma de comportarse? ¿Tendríamos que reconocerles su valor y arrojo? Claro que sí. Lidiar con Bartlett no debió haber sido fácil para Hinojosa; y qué me dicen de Marín echando mano de toda su fuerza para hincar a Doger; la huida y el exilio de Paredes Moctezuma también debió haber sido doloroso; sin embargo, cada uno de ellos asumió el costo, y por ningún motivo se arredró.

 

 

La diferencia de cada uno de estos hombres con el alcalde en turno es abismal. Eduardo Rivera ha permitido en sus dos años de gobierno que lo humillen, que lo desaparezcan, que lo vejen, que lo sometan, que lo ignoren y que lo ninguneen. Dos años así no son para aplaudirse, son para compadecerlo. ¿O me equivoco?

 

 

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