Monday, 01 de September de 2025


El triste funeral del Pacto por Puebla




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Sí, leyó bien: el PRI no fue el único que se negó a respaldar el Pacto por Puebla. Las grandes universidades, encabezadas por la UDLAP, la UPAEP y la Ibero, dijeron no, así como las cúpulas empresariales. Todos traen sus propios intereses y van en dirección contraria al morenovallismo  

 

Todos los talentos de Fernando Manzanilla, su capacidad de negociación e interlocución, no fueron suficientes para darle vida a una ocurrencia que nació sin futuro.

 

 

El Pacto por Puebla, versión tropical del Pacto por México que firmó el presidente Peña Nieto con las dirigencias del PRI, PAN y PRD, descansa en paz.

 

 

La misión destinada al fracaso, pues, ha fracasado sin responsabilidad para al secretario general de Gobierno.

 

 

Chocó de frente con una orden que vino desde el CEN tricolor a Pablo Fernández del Campo, y que después sostuvo el delegado tricolor Fernando Moreno Peña.

 

 

La negativa del PRI era previsible porque de entrada no les gustó que le piratearan al presidente su idea genial.

 

 

Después, porque tras su reactivación como oposición, un día después del Segundo Informe de Gobierno, no querían ponerse una camisa de fuerza que limitara sus críticas.

 

 

Y por último, porque su firma sería un logro más del morenovallismo al que piensan descabezar el próximo 7 de julio al ganarles el Congreso y la mayoría de alcaldías.

 

 

Si el rechazo del PRI se volvió una variable previsible y hasta superable con la firma de otras fuerzas políticas, la sorpresa para Manzanilla fue encontrar reticencia y abierta negativa al “Acuerdo de Loreto y Guadalupe” en otros ámbitos.

 

 

Sí, leyó bien: el PRI no fue el único que se negó a respaldar el Pacto por Puebla.

 

 

Las grandes universidades, encabezadas por la UDLAP, la UPAEP y la Ibero, dijeron no.

 

 

Consultadas para que enviaran sus propuestas y aportaciones al borrador, sus rectores pusieron como condición una modificación a la Ley de Educación para que los títulos profesionales no necesiten la firma autógrafa del gobernador, un requisito que afirman ha provocado un retraso mayúsculo en la entrega del documento a sus graduados.

 

 

Y los pretextos empezaron a caer en cascada.

 

 

Que si el gobernador Moreno Valle no se ha dignado a visitar la UPAEP.

 

 

Que si la administración no es suficientemente transparente.

 

 

Que si el diálogo y la interlocución son bienes escasos.

 

 

Total, airearon pretextos y desaires.

 

 

La consulta del “Acuerdo de Loreto y Guadalupe” también encontró rechazo de los organismos empresariales.

 

 

Que si los hombres del dinero han sido olvidados por el gobierno estatal.

 

 

Que si el pacto debía contener clausulas para garantizar obra pública a las empresas locales y no sólo a las foráneas.

 

 

Que si no les han compartido el pastel de Audi.

 

 

Y otro largo etcétera.

 

 

Entonces…

 

 

Sin el PRI.

 

 

Sin las grandes universidades.

 

 

Sin las cámaras empresariales.

 

 

¿Qué iba a ser el Pacto por Puebla?

 

 

¿A quiénes iba a atar?

 

 

¿Por qué unos sí y otros no iban a firmar?

 

 

¿Cómo iba a justificar el gobierno morenovallista las ausencias?

 

 

En tales condiciones el Pacto por Puebla no tiene para dónde avanzar.

 

 

Y no es culpa de nadie.

 

 

O quizá sí.

 

 

El rechazo al acuerdo es un indicador de lo poco contentas que están las élites en Puebla con el gobierno morenovallista.

 

 

Como el sentimiento de incumplimiento, abandono, desaire, rechazo o boicot es generalizado.

 

 

Es cierto que Moreno Valle tiene una aprobación popular a su gestión superior al 80 por ciento.

 

 

Pero han sido golpeados tantos intereses de las élites poblanas que su negativa a firmar el Pacto por Puebla es la prueba de que en julio harán todo lo posible por jugarle las contras.

 

 

Dos años de abandono, desaires e intereses arruinados le colmaron el plato a muchos.

 

 

Tampoco olvidemos que estas élites se beneficiaron de gobernadores débiles como Mario Marín, o permisivos como Melquiades Morales.

 

 

El que sepa leer, que lea.

 

 

Pero las élites locales dijeron no.

 

 

El Pacto por Puebla fue mecanismo de chantaje para obtener las prebendas que no han logrado en dos años de gobierno.

 

 

Y no es culpa de Manzanilla.

 

 

 

 

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