Thursday, 28 de March de 2024


La noria gigante: el disparate sexenal




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El disparate sexenal más famoso de nuestros tiempos fue producto de la mente febril de Mario Marín cuando decidió construir un puerto seco en medio de la nada y sobre terreno cenagoso llamado La Célula. Más de 400 millones de pesos absolutamente inservibles y que ninguna empresa quiere ni regalada  

 

La adquisición de una rueda de la fortuna gigante con fondos públicos es el disparate sexenal. El proyecto, que se manejaba como un rumor, fue confirmado ayer por el diario Reforma, después por el gobernador Moreno Valle y finalmente por el Ayuntamiento poblano. ¿Cuánto gastará el gobierno estatal por la ocurrencia? No lo ha informado, pero atendiendo a las declaraciones de la empresa que la construye, Maurer German Wheels GmbH, es una cifra de dos dígitos de millones de euros. Esto es, la noria gigante de Puebla costará entre 10 y 99 millones de euros, lo que equivale a entre 200 y 2 mil millones de pesos. Ratifico: un completo disparate, tratándose del cuarto estado con mayor número de pobres en el país.

 

 

Disparate también porque la noria gigante genera un rechazo casi unánime en la calle, los sondeos on line y las redes sociales. Ya de por sí el teleférico era suficientemente polémico, y eso que era rechazado por uno de cada dos poblanos. El problema de ambos proyectos es la opacidad con la se han manejado desde el gobierno estatal: ni informan cómo, ni porqué, ni cuánto. Y así es difícil convencer a los poblanos.

 

 

¿Qué la noria gigante puede ser un atractivo turístico? Me quedan dudas. Por supuesto que las ruedas de la fortuna con función de mirador lo son en el mundo: el London eye, la estrella de Nanchang, el Singapure flyer. En “La gran manzana” por la zona de Staten Island se construye The New York wheel que será la más alta del mundo. Todos estos proyectos multimillonarios tienen una cosa en común: son financiados por corporaciones privadas, no con recursos del erario. Aceptar dinero público en un proyecto semejante sería aceptar que también pudiera invertir en futbol. Aquí y en China se llama dilapidar el dinero.

 

 

Por supuesto que las norias gigantes se pueden convertir en imágenes icónicas de una ciudad. El caso más claro es elLondon eye, propiedad de una sociedad conformada por la British Airways y el despacho Marks Barfield Architects and The Tussauds Group, hoy unidos en Merlin Entertainments Group Company. Es decir, siempre ha operado con fondos privados. La única ocasión en que han planteado destinarle recursos del erario fue cuando el Ayuntamiento quiso comprarlo para mantenerlo como imagen de la ciudad.

 

 

En el pináculo de la ceguera que produce el poder, cada gobierno tiene su propio disparate sexenal. En los lejanos años 80, Mariano Piña Olaya invirtió para hacer un parque de diversiones para los poblanos en el Rafaela Padilla de Zaragoza y adquirió un juego mecánico llamado Boomerang. Tan pronto como abandonó el poder, y tras múltiples desperfectos que lo hacían inservible, Manuel Bartlett se lo vendió a Reino Aventura que lo llamó Escorpión y lo puso a funcionar donde debía. Una inversión absurda de recursos.

 

 

Hasta Manuel Bartlett tuvo sus desvaríos con el proyecto de la zona de San Francisco, con lago y plaza comercial incluida, además de desarrollo inmobiliario y hoteles boutique. Hoy la zona luce abandonada, nunca hubo lago ni edificios, la plaza comercial es de tercera categoría y el único hotel boutique sufre pérdidas. Y qué decir del troncal de la 11 Norte-Sur. Melquiades Morales despilfarró el terreno de Valle Fantástico, e invirtió varios millones en el Complejo Siglo XXI que inmediatamente concesionó a Alonso Sendino. Y no se olviden los millones que pagó a Lorena Zedillo por el centro cívico cultural de Los Fuertes. La pantalla Imax nunca llegó.

 

 

El disparate sexenal más famoso de nuestros tiempos fue producto de la mente febril de Mario Marín cuando decidió construir un puerto seco en medio de la nada y sobre terreno cenagoso llamado La Célula. Más de 400 millones de pesos absolutamente inservibles y que ninguna empresa quiere ni regalada. La casa más lujosa para un velador que cuida las instalaciones de los animales de la zona.

 

 

Sería ideal que el gobierno morenovallista pudiera recapacitar. Primero transparentar el proyecto y someterlo a consenso. En lugar de noria gigante, antes de aspirar a Londres, Nueva York, Nanchang o Singapur, Puebla debe dejar de ser la ciudad con mayor número de pobres en el país. El estado debe abandonar el vergonzoso cuarto lugar que nos da el Coneval. Los poblanos no estamos para proyectos absurdos. Parece difícil porque la compra de la noria gigante se concretó en noviembre del año pasado.

 

 

Lo primero que se debe aclarar es cuánto costará la noria gigante. En lo mínimo que saldrá el chiste son 200 millones de pesos, pero de acuerdo a la empresa alemana que construyó la rueda de la fortuna, podrían ser hasta 2 mil millones. Sólo para comparar, saldrían tan caro como el Centro Expositor y como algunos de los puentes inaugurados por la administración.

 

 

¿Qué sigue?

 

 

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