Friday, 26 de April de 2024


Dos Enriques para ganar, un Chedraui para perder




Written by 

El crecimiento espectacular de Antonio Gali Fayad, así como el fortalecimiento de la marca PAN junto con la de morenovallismo, puso al CEN del PRI contra las cuerdas: si quiere ganar Puebla, solamente podrá hacerlo con un Enrique. El apellido es lo de menos: Agüera o Doger

La hipotética postulación del empresario José Chedraui Budib fue una ocurrencia simpática hasta que llegó la hora de la verdad. Pese al decidido apoyo de Jorge Estefan Chidiac y Blanca Alcalá, así como de inmobiliarios, periodistas y operadores electorales ligados a Mario Marín, y también de Pablo Fernández del Campo y el porro Moreno Peña, simplemente no dio en el estirón. En la encuesta de Mas Data presentada ayer, así como en otras que reposan en el escritorio de personajes poderosos, su tope de crecimiento es de 35 puntos de conocimiento y un +9 de potencial electoral. No son malos números tomando en cuenta que no dispone de aparato de poder, pero tampoco son buenos, porque el 30 de conocimiento es el piso con el que comienzan su carrera todos los políticos apellidados Chedraui, incluido Víctor Gabriel y Jorge Aguilar, gracias a la publicidad gratuita que les da la tienda de autoservicio.

 

 

No sé si Enrique Peña Nieto sea “muy amigo” de Pepe Chedraui, sólo “amigo” o simplemente un “conocido”. No hay prueba que afirme o niegue. Lo que los sondeos sí muestran, en cambio, es que enviar al empresario como candidato a la alcaldía es un suicidio político: tiene todo para perder y nada que ganar. Arrancó su promoción a la par de Tony Gali y ha sido ampliamente rebasado. Sus “casos de éxito” no lograron convertirlo en uno de ellos y todavía ve muy de lejos a Agüera y a Doger. El morenovallismo lo quiere de candidato por su perfil masacrable.

 

 

Si la preocupación por el “amigo” no es suficiente, entonces el presidente evaluará que la candidatura de Chedraui es una derrota anticipada, y una abollada a su corona presidencial recién estrenada. ¿Alguien quiere un escenario semejante, que Peña Nieto muerda el polvo por empeñarse en su “amigo? No lo creo, y una actitud semejante no está en su historia política, porque ni siquiera en su sucesión en el Estado de México hizo algo así.

 

 

El crecimiento espectacular de Antonio Gali Fayad, así como el fortalecimiento de la marca PAN junto con la de morenovallismo, puso al CEN del PRI contra las cuerdas: si quiere ganar Puebla, solamente podrá hacerlo con un Enrique. El apellido es lo de menos: Agüera o Doger. Ambos tienen la consistencia que solamente da el tiempo. Forman parte de la clase política poblana, por lo menos, desde hace una década. Han realizado gestiones importantes, en la BUAP, en la alcaldía poblana en el caso de Doger, quien incluso ha sido el único en entregarle la estafeta a otro priista. Ambos ya pasaron la prueba del ácido. Su hígado se endureció hace tiempo.

 

 

Pero el problema en el PRI no es la evidencia de los números ni la sentencia de las encuestas. Si por sondeos fuera, desde hace tiempo que algunos de los Enriques ya hubiera sido ungido. El problema es de los grupos que se niegan a entregarle a Agüera o a Doger la posibilidad de convertirse en alcaldes porque, en caso de ganarle a Gali y al morenovallismo, inmediatamente obtendrían boleto para hacerse con la candidatura a Casa Puebla en 2018. El futurismo, pues, es el veneno que mata las posibilidades de triunfo tricolor en Puebla capital. Hay mucho en juego.

 

 

El jaloneo que Ivonne Ortega no puede controlar proviene de tres grupos. Uno, el dúo Estefan-Alcalá, quien ve en Pepe Chedraui un personaje manejable a sus intereses futuristas y, al mismo tiempo, desechable si pierde. Dos, el “gobernador” Lastiri que ya se sueña candidato a Casa Puebla en 2018 con la bendición del gobierno federal. Y tres, el “Góber precioso”, quien sigue aborreciendo a Doger y desconfía de Agüera, pero que tiene el encargo directo de operar la estrategia tricolor en Puebla como paso previo a una “reinstalación” en la vida pública.

 

 

Si Fernando Moreno Peña, además de buen porro golpeador, tiene un poco de estrategia, habrá advertido ya la balcanización del PRI poblano que los operadores morenovallistas, encabezados por Eukid Castañón, quieren aprovechar. El subsecretario de Gobierno ya se prepara para pescar a los descontentos, porque el lío no es sólo en el municipio de Puebla sino en el resto de los 216 ayuntamiento que tienen, cada uno, por lo menos una docena de aspirantes que actúan sin control. Los nombramientos recientes de delegados en muchos casos sólo empeoraron las cosas.

 

 

El PRI nacional termina hoy el levantamiento de su encuesta y mañana jueves Ivonne Ortega vendrá con ella en las manos para ponerla en la mesa de los firmantes del Pacto por Puebla. El tiempo se agotó porque si, como dicen los números, la candidatura es para Enrique Agüera, necesita margen de operación para convocar al Consejo Universitario, asegurar su sucesión en la BUAP con Alfonso Esparza y maniobrar el traspaso de la academia a la política partidista.

 

 

El PRI no puede contar con el efecto Elba Esther porque, de momento, el impacto de la detención no afecta ni a Gali Fayad, ni a la megacoalición y tampoco a Moreno Valle. Especialmente esclarecedor, para interpretar los números de Mas Data, es el texto del encuestador José Zenteno en la edición de hoy, quien afirma que “hace unas pocas semanas me parecía que el PAN tenía 70 por ciento de probabilidades de ganar la presidencia municipal de Puebla, sin importar quién fuera su contrincante. Hoy creo que la elección no está ganada por nadie y que depende de los partidos el incrementar o disminuir sus probabilidades de triunfo. Paradójicamente hoy el PAN es más vulnerable y su futuro en las próximas elecciones depende menos de lo que hagan ellos y más de lo que haga o deje de hacer el PRI. Por el lado tricolor creo que sus posibilidades aumentan siempre que eviten nominar a un candidato con perfil marinista y perfil elbista”.

 

 

Llegó la hora de la verdad. Los números no engañan a nadie. En el contexto de un partido balcanizado, el PRI tiene dos Enriques para intentar ganar y un Chedraui para seguro perder. Los juegos, pues, se terminaron.

 

 

Rate this item
(1 Vote)
comments powered by Disqus