Tuesday, 26 de August de 2025

Martes, 02 Junio 2015 02:19

La lógica kamikaze del todavía dirigente Micalco




Written by  Arturo Rueda

Puede que Micalco tenga razones válidas, pero equivocó la estrategia al colisionar frontalmente y hacerlo parecer, más que una vendetta, un berrinche provocado por el abandono sufrido por el CEN panista: Gustavo Madero no va a meter la mano, porque tiene un pacto expreso con Moreno Valle para no venir a alborotar el gallinero del gobernador poblano. Micalco, además, sufrirá la osteoporosis política de terminar su periodo como diputado federal


En tiempo de guerra, dicen que la autocrítica equivale a traición. A unas horas de la ya compleja, complejísima elección que vive Acción Nacional frente a un tricolor renacido, el dirigente formal del albiazul decidió abrir una guerra civil en su partido destituyendo como coordinador de la fracción parlamentaria en el Congreso a Jorge Aguilar Chedraui, quien ni la debía ni la temía, pero sufre la única represalia momentánea que está a su alcance. Estratégicamente nadie sabe en qué le ayude, o si cree que se trata de un acto de presunta fuerza que obligará al morenovallismo a renegociar sus relaciones con él. ¿Lo logrará?

 

Nadie lo cree así, a tal grado que la fracción parlamentaria del albiazul decidió aparcar la guerra civil hasta después del 7 de junio, cuando habrá un nuevo panorama derivado del resultado electoral. Por absurdo que parezca, en los cálculos de Micalco parece creer que le beneficia una derrota de Acción Nacional, especialmente en los distritos en los que “panistas tradicionales” se abstienen de apoyar a los candidatos morenovallistas, como por ejemplo ocurre en los XI y XII de la capital, que están muy candentes.

 

Micalco no es el único promotor de la huelga de brazos caídos de esos panistas tradicionales, sino de personajes identificados con el Yunque, como el ex alcalde Eduardo Rivera, así como los ocho regidores identificados con esa marca que forma parte del cabildo de Antonio Gali Fayad. E incluso los marginales como Ana Teresa Aranda, que incluso coqueteó con ser candidata del PRI-PVEM, así como los seguidores que les quedan.

 

¿Cuál es su apuesta? Que al morenovallismo le vaya tan mal el próximo 7 de junio, que se vea en la necesidad de llamarlos, redimirlos, y aceptar sus exigencias. ¿Como cuáles? El pliego de demandas comienza con la permanencia de Micalco al frente del Comité Directivo Estatal, pese a que la renovación ya está marcada para empatarse con la elección de una nueva dirigencia nacional, para la que ya hace campaña Ricardo Anaya, sin que se vislumbre quién podría hacerle frente, sobre todo si lleva la bendición de Gustavo Madero y Rafael Moreno Valle.

 

Por supuesto, el pliego de demandas también incluye la liberación de las cuentas públicas de Eduardo Rivera Pérez, principal instrumento con el que se ha detenido su activismo, así como el otorgamiento de espacios de participación y decisión.

 

En sus cálculos, si con una debacle del morenovallismo logran probar su valía, por necesidad deberán ser requeridos para participar en el gran ejército que deberá unirse en 2016 para que el PAN permanezca en Casa Puebla. El momento de cobrar las afrentas.

 

Puede ser que el escenario planteado ocurra como tal, pero aun en él parece difícil que Rafael Micalco pueda insertarse tras su revancha de ayer. Si el dirigente formal del albiazul destituyó a Aguilar Chedraui, quien lo sostuvo fue el dirigente de facto, que no es otro que Eukid Castañón, quien anunció que recurrirá a todas las instancia nacionales del partido para impedir que la cabeza del ex secretario de Salud ruede con facilidad.

 

Puede que Micalco tenga razones válidas, pero equivocó la estrategia al colisionar frontalmente y hacerlo parecer, más que una vendetta, un berrinche provocado por el abandono sufrido por el CEN panista: Gustavo Madero no va a meter la mano, porque tiene un pacto expreso con Moreno Valle para no venir a alborotar el gallinero del gobernador poblano. Micalco, además, sufrirá la osteoporosis política de terminar su periodo como diputado federal.

 

Pero ya en la lógica kamikaze, Micalco decidió que con él iba a llevarse al único morenovallista que podía tener en las manos. Mala decisión porque, al final, Jorge Aguilar Chedraui volverá a ser designado coordinador de la fracción parlamentaria cuando haya un nuevo dirigente estatal. El efecto del berrinche durará, a lo más, unos cuantos meses. El impacto del choque, por el contrario, es incalculable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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