Saturday, 20 de April de 2024

Miércoles, 03 Junio 2015 02:41

Elección 2015 sin guerra de encuestas, ¡porque no hubo encuestas!




Written by  Arturo Rueda

El investigador José Zenteno nuevamente fue el gran agitador de la elección cuando en el primer programa de #JuegoDeTroles, dio a conocer un pronóstico que sostuvo nuevamente el lunes pasado: el Revolucionario Institucional está en posibilidad de ganar nueve distritos electorales y adelantar, por una nariz, a Acción Nacional. Lo dijo cuando todo mundo estaba instalado en el discurso de que el morenovallismo iba a arrollar al tricolor en un clarísimo 13-3, o cuando menos, un cómodo 12-4


Contrario a la guerra de encuestas que se vive al final de cada proceso electoral, en esta ocasión lo único que tenemos es oscuridad absoluta sobre las tendencias concretas que se presentan en cada distrito en disputa. Por primera vez en más de una década en Puebla de elecciones marcadas por los sondeos, en esta ocasión no hay nada publicado. Por supuesto que en cada war room, tanto del PRI como del morenovallismo, tienen sus estudios, quienes los deslizan o comentan a los columnistas y operadores, pero los datos estadísticos concretos se desconocen. En esta ocasión, y a diferencia de lo ocurrido en 2013 cuando contratamos un tracking diario a Mas Data que resultó de altísima precisión junto a los sondeos de Reforma, CAMBIO decidió desde un principio apartarse en esta ocasión de la publicación de encuestas.

 

Y aunque en este proceso electoral federal no fuimos asociados a Mas Data, el investigador José Zenteno nuevamente fue el gran agitador de la elección cuando en el primer programa de #JuegoDeTroles, dio a conocer un pronóstico que sostuvo nuevamente el lunes pasado: el Revolucionario Institucional está en posibilidad de ganar nueve distritos electorales y adelantar, por una nariz, a Acción Nacional. Lo dijo cuando todo mundo estaba instalado en el discurso de que el morenovallismo iba a arrollar al tricolor en un clarísimo 13-3, o cuando menos, un cómodo 12-4.

 

La afirmación del investigador Zenteno, realizada el 27 de abril, la noche del lanzamiento de #JuegoDeTroles, comenzó a reflejarse a partir de ese día, al grado tal que hoy todos, todos, están conscientes de que el morenovallismo enfrenta un quiebre electoral, inesperado para ellos, pero predecible conforme a las tendencias analizadas por el dueño de Mas Data.

 

No puede pasarse por alto que la elección inocua, sin contenido, planteada así desde Casa Puebla en el origen del proceso, dio un giro de 180 grados cuando el PRI decidió transformar la elección federal en una estatal. El morenovallismo, por decisión propia, cayó en el garlito, tal como lo planteó la delegada del CEN, Aurora Aguilar: este proceso se trata de elegir entre el pasado marinista y el presente morenovallista.

 

En esas coordenadas, la elección federal se convirtió en un referéndum adelantado sobre la gestión morenovallista. La desastrosa comunicación inicial planteada por el CDE tricolor, a mitad del proceso, se transformó en una campaña de contraste que no se pudo —o quiso— ser combatida eficazmente. Frente a los déficits gubernamentales del gobierno estatal, se opuso la fría estadística de los logros. Y ya en los últimos días, se recurrió al fantasma de Mario Marín, un cadáver insepulto que siempre había dejado réditos electorales. ¿Pero ahora también?

 

No conocemos la opinión de otros encuestadores locales, de los pocos que quedan en el mercado tras el fatídico 2010. Rodolfo Rivera Pacheco del BEAP anduvo trabajando en varias partes del país, y solamente dejó testimonio en la revista Fauna Política de la previsible alicaída participación. Sergio Cortés de La Jornada de Oriente no hizo ni sondeos telefónicos. Y otros, como los herederos de Opina se dedicaron a hacer encuestas específicas para ciertos candidatos, pero no fueron contratados ni difundieron resultados en medios.

 

La culpa de esta oscuridad, como lo adelantamos desde el arranque del proceso, son las nuevas reglas emitidas por el Instituto Nacional Electoral (INE) que burocratizan y hacen tremendamente compleja la publicación de sondeos, al grado de que no cumplirlas puede derivar en un delito electoral tipificable. La obligación que impone a investigadores de compartir metodologías y el cuerpo del estudio provocaron un rechazo absoluto: es, prácticamente, abrir años de estudio que quedan a disposición del público.

 

Como no hay encuestas, ni tendencias publicadas, los aparatos que sostienen tanto a los candidatos del PRI, como a los morenovallistas, tendrán mayor margen para actuar y desviar el poco sentido ciudadano que irá a votar. Sin transparencia en los números, sino puras filtraciones que señalan que X candidato despegó en las últimas horas o Y se cayó en los números, todo se reduce a pura especulación.

 

No puede pensarse en un proceso democrático sin encuestas que guíen o reflejen la opinión pública: en el INE tendrán que pensar seriamente que su regulación nos llevó al otro extremo del uso y abuso de los sondeos. Si el objetivo era regular el mercado, bien, pero también conllevó a quitarles a los ciudadanos el derecho a enterarse del movimiento de las preferencias. Ya se sabe que los extremos se tocan: en esta ocasión, tanto vale la desinformación como la ausencia de información. El elector llega a ciegas al próximo domingo, sin saber si su voto puede confirmar una tendencia de premio o castigo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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